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LA LITERATURA AGRONÓMICA EN AL-ANDALUS

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Una de las primeras medidas que adoptaron los musulmanes fue la recopilación y traducción de gran cantidad de textos antiguos sobre agricultura -la mayoría orientales-, y en el siglo X surgió “La escuela agronómica andalusí”, que habría de conocer un gran auge durante los siglos XI-XII, en los que se escribieron numerosos tratados de agricultura, plasmándose también las costumbres comerciales agrícolas en los tratados de “Hisba” (de usos y costumbres)”.

Ibn al-Awwän ó Abü Zaccaria es el autor de origen andalusí que con más detalle escribió sobre agronomía en su Libro de Agricultura Kitäb al-filäha.



La política unificadora y universalista del Califa Abderrahmán II, cuyo nombre honorífico era: al-Nasir Li-din (el que combate victoriosamente por la religión de Allâh) atrajo numerosas embajadas extranjeras, que acudían a al-Andalus con el fin de pactar o negociar con él. Fue a través de una de ellas, enviada por el emperador Vizancio, que nos llegó un tratado que habría de permitir una extraordinaria evolución en el terreno de la ciencia: el libro de “Dioscórides”, y junto a él, envió el emperador a un monje, Nicolás, para que ayudase en la labor de traducción. El emperador de Bizancio no podía haber hecho un mejor y más útil presente al califa. En dicho libro estaban recopiladas la mayor parte de las plantas conocidas y junto a su descripción, una detallada enumeración de sus propiedades farmacológicas y alimenticias.

En el siglo XI surgió en Sharq al-Andalus un nuevo género literario que describía con júbilo los jardines y frutos de la época. El género poético sobre jardines se conoció como rawdiyyat (de rawd, ‘jardines’ en árabe). En él se aludía a los jardines en general, pero existía otro género llamado ‘poema floral’, que se conocía en árabe como nawriyyat, y se refería específicamente a las flores.

 

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Conocidas son las narraciones del poeta Ali ben Ahmad sobre lo que presenciaba en los jardines de la almunia de al-Mansur, en Blansiya/Valencia.

Un poeta famoso en este género fue el valenciano Abu Ishaq Ibrahim Ibn Jafaÿa de Alcira (1058-1138), al que llamaban al-Ÿannán (“El Jardinero”), por su dedicación a este tipo de poesías y porque fue especialista en describir flores y jardines. Su obra ha sido citada por el historiador musulmán argelino al-Maqqarí (1591-1634) en su Nafh at-tib min ghusn al-Ándalus ar-ratib (“Exhalaciones de perfume de la rama tierna de al-Ándalus”), y analizada por el profesor Hamdán Haÿÿaÿi de la Universidad de Argel en su estudio Vida y obra de Ibn Jafaÿa, poeta andalusí (Hiperión, Madrid, 1992).



Cuántas veces he ido en hora temprana a los jardines:

las ramas me recordaban la actitud de los amantes.

¡Qué hermosas se mostraban cuando el viento las entrelazaba como cuellos!

Las rosas son mejillas; las margaritas, bocas sonrientes, mientras que los junquillos reemplazan a los ojos.

Ibn Hafs al-Yaziri (s. XI)

 

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Ibn Jafaÿa nació en la población de al-ÿazirah (Alcira que significa «la isla») ejercita la predilección de los poetas musulmanes de apelar a este tipo de metáforas y alegorías:

«Ráfagas de perfume atraviesan el jardín cubierto de rocío, cuyas tapias son el circo donde corre el viento…».

«Era un caballo alazán con el cual se encendía la batalla con un tizón de coraje. Sus crines eran del color de la flor de granado; su oreja, de la forma de la hoja de mirto».

«La flor hace pensar en un ojo que, bañado por las lágrimas, se ha despertado; el agua, en una boca sonriente que seduce por el brillo (de sus dientes)».

«¡Oh habitantes de al-Ándalus, qué felicidad la vuestra al tener sombras, ríos y árboles!

«El Jardín de la Felicidad Eterna no está fuera, sino en vuestro territorio; si pudiera elegir es este lugar el que escogería. No creais que mañana entraréis en el Infierno; ¡no se entra en el Infierno después de haber estado en el Paraíso!».

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Los tratados sobre agricultura eran muy completos, con un contenido y una estructura uniformes. Describen los distintos tipos de tierra y formas para modificarla, como nivelarlas para que puedan ser regadas correctamente. Distintos tipos de agua y la conveniencia de uno u otros en función del tipo de tierra y vegetales que se regarán. Abonos según la época, la tierra o las plantas. Los vegetales los estudian por grupos: cereales, hortalizas, frutas, modo de siembra, abonado cultivo, injerto, poda, modo de eliminar plagas, recolección de cosechas y modo de guardar los productos.



La importancia que cada uno tiene en la alimentación teniendo en cuenta sus cualidades, composición y sabor, así como sus propiedades curativas o efectos sobre el ser humano, dando incluso recetas culinarias y médicas.

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Jardines, y casas de campo, con indicación de las plantas más adecuadas para ambos casos y dando normas para emplazarlas en la mejor situación, tanto las plantas como las edificaciones. Es frecuente que la parte final de cada obra esté dedicada a los animales domésticos, sus características, cuidados y aprovechamiento, contandose entre tales animales las abejas, como productoras de miel.

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Una de las principales obras agrícolas andalusíes es El Tasrïf, además de un alto valor médico y quirúrgico, interesa en nuestro caso por ser fuente para autores de textos agrícolas posteriores y confirma que la agronomía andalusí tiene sus orígenes en la medicina y en la farmacología. Su autor, Abü-l-Qäsim ibn ‘Abbäs al-Zahräwi, conocido entre los latinos como Abulcais o Albucasis, fue un gran científico de renombre, sobre todo por su obra médica, de gran altura científica, en la que se ocupa de la anatomía, la patología, la higiene, la dietética, la cosmética, la farmacología y especialmente la cirugía.

También hemos de reseñar el Kitäb tafsïl al-azmän wa-masälih al-abdän, escrita alrededor del año 962, coincidiendo con la subida al trono de al-Hakam II, y obra de otro gran personaje, médico y político afamado, e hijo de un cristiano converso Abü-l-Hasan ‘Arïb ibn Sa`ïd al Ktïb¨al-Qurtubï al-Andalisï, conocido como ‘Arïb ibn Sa`ïd. Paradigma de las que vendrán luego englobadas bajo el nombre de Calendarios, fue el Kitäb al-anwä’, tradicionalmente conocido como el Calendario de Córdoba, donde se ofrecen datos de tipo astrológico,meteorológicos, médicos, agrícolas y veterinarios, todo ello ordenado por meses.

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Maymü ‘fi-l-filäha, es el resultado de los conocimientos médicos y botánicos de su autor, Ibn Wäfïd médico de la corte de Toledo y reputado botánico conocido como Abengëfit, Aben Nufit o Abencenif. Ibn Bassäl, de nombre Abü ‘Abd Al.läh Muhammad ibn Bassäl, puede ser considerado como el maestro de la escuela andalusí del siglo XI. Autor de Kitäb al-qasad wa-l-bayän, aunque el texto que ha llegado hasta nosotros no abarca la totalidad de su obra, consta de 16 capítulos que se ocupan de los distintos tipos de aguas, de las tierras y sus propiedades, de los abonos y estiércoles, del conocimiento de las tierras por medio de la vegetación espontánea, de las plantas cultivables y sus cuidados, los árboles sus injertos su poda y tala, el cuidado de las plantas herbáceas, las especias, el regadío, los bulbos y las raíces, verduras, plantas aromáticas, noticias referentes a los pozos, los modos de cuidar la tierra para evitar las plagas, y la conservación de frutas y frutos secos.



No podemos olvidar a Abü-l-Jayr autor del Kitäb al-filäha, de un Calendario andalusí y del Kitäb al-nabät. Ni al descendiente de Witiza, Ibn Hayyäy, perteneció a una rama de la familia visigoda descendiente de Witiza que había emparentado con una familia de origen yemení, él fue el autor de al-Muqni `fil-filäha.

La magnifica obra titulada `Umdat al-tabïb fi ma `arifat al-nabät li-kulllabïb pertenece al llamado habitualmente El Botánico Anónimo, por desconocerse su nombre.

Anónimo es también el autor de Kitäb fï tarïb al-giräsa wa-l-magrusät.

El granadino al-Tignarï, geópono al igual que los anteriores, es el autor de Zuhrat al-bustän wa-nuzhat al-adhän.

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El brillante botánico Ibn al-Baytär, llamado el Dioscórides español por Menéndez Pelayo, ha sido el autor de diversas obras, pero solo citaremos su Kitäb al-yämi`li-mufradät al-adwiya wa-l-agdiya donde se refiere a unos 1.400 simples, contados entre vegetales, animales y minerales, cifra que rebasa bastante la de la Materia Médica tenida entonces y siempre como modelo.

Enlazado cronológicamente con él encontramos al más importante de los geóponos andalusíes, Abü Zakariyyä, conocido como Ibn al-`Awwäm, su Kitäb al-Filäha tratado agrícola dividido en 34 capítulos, recoge lo mejor de cuanto se había escrito antes por griegos y árabes, además de incluir muchas ideas propias. Esta obra es de tal calidad e interés que en el siglo XVII el ministro Campomames la consideró útil y necesaria para la agricultura española de aquel tiempo y mandó al franciscano Josef Banqueri que la tradujera al castellano. Posteriormente se publicó, en dos volúmenes en 1802, y en 1988 el Ministro de Agricultura Pesca y Alimentación costeó la edición en facsímil. También existe una versión francesa que se llevó a cabo entre 1864 y 1867.

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En la Escuela de Estudios Árabes de Granada, se conservan 50 folios dobles del manuscrito del Kitäb ibdä `al-maläha wa-inhä`al-rayäha fi usül sinä`at al-filäha, escrito en verso por Ibn Luyün.

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