Mérida y su poco conocida Alcazaba
Desapercibida entre los emeritenses, es el segundo espacio más visitado de la ciudad. Se revitalizó con una exposición de piezas de varias épocas al aire libre y un mirador.
Aunque pasa casi desapercibida entre los emeritenses, la alcazaba árabe es el segundo monumento histórico más visitado de la capital autonómica y uno de los favoritos de los turistas. Comenzó a construirse en el año 828 tras aplacar Abd al Rahman II uno de los tantos levantamientos de Emérita contra el poder de Córdoba, con el objetivo de proteger a los gobernantes de la ciudad y sus súbditos y dominar el paso que proporcionaba el puente romano sobre el Guadiana. La Alcazaba de Mérida es uno de los primeros monumentos de esta naturaleza levantado por los musulmanes en España y la única edificación árabe que se ha conservado en la ciudad hasta la época actual, si bien es cierto que gracias a las continuas excavaciones, son frecuentes los hallazgos de restos de viviendas e industrias que generalmente aprovechaban materiales ya utilizados por los romanos y visigodos. Debido a su posición estratégica, la alcazaba ha sido un catalizador de cuantos periodos culturales ha vivido Emérita.
Los principales atractivos del conjunto para los visitantes son el templete central y el aljibe, sobre el que existió una mezquita de la que se conservan algunos restos; el Conventual Santiaguista construido siglos después por los cristianos en el ala norte del recinto, actual sede de la Presidencia de la Junta de Extremadura; y las vistas que desde las torres y la muralla se pueden contemplar de la ciudad y la zona del río.
A estos se suma también la colección de piezas arqueológicas que desde el verano se exponen en un espacio al aire libre que se habilitó con las aportaciones de los socios del Programa Mecenas del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida. Se trata de restos de piedra, mármol y granito que han formado parte de la decoración arquitectónica de distintos edificios y otros monumentos de Mérida desde la época romana hasta el siglo XIX, cuando se depositaron en los almacenes del museo. Entre ellos hay piedras de molino, tinajas, columnas de diversos formatos y material, capitales de varias épocas, objetos funerarios y un pórtico construido a finales del XIX con restos romanos y visigodos.
Con este proyecto, además de un espacio en el que exhibir los fondos del museo, el Consorcio buscaba también revitalizar el monumento y convertirlo en el punto de descanso para los turistas en su ruta para visitar Mérida al construirse también un mirador. «Es el segundo espacio histórico más visitado de Mérida. Cada día vienen muchos turistas, sobre todo nacionales, y la verdad es que salen muy contentos», explica Vicente Corchero, trabajador del Consorcio en la alcazaba. El conjunto sin embargo, pasa casi desapercibido entre los emeritenses pese a que día a día, pasan por delante de sus piedras una y otra vez. No obstante, al igual que ocurre con el Arco de Trajano, gracias a la proliferación de bares de copas y restaurantes en la zona, incluso una terraza de verano en el interior del monumento, poco a poco va recuperando protagonismo.
Por Rocío Entonado
Con información de El Periódico de Extremadura
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