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El secreto matemático de Babilonia

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Un texto antiguo desvela que la civilización de Mesopotamia ya usaba geometría para seguir a Júpiter 14 siglos antes que Europa

En otoño del año pasado, Mathieu Ossendrijver se convenció de que había encontrado algo que cambia la historia de la ciencia. Este doctor en astrofísica llevaba años intentando descifrar unas tablillas de barro escritas en Babilonia entre los años 350 y 50 antes de la era Común. Parecían hablar de astronomía y polígonos, pero estaban tan rotas que era imposible entenderlas por completo. El hallazgo en los archivos del British Museum de Londres de otro de estos textos escritos en barro ha permitido ahora descifrar todo el mensaje. En un estudio publicado en Science, Ossendrijver explica que las tabletas demuestran que los babilonios fueron los primeros en usar la geometría para describir el movimiento de un planeta. Esto implica que se adelantaron 14 siglos a los europeos, hasta ahora considerados descubridores de este tipo de operaciones matemáticas.

“La quinta tablilla era la clave”, explica Ossendrijver al teléfono desde su despacho de la Universidad Humboldt de Berlín. La civilización babilónica surgió en Mesopotamia, el actual Irak, y es bien conocido su avanzado conocimiento de las matemáticas y la astronomía. Hasta ahora todos sus textos astronómicos, a menudo escritos con un punzón sobre arcilla, estaban basados en la aritmética (sumas, restas, multiplicaciones y divisiones).

El punto de partida de esta nueva investigación fueron dos tablillas archivadas en el British y descritas en 1955. Parecían hablar de trapecios, pero su significado no estaba claro. Ossendrijver dice que él mismo situó otras dos tablillas en el museo londinense que también mencionan trapecios, aparentemente aplicados a mediciones astronómicas, pero su significado aún se le escapaba. Ya en 2015, un colega que trabaja en Austria le enseñó fotos de otra tablilla en la que el alemán creyó ver algo definitivo. El astrónomo volvió a la capital británica, tradujo el texto y lo comparó con los otros cuatro. Pasado septiembre de 2015 se convenció de que estaba ante una descripción de Júpiter totalmente adelantada a su época.

La quinta tablilla representa la trayectoria del planeta en el cielo usando trapecios. El área del primer trapecio permite conocer su posición en 60 días. Pasado el doble de ese tiempo, 120 días, el planeta visto desde la Tierra detiene su aparente avance en el cielo y comienza a retroceder, con lo que los trapecios permiten reconstruir su movimiento durante todo el año. Además el texto explica cómo dividir el primer trapecio en otros dos de idéntica área para saber que el astro tarda 28 días en cubrir la mitad de su primer periodo.

Este uso de la geometría en astronomía “es muy nuevo”, resalta Ossendrijver, pues supone una representación abstracta del tiempo y la velocidad. Esto sería diferente del modo en que los griegos aplicaron la geometría al espacio físico, señala. De hecho, Hasta ahora, explica el astrónomo, se pensaba que estas técnicas no se usaron hasta el siglo XIV por matemáticos de Oxford y París, quienes las emplearon en balística. “Para encontrar aplicaciones en astronomía probablemente hay que esperar a los tiempos de Isaac Newton”, asegura el astrónomo.

El descubrimiento ha sido destacado en la portada de la revista Science, que resalta que “cambia los libros de historia” y muestra lo “rezagados” que iban los europeos en este campo.

El estudio demuestra que los astrónomos babilonios «podían proponerse un problema astronómico, desarrollar una forma abstracta de pensar para resolverlo y luego contrastarlo en un marco real y observable”, destaca John Steele, investigador de la Universidad Brown (EE UU) y experto en este campo. Usaban la geometría en un sentido abstracto para definir el tiempo y la velocidad, en este caso la de un planeta, Júpiter, que representaba a Marduk, el principal dios babilonio.

¿Cómo pudo perderse ese conocimiento durante 14 siglos? Es imposible saberlo, dice Ossendrijver. Lo que sí tiene claro es que lo mismo puede estar pasando en la actualidad debido a la destrucción del patrimonio en Mesopotamia. “No se trata solo de la herencia de Irak, sino de la europea, la raíz de la astronomía, nuestra propia cultura está amenazada”, lamenta.

Por Nuño Domínguez

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