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Líbano contra el abuso del servicio doméstico

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Las autoridades libanesas han dado un paso en favor de las trabajadoras domésticas el Líbano, algunas de las cuales sufren graves problemas de explotación, con la apertura de una línea telefónica para que puedan denunciar su situación.

En dicha línea, a la que se accede marcando el número 1740 desde cualquier teléfono, trabajadoras sociales registran las quejas 24 horas al día y dan asesoramiento sobre la atención sanitaria y legal, así como sobre los organismos públicos de los que pueden beneficiarse.

«La instalación de la línea telefónica ha sido una buena idea, pero habrá que esperar algún tiempo para ver sus resultados», dijo Rima Hamati, responsable del departamento de investigación y de la campaña de promoción de la asociación Insan, que informa sobre los derechos de estas personas, en su mayoría mujeres procedentes de África y el sudeste asiático.

Desde esta ONG se ha lanzado la campaña «juntemos nuestras manos por los derechos de los trabajadores domésticos», para ayudar y crear conciencia sobre las situaciones de abuso que sufre parte de este colectivo.

La Organización Internacional del Trabajo estima que hay unas 250.000 trabajadoras domésticas inmigrantes en Líbano.

Este país, al igual que otros de la región, impone el sistema de «kafala» o tutela para la contratación, que muchas veces implica que las trabajadoras deben ceder su pasaporte a las personas que les dan empleo.

Esto implica que las asistentas dependan de sus empleadores, que se convierten en sus responsables legales y que acaban teniendo un poder casi total sobre ellas, lo que desemboca en muchas ocasiones en que sean objeto de abusos, maltratos y agresiones sexuales, que han llevado a algunas a los hospitales o al suicidio.

Las denuncias más recurrentes son los trabajos forzados, algunas veces hasta 18 horas diarias, el impago o el retraso de la paga de sus salarios, el aislamiento en la casa o la no concesión de días de descanso.

La confiscación de sus pasaportes por sus empleadores les impide, además, en caso de abusos, abandonar su trabajo. Quienes escapan sin su pasaporte no pueden salir del Líbano y pasan a residir de manera ilegal, exponiéndose a su detención o deportación.

«Este proyecto es consecuencia de la preocupación del Ministerio de Trabajo por los Derechos Humanos. Las trabajadoras domésticas tienen ahora un lugar donde presentar una queja en caso de que sean víctimas de cualquier perjuicio o violación de su dignidad», afirmó el titular de ese departamento Sejaan Assi, al anunciar la instalación de la línea telefónica.

No obstante, trabajadoras como Fikirte, una etíope que se desempeña como asistenta en Beirut desde hace cinco años, no creen que esta nueva línea telefónica contribuya a mejorar sustancialmente la situación.

«La idea me parece buena pero no creo que vaya a dar resultados palpables», aseguró.

Según Fikirte, «una empleada víctima de la violencia y privada de todo no puede tener acceso fácil al teléfono para quejarse».

Apunta que sería más eficiente si se realizaran visitas sorpresa de inspectores a las casas para comprobar la situación en la que viven las empleadas, algunas de las cuales son encerradas con llave cuando los dueños de la vivienda están fuera.

Varias fuentes consultadas  sostuvieron que la prioridad debería ser cambiar el sistema de «kafala», ya que, según indicaron, favorece las irregularidades.

Para hacer frente a los abusos y defender sus derechos, un grupo de trabajadoras domésticas ha formado un sindicato, el primero en el mundo árabe, pero el código laboral libanés no permite su asociación.

La Federación de Sindicatos de Trabajadores y Empleados en el Líbano (FENASOL) ha roto una lanza en favor de este sector y ha presentado al Ministerio de Trabajo una solicitud para incluir a las empleadas del hogar extranjeras en un sindicato de limpieza y cuidados, junto a los trabajadores libaneses que lo deseen.

Líbano ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que reconoce que cualquiera persona tiene derecho a gozar de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias.

No ha hecho lo mismo sin embargo con el Convenio 198 de la Organización Internacional de Trabajo, que garantiza, entre otras cosas, el derecho a la libertad de asociación y la protección laboral de estos trabajadores.

Por Kathy Seleme
Con información de :EFE

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