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Antiguas huellas árabes en el desierto saudí de Hail

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Las milenarias pinturas rupestres y petroglifos de dos zonas del desierto de Hail, en el norte de Arabia Saudí, declaradas patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco el pasado julio, reflejan la vida diaria de los árabes que habitaron estas tierras entre 5.000 y 10.000 años atrás.

«El antiguo árabe, como los pueblos de otras civilizaciones antiguas, inmortalizó en la roca su vida diaria en Shueies y Yobba«, subrayó el experto en arqueología saudí, Abdalá al Rashid.

Al Rashid destacó que la importancia de estos dibujos rupestres «radica en que son muy escasas las informaciones de que se disponen sobre esas épocas antiguas, por lo que estos petroglifos podrían ayudarnos a tener una idea de esos antiguos habitantes y las actividades que desarrollaban».

«Shueimes y Yobba, por su extensión, se pueden considerar como unos de los mayores museos de historia natural al aire libre en el mundo, ya que esas dos áreas suman una superficie que supera los 50 kilómetros cuadrados», agregó.



Además, explicó que los antepasados de los actuales árabes esculpieron en las rocas de Shueimes y Yobba miles de figuras humanas, animales, árboles, utensilios y armas primitivas, entre otras, que -según él- datan de entre 3.000 y 10.000 años a. C.

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Al Rashid indicó que esas inscripciones en la roca pertenecen a tres épocas históricas diferentes: La más importante fue la del periodo árabe antiguo, en los tiempos del pueblo de Zamud, antepasados de los árabes.

Algunos orientalistas extranjeros visitaron la región durante el siglo XIX, entre ellos Charles Huber -que grabó su nombre en una roca del área-, y Julios Euting, que recorrió la zona y escribió un libro que contiene dibujos sobre el arte rupestre del lugar.

Al Rashid señaló que Shueimes y Yobba destacan además por acoger una decenas de grutas profundas y doce cráteres volcánicos.

Entre las cavernas destaca la de Shaafan, de ocho metros de altura y dos kilómetros de longitud, que es una de las más largas.

En la gruta, situada a 800 metros de profundidad se han descubierto osamentas humanas y de animales, por lo que en la actualidad es visitada por numerosos aficionados y ciudadanos extranjeros.

Abderrahman Dubian, un turista saudí, funcionario de una compañía de comunicaciones de Riad, mostró su entusiasmo tras visitar recientemente las cuevas.

«Ha sido muy entretenido y al mismo tiempo aterrador, debido a la oscuridad absoluta y al hallazgo de huesos humanos, pero además encontramos pozas de agua en su interior», reconoció Dubian, que agregó que «la llegada hasta la caverna fue agotadora porque la senda es abrupta, pero mereció la pena».

Por su parte, un funcionario gubernamental, que solo se identificó como Mashari, expresó su felicidad y orgullo por el reconocimiento de la Unesco, pero se quejó de que no han tenido la publicidad y promoción que se merecen en el mundo.

«Esos lugares merecen una fama más amplia, ya que para mi tienen la importancia de otras civilizaciones, como la faraónica de Egipto y la maya de Centroamérica», concluyó.

Con estas nuevas zonas, Arabia Saudí ya cuenta con un total de cuatro sitios arqueológicos inscritos por la Unesco en la lista del patrimonio cultural de la humanidad.

El primer lugar que se ganó ese reconocimiento, en 2008, fue el de Madaen Saleh (las ciudades de Saleh), cuya construcción se inició hace unos 5.000 años, en el noroeste saudí.


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Mientas que en 2010 y 2014, la Unesco incorporó a su lista la zona de Al Turaif, que acoge vestigios de palacios cerca del oasis de Al Diriya, al noroeste de Riad; además del centro histórico de Yeda y la puerta de la ciudad santa musulmana de La Meca.

Por Suleiman al Asad
Con información de La Vanguardia

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