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Luz sobre luz, de Luce López Baralt

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Veo a la académica, escritora y amiga Luce López Baralt en su puertorriqueña casa frente a la Punta Las Marías, entre el Condado y la Isla Verde. Ahí escribió un hermoso libro de poemas que nacieron de la experiencia mística y el mucho amor por la obra de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús, y por la poesía sufí en lengua árabe. Luz sobre luz es una frase tomada de ese hermoso libro que es el Corán. De su sabiduría nacen, en buena medida, la lírica de Nuri y de Ibn Arabi. Luce ha dedicado su vida al estudio de los místicos españoles y al análisis de la literatura árabe y persa. Gracias a ella hemos descubierto nuevas facetas en la experiencia espiritual y formal de San Juan y de Santa Teresa. Por otra parte, su dedicación al pensamiento y a la lírica de los sufíes nos entregó una serie de estudios sobre poetas como Jayyam.

Luz sobre luz es un libro que recoge una profunda experiencia espiritual, un intenso diálogo con la divinidad y una búsqueda de los niveles de la iluminación que, al mismo tiempo, produce alegría y desasosiego. Para escribir estas notas releí a Francis Thompson y a Crashaw, poetas del llamado conceptismo metafísico que tuvo su origen en la Inglaterra del siglo XVII, y que alcanzó su mayor altura con Thompson a fines del XIX y principios del XX. El libro de Luce me llevó a la relectura de “El lebrel del cielo”, el poema fundamental sobre la presencia y la generosa persecución de la gracia divina de la que el hombre intenta huír inutilmente. Dice Thompson:

persecución sin prisa, imperturbable,
inminencia prevista y sin contraste.
Los oigo resonar… y aún más fuerte
una Voz que me advierte:
“todo te deja, porque me dejaste”.

Nuestra autora busca infatigablemente las palabras para decir lo indecible, para expresar lo inexpresable. Nuestra condición humana sólo puede acercarse a ese misterio profundo a través del intento de usar las palabras para llegar a una definición que, apenas alcanzada, vuelve a disiparse:

El misterio del Amor
cuando se enciende en Luz:
Me convierte en un mosaico encendido
que flota sobre la nada.

Nos dice Luce que el místico se debate “entre la posibilidad de decir y la imposibilidad de no decir”. Nuestra autora ha recibido información sobre esta difícil temática, tanto de poetas occidentales como José Ángel Valente, Ernesto Cardenal, Jorge Guillén, nuestra Concha Urquiza y Thomas Merton, como de los poetas de la mística árabe y persa. Todas estas presencias se agitan detrás de esta iluminada y, al mismo tiempo, conturbada experiencia poética. Cumple Luce su proyecto de libro unitario lleno de sinceridad y de belleza formal, gracias a un denodado esfuerzo, pero, sobre todo, a una iluminación venida del interior. Recuerdo que Rimbaud dio al converso Paul Claudel la noción de la poesía como una misteriosa iluminación que viene de nosotros y, al mismo tiempo, nos ilumina una parte del camino. Nos dice Luce:

Si tuviera lenguaje
enseñaría a cantar a los ruiseñores

Participan en la experiencia mística todos los alimentos terrenales, los aromas, los colores, los emblemas de la belleza y de la plenitud. Por eso, con delicadeza inaudita, Luce afirma:

La fragancia se desprende
de la rosa.

Su color blanco flota en el aire,
sus pétalos de seda
son intangibles al tacto,
la rosa no existe:

aún la tengo en la mano

Hermosa experiencia “a lo divino”, búsqueda, llegada y nueva búsqueda. San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, los místicos sufíes… todos ellos están presentes en un libro originalísimo que busca la luz y viene de la luz, como lo dice el verso coránico.

Por Hugo Gutiérrez Vega
Con información de: Bazar de Asombros

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