Los encargados de esta 53 edición del Festival de Cine Internacional de Gijón no se podían ni imaginar la actualidad, desgraciadamente, que tendría la película belga Black cuando decidieron seleccionarla para la Sección Oficial. Está dirigida por Bilal Fallah y Adil El Arbi, dos prometedores directores de cine de origen marroquí residentes en Bruselas desde hace años que recibieron muy buenas críticas a su paso por el Festival de Toronto.

Black es un Romeo y Julieta del siglo XXI en el que los enamorados son un chico de origen árabe integrante de la banda 1080 de Molenbeek-Saint Jean y ella una joven negra de los Black Bronx del barrio Matonge. Basada en un best seller escrito por Dirk Bracke, cuenta cómo esos jóvenes intentarán vivir su amor a escondidas pero serán descubiertos y represaliados por sus bandas.

Aunque la temática central sea ese amor prohibido, la película no es en absoluto romántica o dulce. Todo lo contrario. Sustentada sobre un firme guión es negra, violenta y en ocasiones hasta incómoda de ver por la dureza de lo que cuenta. Y lo hace sin concesiones, desde la violación o la sumisión sexual de las jóvenes a los chicos de la banda, hasta la ineficacia de la Policía para parar la vida delictiva de unos jóvenes hijos de inmigrantes que aunque nacidos en Europa no se sienten europeos.

Bilal Fallah, uno de los directores, contó que «es un problema de identidad» ya que «no sienten que pertenezcan a esa sociedad pero tampoco al país de sus padres». Una minoría escogen «en una elección extrema pertenecer a una banda para sentirse alguien». O peor, son reclutados por el Estado Islámico. Fallah, que reconoce no saber dónde está la solución, pide «no fijarse sólo en lo negativo de barrios como Molenbeek sino también en lo bueno que sale de ahí, por ejemplo, el casting de la película».

Black fue recibida con un fuerte aplauso por parte del público y se perfila como la ganadora clara en esa categoría.

Por Sergio Pérez
Con información de Libertad Digital

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