ActivismoDDHHImperialismoMedio OrientePoliticaSiria

Al Assad y la relación entre Occidente y los refugiados

El mandatario sirio ofreció una entrevista a medios rusos ©RT
El mandatario sirio ofreció una entrevista a medios rusos ©RT

Señor Presidente, Rusia también lleva ya 20 años luchando contra el terrorismo. Este puede tener diferentes formas pero parece que ahora ustedes lo están enfrentando cara a cara. El mundo ve un nuevo modelo de terrorismo. En el territorio ocupado, el Estado Islámico establece juzgados, administraciones. Hay datos de que se disponen a emitir su propia moneda. Es decir, aparecen ciertos rasgos formales de un Estado y esto quizá sea uno de los factores que atraen cada vez más simpatizantes de diferentes países. Podría explicarnos en fin contra qué están luchando ustedes. Se trata de un grupo terrorista enorme o tal vez de un nuevo Estado que busca cambiar radicalmente las fronteras en la región y en el mundo en general? ¿Qué es ahora el Estado Islámico?

Por supuesto, como usted ha dicho, el grupo terrorista –Estado Islámico–, trata de tomar la forma de Estado para atraer a sus filas la mayor cantidad de voluntarios que viven de las ilusiones del pasado, sueñan con crear un Estado Islámico que exista solo gracias a la religión. Este es un enfoque idealista que no tiene nada que ver con la realidad, esto es una equivocación. Un Estado no se puede tomar de la nada y obligar a que la sociedad lo acepte. El Estado debe ser el resultado del desarrollo natural de la sociedad, ser su imagen o copia aunque no siempre sea exacta. No se puede tomar un Estado ajeno y obligar a que la sociedad lo acepte. Aquí surge la pregunta: ¿el Estado Islámico o así denominado EI tiene algo de común con el pueblo sirio? Por supuesto, ¡no! Tenemos grupos terroristas, pero ellos no definen el carácter de nuestra sociedad. En Rusia también hay grupos terroristas, y tampoco son el reflejo de la sociedad rusa, no tienen nada que ver con su diversidad y su carácter sincero. Por eso, el hecho de que intentaran imprimir su dinero, sellos, expedir pasaportes y adquirir otro tipo de atributos de Estado, eso no significa que sean un Estado. En primer lugar, no tienen nada de común con el pueblo, en segundo lugar, la gente que vive en territorios ocupados por ellos, ahora huye a un verdadero estado, a su patria o bien luchan contra ellos con las armas en las manos. Y tan solo una minoría sigue creyendo en sus mentiras. Por supuesto que ellos no son Estado, sino un grupo terrorista. Veamos quienes son realmente. Ellos son la tercera ola de organizaciones políticas creadas por Occidente para difundir su venenosa ideología. Persiguen fines políticos. La primera ola, a inicios del siglo pasado trajo a los Hermanos Musulmanes. La segunda ola a Al Qaeda, que luchó contra la URSS en Afganistán. Y la tercera ola son el Estado Islámico, el Frente al Nusra y otras organizaciones similares. ¿Qué son el Estado Islámico y otros grupos de esta índole? Son un proyecto extremista de Occidente.

Señor presidente, desde que empezó la crisis siria han surgido más polémicas sobre el problema kurdo. Incluso antes, ustedes que representan el Damasco oficial, recibieron fuertes críticas por su actitud hacia la minoría kurda. Sin embargo, ahora las unidades kurdas prácticamente se han convertido en sus aliados militares en algunas operaciones contra el Estado Islámico. ¿Ya tienen una postura clara al respecto? ¿Quiénes son los kurdos para ustedes y quiénes son ustedes para ellos?

En primer lugar, no es correcto decir que el Estado llevase a cabo una política determinada con respecto a los kurdos, porque un Estado no puede preferir a algunos de sus ciudadanos: esto supondría la división del país. Si realmente hubiéramos realizado una política discriminatoria en la sociedad, la mayor parte no estaría del lado del Gobierno y el país se hubiese dividido desde el principio. Consideramos a los kurdos parte de la sociedad siria, no son extraños, viven en esta tierra, igual que los árabes, los circasianos, los armenios y muchas otras naciones y confesiones religiosas que conviven en Siria desde tiempos remotos. No sabemos cuándo algunas de estas naciones aparecieron en la región. Pero sin estos componentes no habría en Siria una sociedad monolítica.

Ahora bien, me pregunta si los kurdos son nuestros aliados. No, ellos son patriotas.

Además aquí no se puede generalizar: como cualquier otro elemento integrante de la sociedad siria, los kurdos se dividen en varias tendencias, pertenecen a distintas tribus y partidos políticos de izquierda y derecha, y difieren en otras cosas. Es decir, si hablamos de los kurdos como un todo, no podemos ser objetivos. Algunos partidos kurdos plantean ciertas demandas, sin embargo, no representan a todos los kurdos. Hay kurdos que se han adaptado totalmente a la sociedad, y me gustaría subrayar que en esta etapa no solamente son nuestros aliados, como algunos han intentado definirlos. Es que en nuestro ejército entre los héroes caídos hay muchos kurdos. Eso quiere decir que los kurdos viven en armonía dentro de nuestra sociedad. Por otro lado, tenemos partidos kurdos que plantean distintas exigencias, y ya hemos satisfecho algunas de ellas al principio de la crisis. Pero también hay otras demandas que no tienen nada que ver con el Estado y que el Estado no puede cumplirlas. Estas cuestiones son competencia del pueblo y la Constitución. Para resolverlas es necesario que el pueblo acepte estas exigencias antes de que nosotros, como estado, tomemos la decisión correspondiente.

En todo caso, cualquier asunto debe ser considerado en el marco nacional. Por eso yo digo: ahora nosotros nos hemos unido con los kurdos y con otros integrantes de la sociedad para luchar contra los terroristas. Hace poco he hablado de este tema: es nuestra obligación unirnos con el fin de oponer resistencia al Estado Islámico. Una vez que acabemos con el Estado Islámico, el Frente al-Nusra y otros grupos terroristas, podremos hablar de las reivindicaciones de los kurdos y de algunos partidos kurdos en el formato nacional.

Por lo tanto, aquí no hay ningún tema prohibido siempre y cuando se plantee en el marco del Estado sirio unido, del pueblo y de las fronteras, se desarrolle de acuerdo con el espíritu de la lucha contra el terrorismo y la libertad de la diversidad étnica, nacional, religiosa y confesional de nuestro país.

Señor presidente, usted ha respondido parcialmente a esta pregunta y, sin embargo, quisiera concretar. Ciertas fuerzas kurdas en Siria exigen, por ejemplo, cambiar la Constitución, introducir un mando local hasta la creación de un Estado kurdo autónomo en los territorios del norte. Hoy se escuchan este tipo de declaraciones, cuando los kurdos luchan exitosamente contra el Estado Islámico. ¿Está usted de acuerdo con estas declaraciones? ¿Podrían los kurdos considerar y esperar un tipo tal de gratitud? En general, ¿Se puede hablar de esto?

Cuando defendemos nuestro país no esperamos que nos lo agradezcan porque es un deber natural. Si alguien merece ser agradecido entonces es cada ciudadano sirio que defiende su patria. Pero yo considero que defender la patria es un deber. Cuando cumples con tu deber, tú no esperas agradecimientos. Sin embargo el tema que usted ha mencionado al principio y que está estrechamente vinculado con la Constitución siria. Si usted, por ejemplo, desea cambiar el sistema constitucional en su país, en Rusia, y nuevamente realizar la división territorial-administrativa o conceder a ciertas regiones de la Federación plenos poderes diferentes de los concedidos a otras regiones, eso no compite al presidente ni al Gobierno, sino a la Constitución. El presidente no es dueño de la Constitución, al igual que el Gobierno. La Constitución le pertenece al pueblo. Consecuentemente, cualquier modificación en la Constitución requiere un diálogo nacional. Como ya he dicho, el Estado sirio no se opone a ningún tipo de exigencias siempre y cuando estas no amenacen a la integridad de Siria, a la libertad de sus ciudadanos y la diversidad nacional. Si alguna parte, grupo o capa de la sociedad tiene alguna exigencia, estas tienen que estar siempre dentro de los marcos nacionales, y en forma de diálogo con otras fuerzas sirias. Cuando el pueblo sirio se ponga de acuerdo para dar estos pasos, relacionados con la federalización, descentralización, introducción de control autónomo o una reforma completa del régimen político, entonces esto requerirá un consenso común en la posterior introducción de cambios en la Constitución y la realización de un referéndum. Por eso dichos grupos deben convencer al pueblo sirio en la argumentación de sus sugerencias, ya que sus iniciativas no deben ser un diálogo con el Estado, sino con el pueblo. Por nuestra parte, cuando el pueblo sirio decida avanzar en una dirección determinada, nosotros, naturalmente, lo aceptaremos.

Hace ya más de un año la coalición de Estados Unidos realiza ataques aéreos en el territorio de Siria. Además actúan en los mismos territorios en los cuales las Fuerza Aérea Árabe Siria realiza ataques aéreos a las posiciones del Estado Islámico. A pesar de esto, no ha habido ningún encontronazo entre la coalición bajo la dirección de EE. UU. y la Fuerza Aérea Árabe Siria. ¿Existe algún tipo de coordinación directa o indirecta entre el Gobierno sirio y la coalición en la guerra contra el Estado Islámico?

Se sorprenderá, pero la respuesta es no. Entiendo que no suene convincente; nosotros luchamos, si es que se puede decir así, contra un enemigo común. Atacamos los mismos objetivos y los mismos lugares sin ningún tipo de coordinación, y no nos tropezamos los unos con los otros. Puede parecer extraño, pero es verdad. Entre el Gobierno, el Ejército sirio y Estados Unidos no hay ningún tipo de coordinación o contacto. Y es porque no pueden admitir ni aceptar el hecho de que nosotros somos la única fuerza que lucha contra el Estado Islámico en tierra. Desde su punto de vista, quizás, la cooperación con el Ejército sirio sería admitir nuestra efectividad al enfrentarnos al Estado Islámico. Por desgracia, esta actitud refleja la miopía y la terquedad de la administración estadounidense.

Entonces ¿no hay siquiera una cooperación indirecta? Por ejemplo, ¿por medio de los kurdos? Digo esto porque, como nos es sabido, Estados Unidos coopera con los kurdos; y los kurdos, por su parte, tienen contacto con el Estado sirio. ¿Quiere decir que no existe ninguna coordinación indirecta?

 No hay un tercer bando, tampoco los iraquíes. En el pasado nos avisaban por medio de los iraquíes antes de cualquier ataque. Desde entonces no hemos contactado con ellos, no hemos intercambiado mensajes a través de otros bandos.

Alejándonos un poco de este tema: usted vivió en Occidente y durante un tiempo se relacionó con otros líderes occidentales que desde el inicio de la crisis apoyan persistentemente a los grupos armados que tratan de derrocarle. ¿Cómo se sentirá si tiene que volver a trabajar con esos mismos líderes y darles la mano? ¿Podrá volver a confiar en ellos?

 En primer lugar, no se trata de una relación personal, sino de una relación interestatal. Cuando hablamos de las relaciones entre países, hablamos de ciertos mecanismos, no de confianza. La confianza es algo personal, algo con lo que no se puede contar en las relaciones políticas entre personas. Yo soy responsable de 23 millones de ciudadanos en Siria, y otra persona, digamos, es responsable de otras decenas de millones de personas en otro país. No se puede hacer que el destino de decenas o cientos de millones de personas dependa de la confianza entre dos personas. Debe haber un mecanismo. Cuando este existe, entonces se puede hablar de confianza. De otra confianza, no a nivel personal. En segundo lugar, la principal tarea de cualquier político, Estado, primer ministro o presidente es trabajar para el bien de sus ciudadanos y del país. Si un encuentro o apretón de manos con alguien puede beneficiar al pueblo sirio, yo estoy obligado a hacerlo, me guste o no. No hablamos de mí, no hablamos de si puedo o quiero hacerlo. Hablamos del beneficio que puedan traer las decisiones que yo vaya a tomar. Así que sí, estamos dispuestos a hacer todo lo que pueda beneficiar al pueblo sirio.

Sigamos hablando de las coaliciones por la lucha contra el terrorismo y el Estado islámico. El presidente de la Federación de Rusia Vladímir Putin llamó a crear una coalición regional para la lucha contra el Estado Islámico, y quizás las últimas visitas de algunos delegados árabes a Moscú se realizaron en este marco. Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores de Siria Walid al Mualem dijo que para eso se necesita un milagro. Se refiere, según Damasco, a la coordinación en el área de la seguridad con los Gobiernos de Jordania, Turquía y Arabia Saudita. ¿Cómo ve este tipo de coalición? ¿Cree que puede dar resultados? Como ya ha mencionado anteriormente, cualquier relación depende de los intereses. ¿Está usted dispuesto a coordinar sus acciones con estos países? ¿Es cierto que ha habido reuniones entre funcionarios sirios y saudíes, como han informado los medios de comunicación?

Con respecto a la lucha contra el terrorismo es un tema global y ambicioso, que cuenta con aspectos culturales, económicos y militares, que está directamente relacionado con la seguridad. Claro que en términos de medidas preventivas, todos los demás aspectos son más importantes que el aspecto militar y las cuestiones de seguridad. Hoy, sin embargo, teniendo en cuenta la realidad de la lucha contra el terrorismo, sobre todo cuando nos enfrentamos no solo a grupos armados concretos, sino a todo un ejército terrorista que cuenta tanto con armamento ligero como pesado y con miles de millones de dólares para reclutar a más miembros, se debe prestar atención en primer lugar, al aspecto militar y a las cuestiones de seguridad.

Así que para nosotros es evidente que la coalición debe actuar en diferentes direcciones, pero sobre todo debe luchar contra los terroristas ‘en el campo de batalla’. Es lógico que dicha coalición deba ser creada por los países que creen en la lucha contra el terrorismo. En la situación actual es posible que la misma persona apoye el terrorismo y luche contra él. A eso se dedican ahora países como Turquía, Jordania y Arabia Saudita. Pretenden ser una parte de la coalición anti-terrorista que opera en el norte de Siria, aunque también apoyan el terrorismo en el sur, en el norte y el noroeste. Básicamente en las mismas zonas en las que luchan contra el terrorismo. Subrayo una vez más: si estos países deciden volver a la actitud correcta, cambian de opinión y deciden luchar contra el terrorismo por el bien común, entonces nosotros, naturalmente, lo aceptaremos, y cooperaremos con ellos y otros Estados. No es algo categórico, no es que pensemos en términos del pasado. Las relaciones políticas cambian con frecuencia; pueden ser malos y hacerse buenos, o un enemigo puede volverse tu aliado. Es algo normal. Quienquiera que sea, cooperaremos con él en la lucha contra el terrorismo.

Señor presidente, actualmente está teniendo lugar un enorme desplazamiento de refugiados. En gran medida esos refugiados proceden de Siria y se dirigen a Europa. Existe la idea de que estas personas están prácticamente perdidas para Siria ya que han sido perjudicadas por el Gobierno sirio, que no ha podido protegerlos, y se han visto obligados a abandonar sus hogares. Diga, por favor: ¿cómo contempla usted a estas personas que han tenido que abandonar Siria? ¿Los contempla como parte de un potencial electorado sirio en el futuro? ¿Tiene la impresión de que volverán? Y una pregunta más: ¿Qué parte de culpa le corresponde a Europa en esta salida de refugiados que está teniendo lugar ahora? En su opinión, ¿es Europa culpable de ella?

Cualquiera que esté abandonando Siria, sin lugar a dudas, es una pérdida para la patria, no importa su ideología o posibilidades. Naturalmente, con exclusión de los terroristas. Es decir, estoy hablando de todos los ciudadanos menos los terroristas. Por eso, para nosotros, esta emigración supone una gran pérdida. Me ha preguntado acerca de las elecciones. El año pasado hubo elecciones presidenciales en Siria. En los países limítrofes, y en Líbano en primer lugar, había numerosos refugiados. Si hemos de creer en la propaganda de los medios de comunicación occidentales, todos ellos huyeron del Gobierno sirio, que los perseguía y los mataba. Los presentaron como si fueran enemigos del Gobierno. Cuál sería el asombro de los occidentales al ver cómo se dirigieron a los colegios electorales para depositar su voto a favor del presidente, a favor de quien, supuestamente, los estaba matando. Esto fue un golpe serio para los propagandistas.Con el fin de organizar la votación en el extranjero, debían darse determinadas condiciones. Hacía falta que hubiera una embajada. El Gobierno sirio debía controlar el proceso de votación. Todo ello depende de las relaciones con los países extranjeros. Muchos Estados habían roto las relaciones diplomáticas con Siria y habían cerrado nuestras embajadas en su territorio. En estos Estados no fue posible celebrar las votaciones, y a los ciudadanos les fue preciso ir a otro país donde sí hubiera colegios electorales. Eso fue lo que sucedió el año pasado. Por lo que respecta a Europa, por supuesto que es culpable.

Ahora Europa trata de mostrar el asunto como si su culpa estuviera tan solo en no haber puesto los medios o no haber podido garantizar una inmigración organizada, razón por la cual los refugiados se ahogaban al tratar de atravesar el Mediterráneo. Lo sentimos por todas las víctimas inocentes, pero ¿acaso la vida de los que se ahogan en el mar es más valiosa que la de los que mueren en Siria? ¿Por qué ha de ser su vida más valiosa que las de los que mueren degollados a manos de los terroristas? ¿Cómo es posible compadecerse del niño que murió en el mar y no reparar en los miles de niños, ancianos, mujeres y hombres que se han convertido en víctimas de los terroristas en Siria?. Este bochornoso doble rasero de los europeos se ha hecho evidente para todos y ya no se acepta. Carece de lógica sentir compasión por algunas de las víctimas e ignorar a todas las demás. No existe entre ellas ninguna diferencia sustantiva. Europa, desde luego, tiene responsabilidad en la medida en que ha apoyado y sigue apoyando y financiando el terrorismo. Ella califica a los terroristas de ‘oposición moderada’ y distingue entre ellos. Pero todos ellos son extremistas.

Si me permite, me gustaría volver a la pregunta sobre el futuro político de Siria. Señor presidente, sus oponentes (y por tales entiendo tanto a los que se oponen al poder con armas en la mano como a sus adversarios políticos) siguen insistiendo en que una de las más importantes condiciones para llegar a la paz es su retirada de la arena política y su renuncia al cargo de presidente. ¿Qué opina de ello no solo como cabeza del Gobierno, sino también como ciudadano de su país? ¿Está usted –teóricamente– dispuesto a marcharse si tiene la sensación de que es necesario?

Añadiré algo a lo que usted ha dicho: desde el principio la campaña informativa de Occidente ha estado dirigida a persuadir de que todo el problema estaba en la persona del presidente. ¿Y eso por qué? Porque querían que se tuviera la impresión de que el problema sirio se reduce a un individuo. En consecuencia, la reacción natural de la gente frente a esta propaganda era suponer que si toda la cuestión es cosa de una persona, de ninguna forma esta puede hallarse por encima de los intereses nacionales y debe marcharse, y que en este caso, todo se solucionaría. Así es como lo simplifica todo Occidente. Sin embargo, lo que en realidad sucede en Siria es semejante a lo que viene sucediendo en toda la región.

Fíjese en lo que pasó en los medios de comunicación occidentales al principio de las revueltas en Ucrania: para ellos, el presidente Putin pasó de ser amigo a enemigo de Occidente, un zar, un dictador que reprime a la oposición rusa, que accedió al poder de forma antidemocrática, sin importar que fuera elegido en unas elecciones democráticas aceptadas por Occidente. Hoy, para ellos, esto ya no es una democracia. Así es la campaña de información occidental.

Se dice que cuando se vaya el presidente, las cosas irán mejor, pero eso, de hecho, ¿qué significa? Para Occidente significa que mientras siga siendo presidente ellos seguirán apoyando el terrorismo, porque han convertido en una prioridad el cambio de dirigente de los llamados ‘regímenes’ de Siria, Rusia y otros países. Y es que Occidente no admite socios ni Estados soberanos. ¿A qué se reducen sus aspiraciones respecto a Rusia? ¿Y a Siria? ¿Y a Irán? Se trata de Estados soberanos. Les gustaría quitar a una persona y poner en su lugar a otra que actúe en interés de Occidente, y no en el de su propia patria. En lo que atañe al presidente, llega al poder con la conformidad de su pueblo, por medio de un proceso electoral, y si se va, lo hace a petición de su pueblo, y no por la decisión de EE. UU., del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de la Conferencia de Ginebra o del memorando de Ginebra. Si el pueblo desea que se quede, el presidente se quedará, y en caso contrario tendrá que irse sin pérdida de tiempo. Esta es mi postura principal en cuanto a su pregunta se refiere.

Señor Assad, el conflicto bélico se ha prolongado durante más de cuatro años. Usted, probablemente, a menudo analiza lo acontecido y vuelve la mirada al pasado. Desde su punto de vista, ¿hubo algún momento decisivo en el que comprendiera que la guerra era inevitable? ¿Quién puso en marcha los engranajes de esta guerra? ¿La influencia de Washington, sus vecinos de la región de Oriente Medio, o sus propios errores? ¿Hay algo que lamente y que desearía cambiar si fuera posible volver atrás en el tiempo?

Cualquier Gobierno comete errores. Sucede, probablemente, todos los días. Pero estos errores no son fatídicos, sino más bien una cuestión cotidiana. ¿Qué errores han podido conducir a lo que ha sucedido en Siria? No suena lógico. Tal vez se sorprenda cuando le diga que de los acontecimientos previos a la crisis siria, el más decisivo fue la guerra del 2003 en Irak, cuando el país fue invadido por EE. UU. Nosotros estuvimos totalmente en contra de esta agresión, ya que entendíamos que como resultado de esta guerra Irak se desgarraría en facciones confesionales. Al Oeste tenemos a Líbano, un país dividido por diferentes confesiones. Y nosotros comprendíamos perfectamente que todo esto nos influiría. Por ello, el origen de esta crisis se encuentra en aquella guerra, que desgarró Irak en base a identidades religiosas; algo que en parte se ha manifestado en la situación de Siria y que ha hecho más sencilla la tarea de instigación de discursos violentos entre distintas confesiones en Siria.

Por otra parte, aunque no tan decisivo como el anterior, otro acontecimiento importante fue el del apoyo oficial que Occidente brindó a los terroristas en Afganistán a principios de los años 80, a los que denominaron ‘combatientes por la libertad’. Más tarde, en el 2006, en el Irak tutelado por EE. UU. apareció el Estado Islámico, al que Washington no combatió de ningún modo. Todos estos factores, en su conjunto, pusieron las condiciones para el comienzo de los desórdenes con el apoyo de Occidente, de los estados financiados del golfo Pérsico, especialmente de Qatar y Arabia Saudita, el respaldo logístico de Turquía, especialmente teniendo en cuenta que Erdogan pertenece ideológicamente a la organización de los Hermanos Musulmanes y, en consecuencia, cree que un cambio en la situación de Siria, Egipto e Irak significará la fundación de un nuevo sultanato, no otomano, sino perteneciente a los Hermanos Musulmanes, que se extenderá bajo el mandato de Erdogan del Atlántico al Mediterráneo. Todos estos factores llevaron la situación al punto en el que nos encontramos.

Una vez más, subrayaré que puede haber errores y fracasos, pero estos no explican nada. De otro modo, ¿por qué no se dan revoluciones en los países del golfo Pérsico, especialmente en Arabia Saudita, que no tiene ni idea de lo que es la democracia? Creo que es algo lógico. (I)

Con información de Telégrafo y RT

©2015-paginasarabes®

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

5 × 2 =

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.