Hombres de Luz
Los Andaluces queremos volver a ser lo que fuimos, y esto supone la recuperación de la memoria histórica de nuestro pueblo, expoliado por la conquista castellana y que relegó al olvido la memoria histórica de un pueblo glorioso.
Blas infante descubrió en el estudio de la historia de Al-Andalus a una nación reconocida, y la compresión de este periodo de la historia de Andalucía, junto a la marginalidad a la que se verá sometida durante siglos, sería el punto de partida para recuperar la conciencia del pueblo andaluz.
El peor enemigo de los hombres y de los pueblos es la ignorancia. Que enorme habilidad demostraron los conquistadores y luego sus descendientes, que utilizando el engaño, la estafa, la manipulación de la historia, ocultaron la realidad histórica y la disfrazaron de mitos. Con la invasión castellana se van a recoger con minuciosidad todos los datos posibles para configurar una historia de Andalucía romana. Dejando en el olvido, todo el esplendor que el pueblo andalusí había legado durante siglos a la historia de la Humanidad.
Aquí en Andalucía de nuevo como en nuestro pasado de Al-Andalus o en el siglo de oro, se produce un auténtico renacer de la poesía y del teatro popular andaluz en sus formas más auténticas. Federico García Lorca vuela entre las alas de la escena, comunicando de manera integral todo elemento artístico que en sus dedos se ha hecho lírica, música, puntura, vida.
1925.- Mariana Pineda.- En la puesta en escena de Madrid, Margarita Xirgo, la actriz que más obras de Federico escenificaba llegando a formar parte de su biografía artísticas representará al personaje.
Mariana Pineda es un estandarte de las libertades en Andalucía. Las Cortes de Cádiz, el movimiento federalista, el cantonalismo, la autonomía, la independencia. Todo lo que en Andalucía sea una batalla por nuestras libertades, su sangre, la sangre de una mujer andaluza.
Mariana Pineda, lo perfuma. Tiene el negro de los ojos de las hermosas y el blanco y verde a medio bordar.
Es durante el ominoso reinado de Fernando VII en el Imperio español una andaluza de Granada, fue detenida y condenada a muerte por participación en una rebelión contra el poder del tirano y cruel personajillo, le encuentra en su casa una bandera –símbolo de la insurrección, lo que motiva su encarcelamiento, tortura y muerte, se le prometió excarcelación si facilitaba los nombres de los responsables más directos, Mariana opta por el silencio.
Fue cruelmente asesinada por aquella justicia a garrote vil, en plaza pública, el 26 de Mayo de 1831 cuando sólo tenía veintisiete años de edad. Federico comenta,
“Andalucía tiene todo el aire de libertad”.
¡Morir! Que largo sueño sin ensueños ni Sombra
¡Pedro, quiero morir por lo que tú no mueres,
por el puro ideal que iluminó tus ojos!
¡Libertad! Porque nunca se apague tu alta lumbre
me ofrezco toda entera. Arriba corazones!
En Bodas de Sangre. El cuadro de la tragedia se desarrolla en un pueblecito andaluz que vibra como una espada del Magreb. Todo es andaluz en la escena. Todo es universal y siempre andaluz, nuestro sentido de la vida, el marco, la desgracia telúrica, el ludismo, el placer, la pasión; todo, absolutamente todo nuestro ensamblado joyel.
Ni a la Iglesia, ni a Castilla se les puede olvidar que llegaron a nuestra Andalucía con las crines del crimen.
Que la historia del Estado español no tiene grandezas y sí maldiciones bíblicas. Bernada Alba proclama la falsedad y miseria de esta herencia y grita contra la opresión cristiana-facista que pesa sobre la mujer andaluza. Tantas son las lágrimas que el llanto nos ciega…
Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡A callar he dicho! ¡Las lágrimas cuando estés sola…!
La noche del 17 de Agosto, un automóvil que sale diariamente de Granada con dirección a Viznar, transportando vidas para segar, se lleva a Federico García Lorca, junto a un torero llamado Galadí. Son encerrados en la Colonia junto a otro torero que ya se hallaba allí. Era un sitio oscuro, sombrío, y… de paso, en este trágico y horrible desenlace:
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible
Si, llorando las angustias humanas, la destrucción de los valores humanos; García Lorca está anunciando su propio suplicio, su propia muerte. Su angustia se rebela contra una razón, contra un orden que trata de anular LA LIBERTAD, la más honda y universal libertad. Es la misma razón el mismo orden que le llevan a este cadalso. Federico llega a ser la Victima, no sólo moral sino física, en el reparto de los personajes de su propio teatro, de su propia obra.
Para el asesinato del ruiseñor, venían
tres mil hombres armados de lucientes cuchillos.
Ese dolor, confusión, deprimente angustia que se manifiesta en el poeta cuando toma contacto con una caótica, deformante y perversa realidad (pero de la que nunca puede prescindir), cuando se destruye su pura niñez, o la raíz que ligaba al poeta con esa niñez, con la tierra misma de su canto, con una diminuta, palpitante y universal Andalucía. Ese dolor y angustia toma, aquí en su propio calvario, su más cruel y cruda expresión.
“Su poesía su calvario se convierte en un grito de impotencia sostenida”.
Con este ASESINATO, asesinando a García Lorca, pretenden asesinar las figuras heroicas que Lorca levanta contra la miseria y la degradación, pretenden asesinar los negros de su Poeta en Nueva York, los gitanos de Romancero Gitano. ¿Sólo? Más. Pretendían borrar su canto al amor libre y sensual, su canto a la inocencia, su canto a un pueblo que vive intensamente su propia vida: ¿Y qué género o especie podía acometer tal aberración? Sorel da en la clave: “Eses Lumpen reclutado por caciques y oligarcas para estos siniestros festines. Esa subcultura que ellos mismos alimentan, de la que se sirven para engordar sus órdenes, militares, religiosas, morales”.
Federico García Lorca no era de los poetas que pasan por la vida sin apenas rozarla. No, la vive, la siente, la palpita en su más variada y bella expresión, y también, vomita. Vomita con impetuosa fuerza sobre los que pretenden constreñirla a la incongruencia, a la miseria, a la locura, al fatalismo
Llegaban los rumores de la selva del vómito
con las mujeres vacías, con niños de cerca caliente,
con árboles fermentados y camareros incansables
que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva
sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta
Ni el vómito del gato que se tragó una rama por descuido.
Son los muertos que arañan con sus manos de tierra
las puertas de pedernal donde se pudren nobles y pobres.
En la última entrevista publicada antes de su muerte, Federico decía:
”En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con un pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas”.
Antes, en 1934, diría:
“Yo siempre seré partidario de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega… En el mundo ya no luchan fuerzas humanas, sino telúricas. A mí me ponen en una balanza el resultado de esta lucha: aquí tu dolor y tu sacrificio, y aquí la justicia para todos, aún con la angustia del tránsito hacía un futuro que se presente, pero que se desconoce, y descargo el puño con toda mi fuerza en este último platillo “
Y todo es musicalidad, sueño. Andalucía. Nadie la había visto más que en sueños al saltar los verdes vallados de nuestros campos; hagámosla sin embargo, con las artes y hechicerías gitanas. Desde aquí abajo, entre nosotros, donde empieza el Paraíso y con los ojos más abiertos que podamos.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar,
y el caballo en la montaña.
De honrada lírica y admitiendo el polistilo de mimbre, nardo, lirio y pena… se acerca la madrugá del Viernes Santo. Es la luna quien pone luz a este romance.
¿Qué tierra iba a ser Andalucía que no tuviera también su luna? La locura ni sabe ni quiere dar razón de sí misma, y no obstante, domina su frescor histórico. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. ¿Cuándo vendrán los gitanos? Y… los moriscos ¡cuándo vendrán! Con los ojillos cerrados dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. Saben que son anfibio sendero morisco. ¿Y los moriscos? ¡Gnósticos! ¡Unitarios! Y además los sefardies. Todos andaluces y víctimas de la misma espada caliente.
Fuente: Islam y Al- Andalus
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