El Caballo Árabe
LA CREACIÓN DEL CABALLO ÁRABE
Según el emir Abd-el-Kader (1808-1883), cuando Allâh quiso crear el caballo, le dijo al viento del sur: “Condénsate, deseo que una criatura proceda de ti”. Y el viento se condensó. Luego apareció el Arcángel Jibril, quien tomando un puñado de esta materia la presentó a Allâh, el cual formó de ella un caballo castaño oscuro o alazán tostado, a la vez que le dijo: “Te hago árabe y te doy el color alazán de las hormigas; he depositado en el tupé que cuelga entre tus ojos la felicidad; serás tan veloz en la lucha como en la huida; transportarán riquezas en tu dorso y traerán fortuna con tu mediación”. Entonces colocó en el caballo la señal de gloria y felicidad: un lucero blanco en la frente.
Por su pureza genética, se considera el fundamento de las razas del mundo, dado que transmite a su descendencia, su carácter y su estética, ayudando a mejorar y a estilizar las razas occidentales.
De este modo ha desempeñado un papel importantísimo en la evolución de casi todas las razas reconocidas, destacándose la creación del Pura Sangre Inglés (pura sangre de carreras).
El caballo árabe ha sido selectivamente criado durante más de mil años, tiempo superior a cualquier otra raza, no faltando quien afirma que ha corrido en estado salvaje durante milenios.
Otras opiniones, por el contrario, se basan en el hecho de que no se han hallado fósiles de caballos prehistóricos por aquellas tierras y también porque los romanos no lo incluían en sus famosas 12 razas ni tampoco lo mencionaban.
Los musulmanes creían que procedía por creación directa de Allâh, a partir de un puñado del viento del Sur, pero lo más cercano a la verdad es que, al igual que todas las razas de caballos y ponys, al Árabe hubiera evolucionado a partir de los caballos salvajes prehistóricos que poblaban las llanuras y las estepas de Europa y Asia, antes de la civilización humana y que se parecían en gran medida al Tarpán y al Caballo Salvaje de Asia de nuestros Días.
La Cría selectiva del Árabe por parte de los beduinos se ha venido produciendo, por lo menos, desde los tiempos del Profeta Muhammad (s.w.s.) (siglo VII) y las evidencias sugieren que ya se practicaba desde más de mil años atrás.
Los caballos beduinos
Los beduinos prestaban gran atención a la pureza de la línea y además, las excepcionales condiciones del clima del desierto también contribuían a dicha pureza, hasta el punto de que el Árabe es la raza más bonita e individual del mundo.
En el desierto el pasto era escaso y sólo crecía en invierno y a principios de primavera, por lo que los caballos debían alimentarse a base de leche de camella, dátiles secos, langostas y carne seca de camello.
En tales condiciones sólo sobrevivían los más resistentes a las inclemencias del clima y del terreno en donde vivían.
Las yeguas y no los sementales, eran las más apreciadas, constituyendo las monturas usadas en la guerra y los saqueos.
La pureza de la raza fue llevada a extremos de auténtico fanatismo y se practicaba la consanguinidad en la creencia de que esto aumentaba las buenas cualidades, sin reparar en que la auténtica repercusión de ello era la debilidad congénita.
Estos caballos fueron introducidos a Europa durante las invasiones de los moros, en el Mediterráneo Occidental.
Durante las Cruzadas, los ejemplares Árabes capturados parecían haber adquirido de nuevo la estatura necesaria para ser monturas principescas y reales, pero como caballo de batalla jamás fueron seriamente considerados debido a las pesadas armaduras que requerían monturas de gran talla y consistencia.
Las armas ligeras vinieron a cambiar todo este panorama.
A partir del Renacimiento y durante las batallas napoleónicas, la superioridad de los caballos Turcos era innegable por lo que la demanda de los caballos Árabes en Europa empezó a crecer.
En la actualidad los Árabes se crían en muchos países, mostrando ligeras diferencias de acuerdo a las preferencias locales, al clima y a los pastos.
Evidentemente, un animal criado en clima moderado y abundante pasto, será mayor y de mejor calidad que sus parientes criados en el desierto.
A pesar de que sus días como caballería militar han pasado, sus magníficas cualidades como animal de silla aseguran su futuro en este sentido y como semental, tal y como ha sucedido docenas de veces en el pasado.
Principales características
Sus principales características son su resistencia, salud, inteligencia y belleza.
Origen: Arabia, norte de África y Medio Oriente, más específicamente de Egipto.
Alzada: entre 1.44 y 1.52 m.
Pelajes: Tordillo, Zaino, Alazán y ocasionalmente negro.
Carácter: Notablemente fogoso, indómito y alegre, de gran inteligencia, lealtad y paciencia.
Cabeza: corta y fina, de cara cóncava, grandes ollares y elegante hocico, ojos grandes y oscuros, orejas pequeñas y puntiagudas.
Cuello arqueado y hombros consistentes. El cuerpo es compacto y musculoso y los cuartos traseros fuertes.
El efecto general es de gracia y simetría, orgullo y plenitud de vida. Los movimientos son directos, sueltos y airosos.
Los árabes tienen 17 costillas, 5 vértebras lumbares y 16 en la cola, mientras otros caballos presentan 18-6-18.
Esta formación ósea justifica la peculiar forma del dorso y la grupa, y el elevado porte de la cola.
La raza exhibe unos aires que la hacen flotar, como si se moviera sobre muelles invisibles.
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