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Los yankies con armas en aviones comerciales

A pesar de las revisiones, la gente cree que no van a detectarlas.
A pesar de las revisiones, la gente cree que no van a detectarlas.

Tras el refuerzo brutal de la seguridad en los aeropuertos estadounidenses, ¿a quién se le ocurría abordar un avión con un arma cargada en el bolsillo? Pues a gente como Max Carlton, un granjero de Columbus, Ohio, que justificó la presencia de su Smith & Wesson, calibre 38 en la cintura, diciendo que «desarmado, me siento desnudo».

Después de todo tuvo suerte. Los funcionarios de la Agencia de Seguridad en el Transporte (TSA, por sus siglas en inglés) no detectaron en el anciano la intención de secuestrar o provocar daño durante el vuelo y le impusieron una multa de 3.000 dólares e incautaron el arma. Podía haber sido peor. Si fuera llevado ante un juez, éste le podría haber condenado a dos años de cárcel.

Carlton es apenas uno de los más de 1.800 pasajeros que el año pasado fueron detectados intentando ingresar con un arma a bordo de un avión, o sea, 12% más que el año anterior. Pero la tendencia es a la subida porque, pese a las advertencias, muchos pasajeros no parecen hacer caso. Por ello, las autoridades de TSA proyectan que este año los intentos de abordar aviones con armas puede llegar a los 2.300 casos.

«Es la cultura del armamento. Este país se hizo a punta de pistola y la mayoría no ve un problema en abordar aviones con armas en el equipaje de mano o en su cuerpo. Antes de las reglas, tras los atentados de septiembre del 2001, las reglas no eran tan estrictas», explica Michelle Walvis, especialista en seguridad aeronáutica. En Estados Unidos no está prohibido viajar armado, pero el arma tiene que ir en la maleta despachada, hay que llenar un formulario advirtiendo a la aerolínea y a los agentes del TSA que, eventualmente, revisen el equipaje fuera de la vista del pasajero.

Pero no se puede portar directamente en la cabina del avión. Y la gente lo sabe, o debía saberlo, porque si hay avisos destacados en los aeropuertos estadounidenses son los que indican la prohibición de montar armas a bordo.

Recientemente, también en el aeropuerto de Columbus, una mujer de 52 años intentó abordar un avión con una pistola de 9 milímetros. Según admitió a las autoridades, estaba perfectamente al tanto de la prohibición, pero aún así se olvidó. Incluso, «ella dijo que recientemente se había mofado de los idiotas que intentan volar con armas, y ahora ella es uno de ellos», escribe un funcionario de TSA en su informe sobre el incidente y publicado por el blog de la agencia federal, que se dedica a revelar este tipo de detalles.

Además de penas de cárcel, las multas pueden oscilar de 500 a 3.000 dólares, la máxima que le fue aplicada a Carlton. Pero lo que las autoridades buscan en estos casos es determinar la intención del pasajero. «Todo tiene que ver con sus intenciones. Este tipo de gente no vienen al aeropuerto con la intención de provocar daño. Pero están distraídos o no tiene conciencia de las consecuencias», explica Angie Tabor, la portavoz del aeropuerto de Columbus.

Hay otra cuestión, un pequeño detalle jurídico que lleva a que la mayoría de los casos se queden por la multa y no llegan a los juzgados. Si una persona atrapada con un arma dice que se olvidó de ella en la maleta, los investigadores deben probar que así es. «Aunque se cuestione si la justificación es correcta o no, los fiscales todavía deben demostrar si no lo es, o si realmente lo que hubo fue un descuido. No es algo fácil», agrega Tabor.

Pero todo esto pasa con pasajeros considerados ‘comunes y corrientes’. ¿Qué tal si el viajero tiene ascendencia árabe, aún siendo ciudadano estadounidense? La investigación pudiera ser más intensa y ser arrestado de inmediato. «La realidad es esa. Si tienes ascendencia árabe, no eres muy blanquito que digamos, lo más natural es que te arresten, seas investigado y pasas un mal rato», admite sin ambages John Silverman, otra especialista de seguridad aeronáutica de Florida.

Es que el estigma contra los árabes en Estados Unidos no ha disminuido con los años. Al contrario. Cuando surge un incidente de este tipo, los pasajeros consultados por medios de prensa suelen admitir que les preocupa el aspecto físico de los demás pasajeros. Hace unos años el periodista afroamericano Juan Williams perdió el trabajo en la emisora de radio radial pública NPR, por un comentario considerado inapropiado emitido en el programa de Bill O’Reilly en la cadena Fox.

«Mira Bill, no discrimino a la gente. Conoces los libros que he escrito sobre los derechos civiles en este país. Pero debo admitir que cuando me monto en un avión, si veo a gente con rasgos musulmanes, y ellos se identifican ante todos como musulmanes, me preocupa, me pongo nervioso», ha dicho Williams.

Por Rui Ferreira
Con información de El Mundo

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