210Po – El asesino de Yasser Arafat – Por Moro
Tomando en cuenta la historia, Israel tiene amplia experiencia en asesinatos políticos contra sus enemigos, especialmente contra líderes palestinos. Arafat dijo que el ex primer ministro Ariel Sharon intentó matarlo en 13 ocasiones. Sharon le contó al periodista Jeffrey Goldberg Bloomberg:
«Todos los gobiernos de Israel durante muchos años, como los laboristas, y como Likud, todos ellos se esforzaron en tratar de «quitarlo de nuestra sociedad». Nunca tuvimos éxito», refiriéndose a Arafat. Sharon siempre lamentó con amargura que el ejército israelí no había podido acabar con Arafat durante la invasión de Líbano en 1982.
Recordemos por ejemplo, cuando unos aviones de guerra israelíes llegaron a punto de destrozarlo durante la invasión de Beirut cuando dispararon a uno de los edificios del cual sospechaban que se estaba usando como cuartel general. O cuando Arafat se escapó de otro ataque en su cuartel en Túnez en 1985. Acababa de salir a correr cuando los terroristas atacaron, matando a 73 personas. También escapó de otro atentado contra su vida en diciembre del 2001, cuando fue trasladado de urgencia a un lugar seguro antes de que unos helicópteros israelíes pudieran ametrallar su cuartel de Ramallah.
«Todos los gobiernos de Israel durante muchos años, como los laboristas, y como Likud, todos ellos se esforzaron en tratar de «quitarlo de nuestra sociedad». Nunca tuvimos éxito»
Ariel Sharon
Pero esto no deja de ser parte de lo “normal y cotidiano” ante un enemigo de la talla de Arafat, el enemigo va a tratar de aniquilarlo por todos los medios posibles, y aquí viene lo triste y detestable… la utilización de traidores dentro de la propia organización.
Es demasiado sospechoso que, las autoridades palestinas hayan resistido la investigación para lograr dilucidar la inexplicable muerte de Arafat. Independientemente de quién lo haya planeado,alguien en su círculo inmediato tuvo que haber puesto una pequeña dosis del isótopo mortal en alguna bebida o alimento que Arafat ingirió.
De este modo queda muy mal parado Mahmoud Abbas, el presidente de la ANP, elegido de Washington para tomar el lugar de Arafat en las elecciones celebradas poco después de su muerte. La Autoridad Palestina nunca llevó a cabo ninguna investigación seria sobre la muerte de Arafat. Abbas sólo accedió a exhumar el cuerpo de Arafat después que el Mufti Mohammed Hussein, principal clérigo musulmán de Cisjordania, dijo que él no se oponía.
Resulta muy sintomático que, ahora que en la famosa y prestigiosa FIL de Guadalajara se repudia abiertamente la presencia de Israel como invitado de “honor” y que ya no se encuentran demasiados adeptos que quieran dejarse convencer de la eterna posición de víctimas de la historia, vapuleados por la humanidad siglo tras siglo; ellos quieran quedar libres de la mancha que implicaría el envenenamiento del padre de la Patria Palestina.
Históricamente los jefes de Estado, personajes ligados al poder, filosófos y enamorados han utilizado esta arma tan sibilina y casi siempre cruel para acabar con las vidas de terceros e incluso la propia.
Pero volviendo a la muerte que causó el alerta sobre la posible causa del agente utilizado para exterminar a Arafat, recordemos que El 23 de noviembre de 2006 murió en Londres, a los cuarenta y tres años, Alexander V. Litvinenko, antiguo miembro de la KGB, como consecuencia de los daños que había causado en su organismo el polonio, un elemento químico radiactivo. Semanas más tarde se encontraron trazas de este raro elemento en una de las tazas del bar Pine del hotel Millennium de Mayfair, en Londres, donde Litvinenko había tomado té poco antes de sentirse enfermo. Tomamos este caso como piloto para analizar la muerte de Yasser Arafat, ya que fue debidamente estudiado y documentado y nos será de gran ayuda.
Un dato a tener en cuenta es que el polonio es uno de los elementos menos abundantes de la corteza terrestre y también de los más peligrosos, a causa de su radiactividad. Por lo tanto no es posible encontrarlo a la vuelta de la esquina, y menos en las proporciones que dieron lugar al envenenamiento de Yasser. Lo más estremecedor es ver el deterioro físico que se produce en la víctima día a día.
A diferencia de la mayoría de los venenos conocidos, la peligrosidad del polonio no es dada por sus propiedades químicas, sino por las modificaciones que tienen lugar en su núcleo, que hacen que se transforme en otro elemento químico. El polonio se encuentra en la corteza terrestre en los minerales de uranio en una proporción de unas décimas de miligramo por tonelada.
El isótopo del polonio que se encontró en los cuerpos de Litvinenko y Arafat, es el de masa 210 (que se representa como 210Po), que sufre un proceso espontáneo de desintegración radiactiva tipo α, y se transforma en plomo.
Hay muy pocos laboratorios a nivel mundial que dispongan de la tecnología requerida para obtener 210Po. Estos son fundamentalmente los reactores del complejo nuclear Avangard, situado en la ciudad rusa que se denominó Arzamas-16 durante el periodo soviético, ciudad que realizó un hermanamiento con la tristemente célebre ciudad yankie de Los Álamos en el año 1993 (¿No fueron justamente los soviéticos los que junto a los franceses cambiaron su “veredicto” con respecto a la existencia de polonio para negar rotundamente su existencia en los restos mortales de Arafat?).
El 95 % del 210Po que se produce en la Tierra se obtiene de los reactores nucleares de Avangard. Rusia exporta unos 8 gramos de 210Po al mes a los países occidentales, fundamentalmente a Estados Unidos, donde se emplea en cantidades mínimas para eliminar cargas estáticas en los cepillos empleados por los fotógrafos o como fuente de energía en satélites y naves espaciales. También es sabido que la caída del régimen soviético favoreció un floreciente comercio ilegal de material radiactivo. El comercio ilegal de este elemento se ve favorecido por lo difícil que resulta su detección, para la que no sirven los contadores Geiger, que solo son sensibles a emisiones γ o β, y no a las α, que son la principal forma de emisión del polonio. Por eso puede transportarse en pequeñas ampollas de vidrio sin ser detectado en los controles de los aeropuertos.
En cualquier caso, sea transportado de forma legal o ilegal, el precio del polonio es prohibitivo, pues, según algunas estimaciones, la dosis suministrada a Litvinenko habría costado 39 millones de dólares, aunque otras fuentes citan la cantidad más «modesta» de un millón de dólares. Ambas cifras son enormes para cualquier economía doméstica, sin embargo, es un precio que más de un estado estaría dispuesto a pagar por la eliminación de un importante enemigo. Tomando en cuenta los gastos realizados por los distintos gobiernos sionistas para eliminar a Yasser Arafat, incluyendo movimiento de tropas, aviones y helicópteros, bombas y explosivos; la suma pedida para esta “solución final” no sería tomada como exagerada o inaccesible para el gobierno sionista.
Es de suma importancia para el desarrollo de la investigación saber que, el Polonio 210 no es peligroso mientras no entre en el organismo, ya que al ser un emisor de las pesadas partículas α, una delgada capa de unos cuantos milímetros de espesor de cualquier material es suficiente para detenerlo, como, por ejemplo, las capas más externas de la epidermis. (Ya con esto descartamos la hipótesis del equipo francés que indicaba que pudo estar “expuesto” a la radiación, ya sea por el contacto con armas u otra fuente; de haber sido así, hubiese tardado décadas en morir, quizás de leucemia u otro tipo de cáncer y no de manera tan fulminante).
El problema es que Litvinenko y Yasser Arafat lo bebieron. ¿De qué otra manera podría haber entrado en sus organismos?
Las preguntas que nos surgen para tratar de comprender lo sucedido son varias, a saber: ¿Dónde va el polonio? ¿En qué órganos se acumula? ¿Qué efectos tiene?
Dependiendo de cómo haya entrado, los efectos serán diferentes. Los más graves e irreversibles tendrán lugar cuando el polonio haya llegado al torrente sanguíneo. El primer problema de Litvinenko fue que se tragó el polonio y se abrasó por dentro, ya que el veneno ingerido debió de dañar todo el tejido epitelial del aparato digestivo y luego se acumuló en el hígado, riñones e intestino, donde debió de producir una muerte masiva de las células.
Por si eso fuera poco, al tratarse de partículas doblemente cargadas, a su paso por los distintos tejidos debieron de arrancar electrones, produciendo por ello radicales libres que al reaccionar con los distintos tejidos causaron náuseas, vómitos, diarreas y fuertes dolores de estómago. (No es casual que sean los mismos síntomas que presentara el Padre de la Patria Palestina que derivaron en su internación y posterior muerte).
Tras ese viaje devastador, el 90 por ciento del polonio ingerido salió del cuerpo de Litvinenko, quien para entonces debía de estar maltrecho, pero aún vivo. Lo auténticamente dañino fue el 10 por ciento restante, que tras pasar al torrente sanguíneo fue a parar a los tejidos blandos: hígado, riñones, bazo y médula ósea. En las células de los riñones y del hígado pudo causar muerte celular masiva y necrosis del órgano, aunque el efecto letal se debió de alcanzar cuando llegó a la médula ósea y esta dejó de funcionar, lo que causó la muerte.
Antes de este desenlace fatal, el polonio mató los folículos pilosos, por lo que Litvinenko perdió todo el pelo en los últimos días de su vida. Si el polonio hubiera sido inyectado se habrían requerido dosis mucho menores para producir la muerte, en concreto, la décima parte. En cualquier caso, no debió de ser una muerte dulce.
Me llama poderosamente la atención que medios supuestamente pro-palestinos, con absoluta liviandad, levanten y difundan publicaciones del Nuevo Orden en la cual desestiman el claro asesinato del líder palestino, desligando de culpabilidad o aunque sea repudio a los autores físicos e intelectuales del mismo, haciendo de éste modo el juego a aquellos a quienes dicen combatir. Los pequeños y medidos pasos nos permiten analizar, investigar, profundizar e incluso corregir errores. Acostumbrados a dar “pasos gigantes” quedan expuestos al ridículo.
Por Moro
Para Páginas Árabes.com
Con información de:
- «Alexandr Litvinenko poisoning»
- «La muerte de Sasha» Goldfarb, A., y M. Litvinenko,
- «Polonium-210 as a poison» Harrison, J., R. Ledggett, D. Lloyd, A. Phipps, y B. Scott,
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