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Red de espionaje del Comando Sur

El descubrimiento reciente de nuevas redes de espionaje de Estados Unidos en Brasil, que afectaron directamente a la presidenta Dilma Rousseff y produjeron una fuerte protesta diplomática y una demanda directa de explicaciones ante su colega Barack Obama, pone en alerta roja a nuestra región.

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América Latina está sometida además a otro tipo de espionaje y recolección de datos, como el que realiza el Comando Sur, con sede en La Florida, que desde el año 2010 mantiene un portal en internet para la guerra de la desinformación en la región.

El 6 de diciembre de 2010, la especialista en Guerra Cibernética, Rosa Miriam Elizalde se refirió a esta ”creación web” del Comando Sur, similar a las que el Pentágono administra en otras regiones donde ha intervenido militarmente. Se trata de la divulgación de información elaborada «desde su punto de vista» y necesidades estratégicas, a través de Diálogo-Américas publicado en inglés, español y portugués.

En la portada de esta publicación, una encuesta invita a los lectores de la región a definir “cuál es el mayor problema de su país actualmente” y estos deben marcar una de las siguientes opciones: Desempleo / Crimen / Seguridad pública / Problemas económicos / Problemas de salud / Terrorismo / Tráfico de drogas / Problemas políticos / Corrupción.

Elizalde señala que el “extraño diálogo que propone este sitio, presupone que todos los países del continente tienen al menos un problema de los que aparecen en la lista y que han servido de pretexto para las intervenciones militares del Ejército norteamericano en la región”.

La página se anunciaba como una revista militar profesional publicada trimestralmente por el Comandante del Comando Sur de Estados Unidos como “foro internacional para el personal militar de América Latina”, añadiendo que “el Secretario de Defensa ha determinado que la publicación de esta revista es necesaria para llevar a cabo la actividad pública que exige la ley del Departamento de Defensa”.

Es muy importante tener esto en cuenta, si se considera que tanto «propaganda como información» ya no es controlada por ministerios y funcionarios civiles estadounidenses, porque se ha militarizando ambos temas de uso común en las guerras psicológicas que monitorea el ejército de ese país.

De esta manera, el Pentágono va obteniendo datos con los que luego diseña campañas. Por ejemplo, analizan si el tema «corrupción» puede «agitar» Brasil, o el de «seguridad» (como se promueve en Venezuela o en Argentina) o temas «económicos» que llegan encubiertos con informes y acusaciones falsas de todo tipo.

Lo que resulta más útil para «direccionar» las protestas en la población de cada país se instala a partir de informaciones preparadas –la mayoría falsas– o tomando alguna situación real y partiendo de ésta para crear una negativa corriente de opinión. El Pentágono enviará estos bien preparados diagramas a sus diversas ONG’S, el 80 por ciento de las cuáles trabaja para las fundaciones estadounidenses, y que a su vez sugieren a los medios masivos que están en sus redes a instalar en las poblaciones una temática determinada.

«La Ciber-guerra es hoy una realidad que nadie debe desconocer en nuestra región, un tema a tratarse en el Consejo de Defensa que reúne a nuestros países bajo el marco de la Unión de Naciones Suramericanas.»

No importa que se mienta. En la Guerra Psicológica, el golpe de la mentira es la primera acción a nivel masivo y luego se relega la respuesta o el desmentido el tiempo suficiente para que no tenga efectos o directamente se la oculta y por lo tanto la mayoría nunca sabrá la verdad.

En el año 2005 Los Angeles Times, publicó un análisis (30-12) donde se informaba que el ejército había activado en todo el mundo “centros de operaciones de prensa que funcionan durante las 24 horas del día”, situando por primera vez “la Internet y otros medios de información no tradicionales” bajo la competencia de expertos del Pentágono y de las agencias de inteligencia norteamericanas.

En este caso Elizalde cita que en Irak, el Pentágono subcontrató al Lincoln Group, como redactores de artículos que presentaban en medios iraquíes la ocupación norteamericana desde un punto de vista favorable a Estados Unidos. De esta forma se enmascaraba la realidad.

La Lincoln Group compró estaciones de radio y de periódicos, tradujeron los materiales y se hicieron pasar por periodistas independientes o ejecutivos de publicidad. Mientras esto ocurría, los funcionarios de EEUU, dentro y fuera de Irak, promovían los “principios democráticos”, la “transparencia política” y la “libertad de prensa”.

Aunque la propia legislación norteamericana formalmente prohíbe que el ejército realice este tipo de operaciones hoy por hoy es una de sus tareas más comunes. Precisamente Los Angeles Times argumentó -para justificar la violación de esa prohibición- que «la existencia de Internet, hace que los esfuerzos del Pentágono se ejecuten bajo el supuesto de que la prensa alternativa internacional está ejerciendo influencia negativa en los norteamericanos, y por tanto, forma parte de su ámbito de competencia”.

Por supuesto de acuerdo a este criterio esa prensa «alternativa» afecta “su” seguridad nacional. Más aún, voceros militares estadounidenses advierten que con internet resulta difícil “separar los medios extranjeros de los domésticos. Esas líneas definidas ya no existen”, según confesó un “contratista” privado que se dedicaba en Iraq a operaciones de información para el Pentágono y que se negó a revelar su nombre a Los Angeles Times.

La Ciber-guerra es hoy una realidad que nadie debe desconocer en nuestra región, un tema a tratarse en el Consejo de Defensa que reúne a nuestros países bajo el marco de la Unión de Naciones Suramericanas.

Ya en el año 2007, bajo el gobierno de George W. Bush una de “las estrategias favoritas de la Ciber-guerra,» que ya estaba en práctica «eran ataques piratas contra los sitios en Internet que molestaban a la administración” norteamericana. Para esto el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea disponía de 40 millones de dólares, pero lo más importante es que se fabricaban sitios web y “ciber-disidentes”, de acuerdo a las necesidades militares y de contra-insurgencia y para justificar acciones bélicas e injerencias diversas.

En mayo de 2008 ya se conocía que el Pentágono “creaba una red mundial de sitios web noticiosos en lengua extranjera, incluido un sitio en árabe para los iraquíes”, contratando periodistas locales para escribir historias de acontecimientos de actualidad y otros contenidos que promuevan los intereses de EE.UU. y mensaje contra-insurgentes”.

Todo esto supone un enorme peligro para América Latina. Se pueden crear campañas severas contra los gobiernos, agitar sectores opositores en acciones directamente golpistas como : Venezuela ( 2002-2003), Bolivia (2008), Ecuador (2010) los tres impedidos por sus pueblos y la solidaridad latinoamericana. También Honduras (2009) y Paraguay (2012), golpes que no pudieron evitarse especialmente porque en ambos países existen bases y presencia militar de Estados Unidos. De la misma manera actuaron los Parlamentos y las Cortes Supremas de Justicia, y esencialmente las campañas mediáticas, como factores claves, incorporados al nuevo golpismo para dar una falsa “institucionalidad” a esos golpes de Estado.

Para las campañas mediáticas lograron conformar una legión de periodistas que en realidad actúan como “contratistas” y escriben en consonancia con las necesidades bélicas, injerencistas o golpistas, en el marco de un plan de guerra contra-insurgente o directamente militar.

Los diseños tienen una misma característica y elementos culturales, políticos, religiosos, según las necesidades del Pentágono para informar a un público internacional. La información es ahora un arma de guerra, capaz de trasnformar la invasión y ocupación de un país -en las que se utilizan ejércitos privados(mercenarios) bajo el mando de la OTAN-en “guerras humanitarias” o “democratizadoras”, términos que amparan la impunidad sobre miles y miles de víctimas y crímenes de lesa humanidad configurando los primeros genocidios del siglo XXI.

Por Stella Calloni
Con información de Tercera Información

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