¿Y qué es trabajar con amor?
Trabajáis para ir al ritmo de la tierra y del alma de la tierra. Porque permanecer ocioso es ser un extraño para las estaciones y desertar del cortejo de la vida, que camina con majestad y orgullosa sumisión hacia el infinito.
Cuando trabajáis os convertís en una flauta a través de cuyo corazón se transforma en melodía el murmullo de las horas. ¿Quién de vosotros desearía ser una caña, muda y silenciosa, mientras todo lo demás canta cual un coro al unísono?
Siempre os han dicho que el trabajo es una maldición y la labor una desgracia. Pero yo os digo que cuando trabajáis cumplís con una parte del sueño más remoto de la tierra, el cual os fue asignado cuando ese sueño nació.
Y trabajando estáis, en verdad, amando la vida. Y el amor a la vida por medio del trabajo, es intimar con su secreto más hondo.
Pero si en vuestra aflicción llamáis dolor al nacimiento y al sostén de la carne una maldición impresa sobre vuestra frente, entonces yo os advierto que nada que no sea el sudor de vuestra frente podrá borrar lo que en ella ha sido impreso.
También os han dicho que la vida es oscuridad, y en vuestro cansancio os hacéis eco del jadear del fatigado. Y yo os advierto que la vida es, efectivamente, oscuridad cuando no hay un impulso. Y todo impulso es ciego cuando no hay conocimiento. Y todo conocimiento es inútil cuando no hay trabajo. Y todo trabajo es vacío cuando no hay amor.
Porque cuando trabajáis con amor estáis en armonía con vosotros mismos, y con los otros, y con Dios.
¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer la tela con hilos sacados de vuestro corazón, es como si vuestro ser más amado tuviera que vestirse con esa tela.
Es construir una casa con cariño, como si vuestro ser más amado hubiese de morar en ella.
Es sembrar con ternura y cosechar con gozo, como si vuestro ser más amado hubiera de comer su fruto.
Es impregnar todas las cosas que efectuáis con el aliento de vuestro propio espíritu. Y saber que todos los muertos benditos se alzan frente a vosotros y os miran.
Con frecuencia os he oído decir, como si hablaseis en sueños: “El que trabaja el mármol, y talla la forma de su alma en la piedra, es más noble que aquel que ara la tierra. Y el que rapta el arco iris para plasmar sus colores en un lienzo y convertirlo semejante al hombre, es más valioso que aquel que hace las sandalias para nuestros pies”.
Pero yo os aseguro, no en sueños, sino en la vigilia del mediodía, que el aire no habla con más dulzura a los robles gigantescos que a la minúscula brizna de hierba. Y sólo es grande aquel que convierte la voz del aire en un cántico que su amor hace más dulce.
El trabajo es amor hecho visible. Y si no podéis trabajar con amor, sino tan sólo con desagrado, será preferible que dejéis de trabajar y toméis asiento a la entrada del templo y recibáis limosna de los que trabajan con alegría.
Porque si cocináis el pan con indiferencia estáis cociendo un pan amargo que alimenta sólo a medias el hambre del hombre. Y si pisáis las uvas con disgusto, vuestro murmurar destila veneno en el vino. Y si cantáis, aunque fuera como los ángeles, pero no amáis el canto, estáis entorpeciendo los oídos de los hombres para las voces del día y las de la noche.
Gibrán Khalil Gibrán
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