El Pez, símbolo del cristianismo antiguo
El símbolo del pez puede que sea inspirado por la multiplicación milagrosa de panes y peces o por los peces que Jesús Resucitado compartió con sus discípulos (Jn. 21: 9). Al llamar a los discípulos Jesucristo les dijo:
«Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. -Mateo 4,19-20; cf Marcos 1,17).
El Pez como ícono del cristianismo
La referencia escrita del símbolo cristiano del pez más antigua que se conoce es de Clemente de Alejandría, (nacido en 150), quien recomienda (Paedagogus, III, XI) tener como sello una paloma o un pez. San Clemente no da explicación de estos símbolos, por lo que se puede concluir que ya estos eran ampliamente conocidos. El pez se encuentra ya en monumentos romanos de las primeras décadas del siglo II, como la Capella Greca y las Capillas del Sacramento de las catacumbas de San Calixto donde utilizaban la imagen del pez como símbolo cristiano.
La asociación del Ichthys con la Eucaristía es enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo de Hierópolis del siglo II, y en el epitafio de Pectorius de Autun. Abercius nos dice que en su viaje a Roma, en todas partes recibió como alimento «el Pez del manantial, el grande, el puro», como también «vino mezclado con agua junto con pan». Pectorius también habla del Pez como un delicioso alimento espiritual que nos da el «Salvador de los Santos». La asociación con la Eucaristía también es evidente en los frescos de la catacumba de Santa Priscila.
Desde el siglo II, el delfín es, con frecuencia, el pez de preferencia para este símbolo por ser este considerado un amigo del hombre. Después del siglo IV, el simbolismo del pez gradualmente disminuyó. En la actualidad, en medio del mundo pagano y agresivo contra los verdaderos cristianos, los que se deciden a ser fieles al Señor una vez más están recobrando este símbolo para identificar su compromiso de fe hasta la muerte.
Es posible que este ícono tuviera otros significados secundarios: Cristo como el Maestro que enseña a los discípulos a ser pescadores de hombres (el mar tenía siempre una connotación negativa, por lo que ser pescador de hombres era lo mismo que decir el Salvador), o en relación al milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
La cruz, símbolo de tortura y muerte
Los primeros cristianos nunca utilizaron el signo de la cruz para representar a Jesús. Para ellos, ésta conservaba un significado siniestro y muy doloroso por el que no podía utilizarse para representar al Salvador del mundo. Sólo comenzó a usarse la cruz a partir del siglo IV cuando ya había perdido todo su significado como instrumento de tortura.
En la primera Iglesia se usaron otros símbolos para representar a Jesús. Se usó la imagen del Buen Pastor para representar al Mesías como un pastor con una oveja sobre sus hombros. Pero el símbolo que más perduró fue el del pez.
En las catacumbas de San Calixto en Roma (las más importantes de allí) puede apreciarse frescos en las paredes con el pez, símbolo inequívoco del cristianismo.
Símbolo de Jesucristo
En el siglo II la Iglesia tomó la palabra «Ichthys», pez en griego, como símbolo de Cristo. A partir del siglo III la imagen del pez se utilizaba como símbolo cristiano.
Pero su principal significado lo recibe del acrónimo reseñado a continuación.
En esta simbología, las letras de la palabra «Ichthys» representan las iniciales de la frase:
Iesous Christos Theou Yios Soter
Ichthys:
I = Iesous (Jesús);
Ch = Christos (Cristo);
Th = Theou (Dios);
Y=Uios (Hijo);
S=Soter (Salvador)
«Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador»
El símbolo del pez y el críptico «Ichthus» fueron adoptados por los cristianos de la Iglesia Primitiva para representar a Jesucristo y manifestar su adhesión a la fe. Tanto el pez como el críptico, aparece numerosas veces en las catacumbas.
Una profesión de fe
Los cristianos, siendo minoría en un mundo pagano, tenían sus propios símbolos para identificarse y avivar su fe. En el pez (Ichthus), encontraban la profesión de fe, la razón por la que adoraban a Jesús y estaban dispuestos a morir.
Los creyentes son «pequeños peces», según el conocido pasaje de Tertuliano (De baptismo, c. 1): «Nosotros, pequeños peces, tras la imagen de nuestro Ichthus, Jesús Cristo, nacemos en el agua». Una alusión al bautismo. El cristiano no solo murió y nació de nuevo en el bautismo sino que vive de las aguas del bautismo, es decir, en la gracia del Espíritu Santo. El cristiano que se aparte de la vida de estas aguas muere. Como un pez muere al salir del agua, el cristiano muere si se deja seducir por la mente del mundo.
Con información de Primeros Cristianos
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