Amin Maalouf: «En el mundo árabe ha faltado un Siglo de las Luces»
Amin Maalouf están preocupado por lo que ocurre en Francia y la puesta en cuestión de los ideales de la Ilustración y la Revolución Francesa. Pero tanto o más desazón le produce si cabe la involución que se vive en el mundo árabe. Para este libanés afincado desde hace 40 años en París, Occidente vive en una permanente impostura. A la aparente libertad se opone un obsesivo empeño por cerrar fronteras y anteponer todo a la seguridad. Maalouf, que ganó el Premio Príncipe de Asturias de las letras, lamenta la regresión que supone el integrismo islamista y echa la culpa de ellos a la ausencia en los países musulmanes de un Montesquieu o un Voltaire. “En el mundo árabe ha faltado un Siglo de las Luces, una nueva forma de entender y relacionarse con los textos sagrados”, dice. El novelista y miembro de la Academia Francesa presentó ‘Un sillón que mira al Sena’ (Alianza Editorial), un homenaje a los dieciocho predecesores que ocuparon su puesto en esa institución, entre los que se encuentran Claude Bernard, Ernest Renan, Henry de Montherlant y Claude Lévi-Strauss, entre otros. Repasando la vida de quienes se sentaron en el sillón 29, el intelectual hace un recorrido de cuatro siglos por los cambios culturales, sociales, científicos y políticos que han presidido el devenir de Francia.
Como Stefan Zweig, el escritor añora un mundo que ya no es el suyo. En 1976 huyó de la guerra civil que devastaba Líbano y se embarcó rumbo a Chipre. Cuando puso pie en tierra, lo primero que hizo fue visitar la Embajada francesa en Nicosia para que el jefe de la diplomacia le redactara una carta de recomendación con el fin de que París le diera refugio. Ese simple documento escrito a mano bastó para que Francia le acogiese. “Contado hoy, cuando hay que hacer verdadera contorsiones para cruzar las fronteras europeas, parece que es cosa de otra planeta”.
El autor de ‘León el Africano’, una novela sobre el granadino Hasan ben Muhamad al Wazzan, que tuvo que escapar de la ciudad para no caer en las garras de la Inquisición, es un firme partidario del mestizaje cultural. Está convencido, sin embargo, de que Occidente está dado pasos atrás. “Estamos entrando en un periodo inquietante. Las sociedades europeas están preocupadas por su propia seguridad. En Francia y en Austria, se refleja esa inquietud ante lo que se ve como una invasión de extranjeros. La democracia, la libertad y el humanismo están amenazados”.
La excepción y la norma
No siempre fue así. A mediados de los 70 Francia y, por extensión, Europa eran hospitalarias con peticionarios de asilo y los inmigrantes. Pero el discurso xenófobo campa a sus anchas de unos años acá. “Se está convirtiendo en norma lo que antes era una excepción”.
El escritor fue el primer libanés que ingresó en la Academia Francesa. Maalouf cree que la historia de la institución corre pareja a la de Francia. El caso Dreyfus, el auge del nacionalismo y la política colonial son acontecimiento que tuvieron consecuencias en esa entidad donde se sentaron pensadores de fuste. Allí estuvieron Claude Bernard, que tuvo un papel determinante al teorizar sobre las relaciones entre la ciencia y la fe; o Ernest Renan, un visionario sobre las nociones de nación y religión. “Renan, que fue tachado de por la Iglesia de “hereje europeo”, desempeñó un papel decisivo para forjar lo que es la identidad de las naciones”. Para Renan la lengua, la religión y la raza eran elementos secundarios a la hora de construir el sentimiento de pertenencia.
Por Antonio Paniagua
Con información de El Norte de Castilla
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