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Nada se ha hecho con el plan de recuperar los restos del primer molino árabe de la huerta, hallados en 1996 en Valencia.

La huerta valenciana se ensalza como uno de los pilares sobre los que se edifica el imaginario colectivo de Valencia. La huerta pudo extenderse y crecer gracias a la labor del Tribunal de las Aguas. Y, este, a su vez, ha proporcionado a la ciudad la distinción de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La Unesco reconoce que se trata de «un testimonio único de la justicia y el gobierno democrático y autogestionario de las aguas por parte de los campesinos andalusíes en el ámbito de las huertas que rodeaban las grandes ciudades de la fachada mediterránea de la Península Ibérica». Precisamente este jurado de riegos dirimía los conflictos de varias acequias, entre ellas la conocida como Rovella.




El agua de esta acequia que atravesaba el hoy denominado barrio de El Carme movía el molino árabe que se descubrió en 1996 en la calle de Salvador Giner. Se halló en un solar a raíz de los trabajos arqueológicos previos a una construcción de viviendas privadas. Fue un gran hallazgo, y como tal se celebró entonces. Un pedazo de la historia de la ciudad, de su pasado islámico; el primer testimonio material de la huerta de Valencia, una expresión de la civilización del entorno, de la sofisticación de la cultura andalusí. Se adoptaron medidas en consecuencia: se anunció su protección, se modificó el Pepri del barrio, se elaboraron distintos informes, se lanzaron proclamas políticas sobre la importancia del patrimonio…

En 2006, el concejal de Urbanismo, Jorge Bellver manifestó que un estudio de detalle permitiría crear un espacio libre de uso público de más de 1.100 metros cuadrados que se sitúan alrededor de las ruinas del molino islámico y en una plaza interior.

Hoy, los restos del molino de época islámica, amortizado en época califal, son más restos que nunca, como muestran las imágenes. Había que solucionar distintas cuestiones legales y procedimentales, pero nunca se ha hecho lo que se decía y nunca se ha puesto en valor el descubrimiento arqueológico. Cayó en el saco sin fondo de los proyectos publicitados pero nunca realizados, como en el plan de la muralla árabe de Valencia.

Ahora, el grupo municipal socialista del Ayuntamiento de Valencia va a presentar una moción que, al mismo tiempo que denuncia la situación, pretende salvar, conservar y exhibir lo que queda de molino árabe. «Es lamentable lo que ha pasado con esta joya arqueológica y pone de manifiesto el verdadero interés de los gobernantes de Valencia por su patrimonio», afirma el concejal socialista Salvador Broseta. «Y recordemos que los restos arqueológicos, declarados bien de relevancia local, se encontraron además en un ámbito también que forma parte de un Bien de Interés Cultural como es Ciutat Vella», añade el concejal.

 Fuente Arqueólogos

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