Alemania: AfD vence al partido de Merkel en un Estado oriental
Las estadísticas auguraban un gran resultado para Alternativa para Alemania, el nuevo fenómeno político cuyas ideas se sustentan en el racismo y el euroescepticismo.
Este domingo hubo una cita importante con las urnas en Alemania, las elecciones en Macklemburgo-Pomerania, estado federal norteño. Las próximas en las urnas serán en Berlín el 18 de septiembre. Son los primeros pulsos electorales tras los comicios de marzo, en las que el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) dio la sorpresa al quedar en segunda posición en Sajonia-anhalt, superando a Die Linke y al Partido Socialdemócrata, sólo por detrás de la CDU de Angela Merkel.
AfD es el nuevo fenómeno político alemán. Con tan sólo tres años de vida, amenaza con convertirse en el primer partido de la oposición en las elecciones a la cancillería de 2017. Su agrupación, dirigida por Frauke Petry, ha hecho polémicas declaraciones como la necesidad de disparar a los refugiados en las fronteras para que no entren a Alemania, que se hable menos de la etapa nazi en las escuelas o medios de comunicación y que las familias autóctonas tengan tres hijos para preservar la “identidad” alemana. La última encuesta, conocida este mismo viernes, les augura un resultado del 22% en Macklemburgo-Pomerania, lo que les dejaría en un empate técnico con CDU y les aseguraría la tercera o segunda posición en los comicios.
Desde hace tiempo se hace evidente que existe un problema de rebrote xenófobo en Alemania, que ha llevado a la población a un descontento generalizado con Angela Merkel, tanto por la austeridad, como por su política de refugiados, que AfD denomina “de puertas abiertas”. Su carácter euroescéptico y contrario al euro les hace ganarse también adeptos del otro lado del espectro político. Su apariencia es mucho más dulcificada que la del partido neonazi NPD, pero tiene grandes similitudes ideológicas con el mismo, que hacen que, por ejemplo, el NPD pidiera el voto para AfD en las anteriores elecciones, pues se encontraba inmerso en un proceso judicial del que podía salir ilegalizado.
Movilizaciones de la sociedad civil
La sociedad civil trabaja desde hace meses en la creación de estructuras y organizaciones que puedan frenar a Alternativa para Alemania. Una de las más importantes es la plataforma Aufstehen gegen Rassismus (levántate contra el racismo), que agrupa a representantes de varios partidos políticos como los socialdemócratas, Die Linke o los Verdes, además de movimientos sociales como Blockupy (el movimiento social anticapitalista más grande de Alemania) o el 15M-Marea Granate Berlín. Llevan meses reuniéndose en varias ciudades para preparar estrategias de cara a la cita electoral y los meses posteriores. El sábado Aufstehen gegen Rassismus convocó a una manifestación antirracista en Berlín para señalar públicamente a AfD e intentar que sus resultados del domingo no fueran tan exitosos. También Blockupy organizó el viernes una marcha, a la que acudieron unas mil personas, para “bloquear” el Ministerio de trabajo en una protesta contra de la austeridad.
La campaña electoral está fluyendo entre varios ejes: los partidos satíricos (varias agrupaciones electorales que fluctúan más bien a la izquierda), los partidos tradicionales y los nuevos nacionalistas como AfD o NPD. En sus consignas, AfD asegura querer mayor control en las fronteras y más policía en la ciudad. Recientemente confrontaron en un cartel a una pareja homosexual con un musulmán del que decían que “no entenderá vuestro amor”. Sus lemas también son abiertamente islamófobos, así como sus declaraciones mediáticas.
Natalie Wo es militante de Interventionistische Linke, un grupo político no perteneciente a ningún partido en concreto que está dentro de la plataforma «Levántate Contra el Racismo”. Explica el éxito de AfD incluso en las zonas donde hay más migrantes debido a que “el partido tiene una paleta de temas, esto hace el fenómeno más complicado todavía. Puedes elegir el que quieras porque realmente no son totalmente explícitos en las cuestiones más conflictivas. Hay extranjeros que son racistas, no todas las mujeres son feministas, ni todos los homosexuales tolerantes. De eso se aprovechan y les resulta efectivo para captar el descontento de la gente por varias vías”, cuenta.
Ruben Lehnert, cabeza de lista de Die Linke (la izquierda) al Parlamento de Berlín cree que “mucha gente tiene miedo al deterioro social. AfD materializa sus preocupaciones, esto es, precariedad y paro principalmente, en los inmigrantes y refugiados, echándoles la culpa de que se aprueben medidas de austeridad, cuando realmente no son los culpables”. Por su parte, Michelle Starck, integrante de JUSOS, las juventudes del Partido Socialdemócrata (SPD) que gobierna en gran coalición con CDU, cree que la notoriedad que ha ido ganando AfD se debe a “múltiples razones». “Hay un racismo estructural en la sociedad, pero también hay temor a que debido a la acogida de refugiados se recorten partidas sociales. Se oye mucho el típico eslogan de se atiende a refugiados, pero no a los de dentro. A pesar de esto, no se puede reducir su influencia sólo a quienes se sienten desconectados socialmente. Por ejemplo, también hay muchos hombres atraídos por las políticas antifeministas que AfD desea”, relata.
Del antifeminismo también habla Natalie Wo, quien ve en ello algo peligroso. “El feminismo no es un tema que esté muy presente en los medios de comunicación alemanes, por desgracia. Todavía en muchas ciudades las mujeres ganan, de media, un 30% menos que los hombres. El modelo que AfD quiere es de mujer sumisa con hijos a la que se le quiere prohibir un derecho básico como es el de acceder al aborto en caso de necesitarlo”, denuncia.
Hay cierta prudencia al calificar a AfD como “nuevos nazis”. La prensa alemana los define como “derecha populista” y los otros partidos suelen negarse a hacer mención explícita a un tema que todavía duele profundamente en las entrañas de la sociedad alemana. “Para mí AfD es un partido de derecha nacionalista. Una parte de AfD sí es abiertamente nacionalsocialista, pero muchos medios de comunicación lo trivializan y eso contribuye a su fortalecimiento”, declara el candidato de Die Linke Ruben Lehnart.
Incremento de la xenofobia entre la población
Mientras, el partido de Merkel (CDU) centra su campaña en reclamar más “seguridad” tras los ataques violentos de julio, que han incrementado la xenofobia entre la población. El más grave, ocurrido en Munich, parecía provenir de un problema de integración y no debido a motivos yihadistas. Los eslóganes de CDU piden una ciudad más videovigilada o mayores refuerzos policiales para luchar contra el terrorismo e intentan neutralizar el ascenso de AfD, que también apela al orden institucional como leitmotiv.
Con especial cuidado para no caer en la islamofobia, el partido de Merkel presenta candidatos de ascendencia árabe en los barrios de mayoría turca, como Kreuzberg o Neukölln, mientras que en los que hay más población autóctona, el caso de Charlottenburg, sus cabezas de lista cumplen con el estereotipo alemán.
Los momentos difíciles por los que atraviesa el movimiento de izquierdas se explican, según Natalie Wo, en que “los partidos de izquierdas no han sabido captar el descontento. Por ejemplo, a Die Linke todavía se le ve socialmente muy conectado con la antigua República Democrática Alemana y hay gente con ideas de antigua política. Además, ni Die Linke ni SPD señalan públicamente el nazismo de AfD. Por otro lado, los partidos satíricos no me convencen. Oigo a mucha gente reírse de sus surrealistas ocurrencias, pero para mí la política es algo importante. Creo que la solución a este repunte de partidos xenófobos es que la sociedad civil se organice convenientemente”, declara.
En cuanto al SPD, sus carteles reclaman integración para los refugiados y reivindican la diversidad y multiculturalidad. Sin embargo, hace pocos meses aprobaron junto a CDU el llamado “Asylpakett II”, nueva ley de asilo en la que establecían como lugares seguros a Túnez, Argelia y Marruecos, para evitar que los migrantes procedentes de esos lugares pudiesen ser considerados solicitantes de asilo. También abría la puerta a deportaciones más rápidas.
Como parte del Gobierno, los socialdemócratas suscribieron el acuerdo con Turquía que ha hecho que se reduzca drásticamente la llegada de personas refugiadas. Michelle Starck aduce que “la mayoría del partido, especialmente las bases, están de acuerdo con la llegada de refugiados. Tengo muchos compañeros de militancia que trabajan activamente en la acogida y que no están a favor de que se haya aprobado esta ley de asilo en nuestro nombre. Especialmente nosotros, JUSOS, hemos expresado nuestro desacuerdo y también el SPD de Berlín. Espero que esto le haya hecho reflexionar a nuestro partido”.
Sobre cómo neutralizar a AfD todas las fuentes contactadas tienen una opinión parecida: crear un amplio movimiento contra el racismo y por un despertar social. Para Ruben Lehnart “se necesita una redistribución de los salarios y pensiones más justa, ya que el racismo florece donde más desigualdad social hay”. Starck cree que también que es importante “salir a la calle y que la gente vaya a votar, especialmente las mujeres jóvenes. Reforzar la educación e ir en contra de los intentos de neoliberalización”. Por su parte, Natalie Wo cree que “estamos en un momento de politizarnos y ser constructivos. Hay que hacer una gran alianza contra los nazis. Comunicárselo a la sociedad es importante, pero más lo es la difusión entre nuestro propio entorno”, concluye.
Pero la ola es ya imparable. Alternativa para Alemania (AfD), el partido que nació en 2013 como reacción a los rescates de la eurozona y que cobró nuevos bríos con la crisis de refugiados del año pasado, ha propinado una humillación histórica a la Unión Cristianodemócrata (CDU). Por primera vez, el partido que encabeza Angela Merkel pierde la hegemonía del espectro conservador en un Parlamento regional. Es cierto que el Estado Mecklemburgo-Pomerania Occidental es poco relevante en la política nacional. Pero sus votantes acaban de enviar un mensaje de indignación con la política migratoria de Merkel que trasciende sus fronteras. La líder ultraderechista francesa, Marine Le Pen, felicitó a «los patriotas de AfD» por hacer lo que parecía imposible: barrer al partido de Merkel.
Los democristianos no llegan al 20% de los votos, mientras que AfD entra por primera vez en el Parlamento de este Estado nororiental con un impresionante 21%. Los socialdemócratas pueden respirar tranquilos con su 30%: pese a haber sufrido un importante retroceso, quedan en primer lugar y podrán seguir gobernando el land en coalición con la CDU. Los populistas se benefician de votos procedentes de todo el arco parlamentario, desde los poscomunistas hasta los neonazis. Su resultado se explica también por un importante aumento de la participación.
El resultado es “amargo”, según reconoció el secretario general de la CDU, Peter Tauber. “Sobre todo para nuestros compañeros de allí”, añadió. Pero el golpe retumba también en Berlín; y es quizás más duro para Merkel porque proviene del Estado en el que tiene su circunscripción, donde hace tan solo tres años se hizo con el 56% de los votos.
A solo un año de las elecciones federales, los democristianos se esforzaban el domingo por buscar razones que expliquen este voto de protesta. Mientras, los populistas de derechas mostraban su entusiasmo. “Somos los únicos que hemos hablado abiertamente de la crisis migratoria. El resto de partido se han negado”, aseguraba el candidato de AfD, Leif-Erik Holm. Su partido, que reclama no acoger ni a un solo refugiado más en Alemania, está ya presente en nueve de los 16 Parlamentos regionales, a espera que dentro de dos semanas lo hagan también en Berlín. Todo parece despejado para que en el otoño de 2017 entre con fuerza en el Bundestag. Las encuestas le otorgan en torno al 11% de votos en todo el país, lo que les situaría como tercera o cuarta fuerza.
El éxito de AfD, una formación que hace un año parecía condenada a pasar a la irrelevancia fruto de sus guerras fratricidas, está ligado directamente a la gestión de la crisis migratoria de Merkel, que permitió el año pasado la entrada en Alemania de más de un millón de solicitantes de asilo. Las autoridades pronostican que este año llegarán otros 300.000.
Además de rechazar a los refugiados, el partido que lidera Frauke Petry está formado por una mezcolanza de corrientes conservadoras que denuncian lo que consideran imposiciones de la ideología de género y de lo políticamente correcto, propugnan un acercamiento a la Rusia de Vladímir Putin y, sobre todo, se elevan como movimiento de protesta contra las élites y contra la figura de Merkel. AfD mantiene un doble discurso: por una parte se presentan como conservadores ortodoxos con una visión liberal de la economía; al mismo tiempo, otros calientan a su sector más extremista. Así, destacados líderes han arremetido contra la selección alemana de fútbol por considerarla no suficientemente nacional –se supone que por tener demasiados jugadores de familias inmigrantes- o han lanzado proclamas racistas impensables en un partido democrático alemán, como apelar al diferente comportamiento sexual de africanos y europeos.
AfD ya obtuvo un éxito arrollador en las triples elecciones regionales del pasado mes de marzo. Entonces ya logró el hito de convertirse en la segunda fuerza en el Estado oriental de Sajonia-Anhalt. Pero en ese caso fue la CDU la que quedó por delante, dejando a los socialdemócratas en un humillante. No es casualidad que sus dos mejores resultados procedan del este de Alemania. Es en esta parte del país donde los extremistas cuentan con más apoyos. Es el caso de los neonazis del NPD, un partido en proceso de ser ilegalizado por suponer un peligro para el orden democrático y que hasta ahora solo estaba representado en Mecklemburgo-Pomerania. Pero el auge de AfD ha podido también con el NPD, que en las elecciones del domingo no alcanzó el 5% necesario para entrar en el Parlamento regional.
Con información de Público (Laura Cruz) y El País (Luis Doncel)
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