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Batalla de Las Navas de Tolosa

batalla de las Navas de Tolosa

Tras la Batalla de Alarcos (1195) en el que los ejércitos cristianos fueron destruídos, poniéndose en peligro, sobre todo, el reino de Castilla, la Batalla de las Navas de Tolosa, cuyo nombre en árabe es Batalla de Al-Uqab, supuso el inicio del triunfo cristiano frente a los musulmanes, en el contexto de la reconquista española de la Península Ibérica invadida por los moros en el 711 con la consecuente creación del Al-Andalus.

El 16 de julio de 1212 se realizó la Batalla de las Navas de Tolosa en la región de cuyo nombre derivó el homónimo de la contienda.

Allí se enfrentaron los ejércitos árabes y cristianos.

Dicho enfrentamiento se dio en un momento de debilitación del poderío musulmán.

A partir de 1031 el territorio del Al-Andalus se disolvió en reinos taifa cuya descentralización favoreció diferentes invasiones de bereberes (almorávides y almóhades).

Esta situación colaboró con la reconquista española que fue expulsando a los árabes hacia el sur.

En virtud de una cruzada liderada por el rey Alfonso VIII de Castilla, las fuerzas cristianas fueron integradas por 20 milicias al mando de caballeros castellanos, tropas lideradas por los reyes de Navarra, de Aragón y de Portugal, conjuntamente con las órdenes de Santiago.

Asimismo, a éstos se sumaron una serie de cruzados que venían de diferentes sitios de Europa.

Del lado musulmán, el número de guerreros era aún mayor.

El Califa Muhammad Al-Nasir había reunido alrededor de 120 000 hombres, la mayoría de ellos provenientes de Marruecos, caballería africana, etc.

La violenta conformación mora tenia por objetivo la definitiva derrota y expulsión cristiana.

En tanto que el enfrentamiento ocurrió el 16, ya el 13 ambas fuerzas se encontraban en posición de atacar.

Una esperaba el inicio de hostilidades por parte de la otra.

Los almohades preveían esperar el avance de los cristianos, dejarlos avanzar hasta que éstos, cansados y ya con menos suministros, pudieran ser reducidos más fácilmente.

Ya que esto no ocurrió, fueron los musulmanes quienes comenzaron la ofensiva.

Para el triunfo cristiano fue importante la decisiva intervención de los reyes quienes dieron el espaldarazo necesario a las tropas ante el avance moruno, mayor en número y en potencia, sumado a ello lo violento de su estilo.

Sancho VII atacó directamente al Califa Al-Nasir en el campo de batalla.

Este rey navarro junto con su tropa fue quien logró atravesar la Empalizada y franquear la guardia personal del Califa, guerreros especializados y famosos por su arresto.

Allí la lucha fue del todo violenta, los degüellos y hacinamientos marcaron la carnicería producida entre ambos bandos de combatientes.

Finalmente, desintegrado el ejército árabe, el Califa logró darse a la huida.

La consecuencia directa del triunfo cristiano fue el definitivo declive musulmán y la reconquista española que fue tomando territorio por territorio hasta su último bastión que fue Granada (1492), hito que marcó el colofón de la ocupación musulmana en la Península.

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