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La ruta yihadista del hachís

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Guardia Civil y Vigilancia Aduanera sospechan que los terroristas se financian gracias al tráfico de ‘chocolate’. Los agentes piden la prohibición de las planeadoras en el Estrecho, al igual que hace Gibraltar en sus aguas.

Prefiere identificarse como Paco y se muerde los labios de impotencia al hablar de la manifestación protagonizada el pasado 5 de noviembre por familiares y amigos de cuatro supuestos narcotraficantes fallecidos el día anterior en un accidente, tras chocar la planeadora que tripulaban con una patrullera del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) a pocas millas de la costa, a la altura de Estepona. En esa ocasión no llevaban hachís. Pilotaban una pequeña gasolinera flotante en el Estrecho, cargada con bidones para que otros miembros del clan pudieran repostar en pocos minutos sin necesidad de tocar tierra ni de llamar la atención. Ante las puertas de los juzgados de Algeciras, un centenar de personas llamaba asesinos a los agentes a voz en grito y pancarta en mano.

«Claro que afecta, los compañeros están muy tocados», reconoce apesadumbrado este miembro del SVA. Son muchas horas en el mar, muchos esfuerzos pocas veces reconocidos para verse ahora vilipendiados. Un juez investiga lo ocurrido aquella madrugada en la que los muertos bien pudieron ser también los agentes del SVA. El destino lo marca una fracción de segundo, el azar, la fortuna de que la gasolina no hiciera saltar a todos en mil pedazos.

Vestido de paisano, Paco da vueltas con la cucharilla a la infusión. Su compañero opta por un café. Ambos son de cabeza templada. Va en el oficio. Se la juegan cada día en un entorno hostil en el que las amenazas más o menos veladas, el chantaje y el dinero fácil están al alcance de la mano. Tras una operación de calado, a uno de ellos le rajaron las ruedas del coche. Un episodio más.

«Estaba con mi mujer comiendo en un restaurante y entró un grupo de personas que me reconocieron al momento. El cabecilla había estudiado conmigo en el colegio. Pidieron lo más grande, aquello no se trataba solo de almorzar, sino de demostrar poderío públicamente. Al terminar, pagaron con un fajo de billetes y se marcharon. Al salir me encontré con un gran escupitajo en el parabrisas». La impunidad o a la apariencia de ella protege al delincuente.

Las leyes no están a veces a la altura de las necesidades de quienes velan en primera fila por su cumplimiento. El uso de planeadoras es uno de los muchos elementos fuera de lugar contra el que se pronuncian los agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad con los que esta redacción ha conversado. Gibraltar, ese vecino del que todos hablan a veces sin conocimiento, es el ejemplo a seguir en este caso.

La sociedad gibraltareña sufrió también durante años los males del tráfico de tabaco hacia España. El negocio era fácil: lo compraban barato de forma legal en el Peñón y lo desembarcaban ilegalmente sin pagar impuestos, preferentemente de noche y en planeadoras, en algún punto cercano de la costa gaditana. El contrabando de tabaco se extendió pronto a otras sustancias prohibidas. La posibilidad de lograr dinero fácil atrajo a muchos jóvenes y provocó como efecto añadido un alza en los índices de abandono y/o ausentismo escolar, consumo de drogas y la aparición de organizaciones criminales. También se habían producido accidentes en el mar con víctimas mortales, arrolladas por las planeadoras.

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La solución vino en 1987 con la prohibición para uso particular, sin excepción alguna, de las planeadoras -las llamadas RHIBS (Rigid-hulled Inflatable Boat)– de más de 6 metros. Ni llanitos ni visitantes pueden hacer uso de ellas. Este hecho lo conocen desde entonces los narcotraficantes de Marruecos y España, por lo cual evitan navegar en las aguas que rodean la Roca ya que se arriesgan a la confiscación de las embarcaciones y al pago de cuantiosas multas, aunque vayan vacías. A ello se une que toda embarcación con más de 200 caballos de potencia necesita de una licencia especial de carácter anual, además de estar sometida a un «toque de queda» comprendido entre las 22:00 y las 07:00 a fin de que nadie pueda aprovechar la noche para el contrabando.

El hachís: origen y fin

Las lanchas semirrígidas como la accidentada a comienzos de noviembre se dedican al tráfico de hachís procedente Marruecos. La producción de esta droga es una de las principales industrias en la región del Rif y es posiblemente una fuente de financiación para organizaciones yihadistas, según las sospechas bien fundadas de las autoridades españolas. Rápidas, ligeras, de color negro y de perfil bajo para no ser detectadas por los radares, son perfectas para maniobrar con agilidad en el mar y huir con relativa facilidad de las patrulleras de la Guardia Civil y de Vigilancia Aduanera. El precio de una de estas embarcaciones se sitúa entre 200.000 y 400.000 euros en función de su número de motores. Con unos 2.000 cv de potencia superan con facilidad los 60 nudos, más de 100 km/h. La inversión se amortiza en un solo viaje, ya que en cada uno de ellos se puede transportar droga por valor de 1,5 millones de euros.

¿Sería posible limitar la presencia de las planeadoras, al menos, en determinadas áreas de las aguas españolas de la misma forma que ya lo hace Gibraltar? Los agentes aseguran que tanto sus mandos como los responsables políticos están al corriente de la idea, pero lo cierto es que a nivel normativo nada se ha hecho al respecto. El último año de Gobierno en funciones tampoco ha ayudado mucho. En Nador, ciudad marroquí cercana a Melilla, se cuentan por decenas estas bestias del mar pilotadas por manos muy expertas y bien remuneradas, pero también son visibles a plena luz del día en los patios de algunas casas de la Atunara linense. Para pescar atunes en el Estrecho se precisa bastante menos.

Los agentes muestran su preocupación por la creciente proliferación de armas de fuego -pistolas, metralletas- en el mundo del narcotráfico del Estrecho. Los clanes mafiosos no emplean la fuerza contra los agentes, pero no dudan en defenderse ante sus rivales en el negocio si lo que está en juego es un cargamento de hachís. Las rencillas y los robos entre las mafias están a la orden del día. Cuando se produce una detención, los narcos arrojan de inmediato por la borda todas las armas que portan para no verse imputados por más delitos. De momento.

Una sombra añadida planea a modo de amenaza: una vez abierta una ruta, su utilización puede ser muy variada. El temor es que el terrorismo yihadista pueda utilizar las vías de la droga para introducir a sus miembros en España y transportar explosivos. «Es una ruta caliente para el terrorismo islamista», concluye una fuente. No es extraño que los servicios de inteligencia españoles tengan puestos los ojos en el Estrecho con el mayor de los sigilos. No están solos. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EEUU trabajan y comparten información con agentes de este país localizados de forma estable en la comarca.

Tráfico de tabaco

El tráfico de tabaco desde el Peñón se mantiene, pero a escala relativamente pequeña, ya sea a bordo de embarcaciones más pequeñas o a través de la Verja. También hay nuevas rutas y métodos más rentables para introducir el tabaco ilegal en España, como esta redacción relató en octubre pasado a través de fuentes policiales: el tabaco con destino a Gibraltar libre de impuestos llega a puertos andaluces (Málaga, Granada…) en contenedores precintados que, en su ruta en camión hacia el Peñón, son abiertos en una parada estratégica para vaciarlos parcialmente y volverlos a cerrar falsificando el precinto.

Aduanas no puede hacer más que un control aleatorio de toda la mercancía que a diario entra en Gibraltar a través de decenas de camiones. No hay medios para saber si la carga real corresponde con el contenido declarado, por lo que se presume que el volumen de fraude detectado es insignificante.

El puerto de Algeciras, la puerta de la cocaína

La cocaína tiene otro modo de penetración en el Campo de Gibraltar y, desde aquí, en España y Europa. El puerto de Algeciras, con cien millones de toneladas de movimiento de mercancías al año, es un tetris gigante cuyas piezas, los contenedores, cambian de posición de forma continua, aparecen y desaparecen. Los grandes traficantes ya no introducen la droga desde América a través de veleros u otro tipo de barcos. El mejor escondite se halla en la masa de centenares de contenedores que a diario se desembarca en los muelles. «Hay mucho dinero en juego y la tentación es fácil. Una vez entras en la nube es muy difícil salir de ella», alerta un agente policial conocedor del día a día en el puerto. Entre los últimos en caer figuran un padre y su hija, ambos policías portuarios: «Cuando les detuvimos, lo primero que nos dijo él es que sabía que antes o después iba a suceder». Lo dijo con alivio porque aquella pesadilla había llegado a su fin. Las mafias tienen métodos coercitivos para presionar prácticamente a quien quieran. Hay millones de euros en juego y si el chantaje monetario no es suficiente, lo siguiente es la amenaza directa.

Por Francisco Escudero
Con información del Diario de Sevilla

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