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Revisionismo:Auschwitz,los hechos y la leyenda 2

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“Este texto es el mejor resumen de la verdadera situación y origen del Mito del Holocausto, de forma concreta, sin adornos inútiles, se expone el núcleo del problema y nuestra forma de verlo”.

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La respuesta a 34 historiadores

En Le Monde del 29 de Diciembre de 1978 y del 16 de Enero de 1979 expuse brevemente las razones por las que, conociendo los lugares y el pretendido procedimiento seguido, estimaba que los gaseamientos en Auschwitz eran técnicamente imposibles.

El 21 de Febrero de 1979, siempre en Le Monde, apareció una declaración de 34 historiadores que concluía así: “No hay que preguntarse cómo han sido posible técnicamente tal matanza masiva, (nota de la bitácora: ¿o será + iva?), ha sido técnicamente posible porque se llevó a cabo”. A mi juicio los “exterminacionistas”, como yo les llamo, firmaban así una capitulación total. Desde la perspectiva científica e histórica el mito de las cámaras de gas acababa de recibir su golpe mortal. Desde esta fecha ninguna obra exterminacionista aporta ninguna clarificación sobre este punto, y menos todavía, la obra de Jean Claude Pressac, falazmente titulada Auschwitz: técnica y operación de las cámaras de gas” (3).

Pues bien, se ha terminado el tiempo en que los historiadores se atrevían a decirnos que eran auténticas las cámaras de gas presentadas a los turistas como “en estado original” o “en estado de reconstrucción” o “en estado ruinoso”. Las pretendidas cámaras de gas de Auschwitz no eran más que cámaras de frío para la conservación de los cadáveres que esperaban su cremación, tal como lo atestiguan los planos que descubrí en 1976.

Enséñemelos o Dibújemelos

En el mes de Marzo de 1992 lancé en Estocolmo un desafío de alcance internacional: “Enséñenme o Dibújenme una cámara de gas nazi”. Precisé que no se trataba de presentar un edificio donde supuestamente hubo una cámara de gas, ni un lienzo o muro o puerta o cabello ni zapato. Lo que pedía era una representación completa del arma del crimen, de su técnica y su funcionamiento. Añadía que si a estas alturas se pretendía decir que los alemanes habían destruido las cámaras, al menos que me las dibujasen y enseñasen sus planos, de donde se fabricaron, etc…

Es decir, me negaba a creer en una “realidad material” desprovista de representación material.


El Holocaust Memorial Museum

El 30 de Agosto de 1994 visité el Holocaust Memorial Museum de Washington. No encontraba allí ninguna representación material física de la mágica cámara de gas. Entonces, en su despacho y ante cuatro testigos, le pedí a Michel Berenboum, Director del Museo, que me explicase esta anomalía.

Después de ponerse como una fiera, terminó por contestarme que “se había tomado la decisión de no promocionar ninguna representación física de las cámaras de gas nazis”. Ni siquiera procuró invocar la existencia en su Museo de una maqueta auténtica del crematorio II de Birkenau. Sabía que esa maqueta, que de hecho no se reproducía en su libro-guía del Museo (4), no era más que una mera creación artística sin relación con la realidad.

El Derrumbe Exterminacionista

Tuve la ocasión de recordarle a Mr. Berenboum algunos acontecimientos desastrosos para la causa exterminacionista.

En 1968, en su tesis doctoral, la historiadora judía Olga Wormser-Migot, había reconocido que existía un «problema de las cámaras de gas» y había escrito que en Auschwitz I no había «cámaras de gas» (¡esa misma cámara que visitan millones de turistas!) (5).

En 1983 un británico, aunque defensor de la leyenda de Auschwitz, revela como Rudolf Höss antes de testimoniar ante el Tribunal de Nurenberg había sido brutalmente torturado por miembros judíos de la seguridad militar inglesa, y luego había acabado por declarar su culpa a fuerza de recibir patadas, golpes, latigazos, exposiciones a frío y privación de sueño (6).

En 1985, en el primer proceso contra E. Zundel en Toronto, Canadá, el testigo número uno, Rudolf Vrba y el historiador número uno de la tesis exterminacionista, Raúl Hilberg, se vinieron abajo en el contra-interrogatorio conducido por el abogado Douglas Christie, a quien yo asesoraba (7).

En 1988 el historiador judío norteamericano Arno Meyer, que aseguraba creer en el genocidio y en las cámaras de gas escribía: «Las fuentes para el estudio de las cámaras de gas son a la vez escasas y poco fiables. Además desde 1942 y hasta 1945 en Auschwitz seguramente murieron más judíos por las llamadas <causas naturales>, que por las <innaturales>» (8).

En 1992 el profesor Yehuda Bauer de la Hebrew University de Jerusalén calificaba de «tonta» la tesis según la cual la decisión de exterminar a los judíos había sido tomada el 20 de Enero de 1942 en Berlín-Wannsee (9).

En 1993 J.C. Pressac, que en 1989 había evaluado el número de muertos en Auschwitz en una cifra entre 1.500.000 y 2.000.000, la evaluaba ahora en 775.000. Y en 1994 lo volvía a hacer en una cifra entre 630.000 y 700.000 (10).

Ese mismo año el profesor Christopher Browning, colaborador de la Enciclopedia del Holocausto declaraba: «Höss fue siempre un testigo muy débil y confuso. Por eso los revisionistas lo sacan a relucir siempre para tratar de desacreditar la memoria de Auschwitz» (11).

Hasta comienzos de 1990 cualquiera podía constatar en Auschwitz que, en las 19 placas de metal del gran monumento de Birkenau, estaba escrito en 19 lenguas diferentes que 4.000.000 de personas habían muerto en ese campo.

Ahora bien, esas placas fueron retiradas hacia el mes de Abril de 1990 por las autoridades del Museo de Auschwitz, que siguen aún sin saber que poner para reemplazar las placas falsas ante la cual vinieron a inclinarse todos los grandes de este mundo, incluído el Papa Juan Pablo II. (Nota de la Bitácora: dudamos de que el polaco Karol Wojtyla desconociese la verdad del asunto).

En apoyo de sus tesis los revisionistas disponen de tres peritajes distintos (F. Leuchter, G. Rudolf, W. Lüftl) e incluso del inicio de un peritaje polaco. Mientras los exterminacionistas no se atreven todavía a poner en marcha un peritaje del arma del crimen.

Todos los supervivientes judíos de Auschwitz, especialmente los niños, es decir, los que nacieron en el campo o vivieron allí su más tierna infancia, son pruebas vivientes de que  Auschwitz nunca pudo ser un campo de exterminio.

No sólo no ha existido una sola orden, ni un plan, ni huella alguna de instrucción o de presupuesto para esta vasta operación de exterminio sistemático de los judíos, no sólo no existe ni un sólo informe de autopsia que establezca la muerte de algún detenido por un gas-veneno, ni un sólo peritaje del arma del crimen, sino que además no existe ni un sólo testigo de las cámaras de gas, a pesar de lo que algunos autores nos quieran hacer creer.

En La Nuit, testimonio autobiográfico, publicado en 1958, Elie Wiesel no menciona ni una sola vez las cámaras de gas de Auschwitz. Dice que los judíos eran exterminados en hornos grandes. En Enero de 1945 los alemanes le dieron a escoger tanto a él como a su padre, entre esperar a los soviéticos en el mismo campo o escapar hacia Alemania. Después de una detenida reflexión el padre y el hijo decidieron huir con sus «exterminadores» alemanes antes de esperar a sus «liberadores» soviéticos. Ésto se encuentra escrito con todo detalle en La Nuit, a la que basta leer detenidamente (12).


La Mentira de Auschwitz

En 1980 declaré: «Atención, ninguna de las 60 palabras de la frase que voy a pronunciar me ha sido dictada por una opinión política:

«El pretendido genocidio de los judíos y las pretendidas cámaras de gas hitlerianas forman una misma y única mentira histórica (Nota de la Bitácora: e histérica!), que ha permitido una gigantesca estafa político-financiera, cuyos principales beneficiarios son el estado de israel y el sionismo internacional, y cuyas principales víctimas son el pueblo alemán (pero no sus dirigentes) y todo el pueblo palestino».

Hoy no veo ni una sola palabra que haya que retirar de esa declaración, a pesar de los procesos, las agresiones físicas, las multas que he sufrido desde 1978 y a pesar del encarcelamiento, exilio o persecución de tantos revisionistas. El revisionismo histórico es la gran aventura intelectual de finales de este siglo (XX).

Sólo siento una cosa: no tener espacio suficiente (dadas las limitaciones de este artículo) para rendir homenaje a los cien autores revisionistas que, desde el francés Paul Rassinier, pasando por el norteamericano Arthur Butz, el alemán Wilhem Stäglich, el italiano Carlo Mattogno y el español Enrique Aynat, acumularon tantas investigaciones extraordinariamente meritorias sobre la realidad histórica de la Segunda Guerra Mundial.

Para terminar, los revisionistas no son negadores ni están animados de sombrías intenciones. Intentan decir lo que pasó. Son positivos. Lo que anuncian es una buena noticia.

Continúan proponiendo debates públicos, con luz y taquígrafos, aunque hasta ahora se les ha respondido sólo con insultos, violencias, la fuerza injusta de la ley o también con vagas consideraciones políticas, morales o filosóficas. La leyenda de Auschwitz debe dar paso a los historiadores, a la versión de los hechos (13).

Por Robert Faurisson


Notas:

  1. “Auschwitz: Technique and Operation of Gas Chambers”, New York, Beate Klarsfeld Foundation 1989.
  2. The World Must Know. The History of the Holocaust as Told in the USA Holocaust Memorial Museum. Boston Little 1993, p.137-143.
  3. Le System concentrationaire nazi (1932-1945). Presses universitaires de France 1968, p.157 y 641-545.
  4. Rupert Butler. «Legions of Death», Londres, Arrow 1983, pag. de los acknowledgements y p. 234-238.
  5. Barbara Kulaszka. «Did 6 millon really die? Report of the evidence in the Canadian False News. Trial of Ernst Zundel 1988. Toronto Samisdat Publishers 1993. Consultar por el índice Vrba Rudolf y Hilberg Raúl.
  6. «The final Solution in History». New York, Pantheon 1988, p. 362-365
  7. «Wansee importance rejected». Jewish Telegraphic Agency. The Canadian Jewish News 30 de Enero de 1992.
  8. Auschwitz Technique and Operation of the Gas Chambers, op. cit. p. 553. «Les Crematoires d’Auschwitz» CNRS ed. 1993, p. 148. «Die Krematorien von Auschwitz», Munich, Pper Verlag, 1994, p. 302.
  9. Christopher Hitchens. «Whose History is it?. Vanity Fair, Diciembre de 1993, p. 117.
  10. La Nuit. Ed. de Minuit 1958, p. 128-130. Hay que señalar que en la edición alemana de esta célebre obra, las palabras «crematorio» u «horno de cremación» han sido sistemáticamente reemplazadas por «cámaras de gas» con el fin de introducir el gas allí donde E. Wiesel en 1958, se había olvidado de meterlo. («Die Nacht zu Betragen, Eliseha», traducción de Curt Meyer-Clason, Ullstein 1962).
  11. Para las publicaciones revisionistas en francés véase RHR (BP 122, 92704 Colombes, France) para las de inglés o alemán Samisdat Publishers, 206 Carlton Str. Toronto, Ontario, M5A 2L1 Canadá, o el IHR, P.O.Box 2739, Newport Beach, CA 92659, USA.

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