Si se sienten incómodos con tu presencia es porque conocen la claridad de tu persona, saben de tu fuerza, envidian tu carácter y temen que otros vean que el brillo de tu alma es más avanzado al de ellos. No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la actitud. La ignorancia genera la envidia, que es sinónimo de incapacidad.
Sálvame, Señor, de la lengua de la víbora y de aquel que no logra obtener la fama que ansía. (G.K.G)
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