Yasmina Khadra: “Dios no vive en La Habana”, éxito en Francia
Historia de amor entre un veterano cantante de cabaret y una joven que representa la nostalgia por la belleza de la juventud, la novela Dieu n’habite pas La Havane, o Dios no vive en La Habana intenta descubrir los misterios de una ciudad fascinante, a través del improbable idilio entre Juan del Monte Jonava, apodado Don Fuego, quien viene de vuelta de todo, y Mayensi, una joven con cabellos rojos que quisiera tenerlo todo.
La novela es también un viaje al país de las paradojas y los sueños, pues Yasmina Khadra combina la reflexión nostálgica sobre la juventud perdida, la promesa de un mañana dichoso, con las contingencias de la vejez, la jubilación, el declive, al tiempo que la novela accede a la música y la cultura cubana.
La trama novelesca juega con ficciones como la privatización del Buena Vista Café que condena al protagonista a vagabundear de un lugar a otro, con la sensación de haberlo perdido todo. En su deambular nocturno es que encuentra a esta joven misteriosa y pierde la cabeza por ella, que tiene un tercio de su edad.
Después de su novela anterior La dernière nuit du Raïs que intentaba entrar en la piel del líder libio Mouammar el Gueddafi, el escritor argelino Yasmina Khadra prefirió dejar de lado todos los conflictos de su Argelia natal y del mundo árabe, y viajó a Cuba durante varios meses para reunir material e inspiración para Dieu n’habite pas La Havane, publicada simultáneamente por ediciones Julliard (Francia) y Casbah (Argelia).
Autor de novelas como L’Attentat, Ce que le jour doit à la nuit, A quoi rêvent les loups y la mencionada La dernière nuit du Raïs, Yasmina Khadra regresa a la popularidad con este cuento apasionado, violento y destructivo, que responde al principio de Erase una vez en La Habana, en el cual la ciudad ocupa un lugar esencial, protagónico.
La crítica francesa más seria apunta sobre la superficialidad del retrato de un país que Khadra pretende retratar a través de evidentes clichés y de personajes estereotipados cuyos diálogos carecen de profundidad. Sin embargo, Dieu n’habite pas La Havane ha reconquistado al público para un escritor habituado al éxito, mientras que otro sector de la crítica le reconoce una construcción sólida al relato, redactado con una escritura lúcida y afectuosa.
Por Joel del Río
Con información de CiberCuba
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