Enigmáticos boomerangs y moscas gigantes en el Sáhara
No es sólo el continente sudamericano ofrece esta serie de peculiares enigmas. La “obsesión” por las figuras, dibujos y construcciones observables únicamente “desde lo alto” aparece también en otros rincones del planeta. Algunos casos de Estados Unidos y Gran Bretaña son bien conocidos por los amantes de la Arqueología. Otros, como el del Sáhara, perfectamente ignorados. Y a este nuevo misterio voy a referirme, aunque debo adelantar que la información que ha llegado hasta mí resulta escasa e incompleta, por razones obvias. Y me explico. El escenario de dicho enigma se halla localizado en las ardientes arenas de lo que fue el Sáhara español. Hoy, lamentablemente, esta región se encuentra envuelta en una guerra y mis sucesivos intentos por adentrarme en la misma no han prosperado. Será cuestión de aguardar tiempos mejores para penetrar en dicho desierto y explorar la zona con detenimiento.
La noticia llegó a mi poder a través de los pilotos del ejército del Aire español, que prestaron sus servicios en aquella parte de África. Fueron ellos, justamente, quienes “descubrieron” en sus vuelos las extrañas formaciones existentes en los territorios de El Aaiún, Chej Merebbi Raban, Lehmeira, Musa, Sallat Aseraui, Moroba, Habchi, Chabien, Jang Saccim, Quesar, Tuccat, Tifariti, Bir Lehmar y Fadral Tamat. Y fueron ellos quienes las “bautizaron” con los nombres de “moscas” y “boomerang”, trazando los primeros planos de su situación.
En lo que fue el Sahara español hay un total de hasta 17 enormes grabados al estilo de los más prodigiosos geoglifos, visibles solamente a vista de pájaro.
“Moscas” y “boomerang” responden a las curiosas formas que presentan desde el aire. Las primeras se asemejan a estos insectos, con dos enormes “alas” de puntas redondeadas, separadas por una especie de canal recto y provistas de una “cabeza” oscura y mal definida. Según los cálculos de los pilotos las dimensiones de las “moscas” en ningún caso sobrepasaban los cincuenta metros.
Los “boomerang”, en cambio, son gigantescos. Algunos alcanzan un kilómetro y medio de longitud. En las fotografías tomadas desde los aviones se observa una zona central oscura y casi triangular de la que parten sendas líneas estrechas y extraordinariamente largas. Una estructura, en suma, muy similar a la de la famosa arma australiana.
Inexplicablemente, todos los “boomerang” se hallan orientados hacia el oeste. Las “moscas”, sin embargo, no guardan un orden aparente. Se encuentran distribuidas por doquier y en formaciones anárquicas.
Según los pilotos, la localización en tierra de tan desconcertantes construcciones es labor ardua. Pese a disponer de la ubicación de muchas de ellas, las dunas del desierto han terminado por cubrirlas, dificultando las tareas de reconocimiento. Lo que sí se sabe es que no corresponden a formaciones naturales o a simples accidentes del terreno. Están “fabricadas” con enormes piedras oscuras y, en el caso de los “boomerang”, como digo, manteniendo una orientación tan rígida como críptica. ¿Por qué hacia el poniente?
Lo que hallaron los pilotos fueron al menos hasta 17 grupos de geoglifos efectuados en la arena del desierto, que se extienden a lo largo de varios cientos de kilómetros entre El Aaiún y la frontera con Argelia. Para dibujarlos, sus autores se valieron de piedras oscuras con las que se dieron forma a esas figuras, al parecer, hace miles de años. Desde tierra, nunca se ha percibido su magnitud. Es lógico: son tan grandes que están hechas para verse desde el aire, lo que constituye una de las más inquietantes características de los grandes geoglifos.
Cuando la población nativa, los saharauis, fue interrogada acerca de estas enigmáticas “obras”, su respuesta fue siempre la misma: “Pertenecen a nuestros gloriosos antepasados.”
Y un torrente de preguntas surge de inmediato.
¿A qué antepasados se refieren? ¿Nos encontramos, como en los enigmas de Perú y Chile, ante una civilización con unos conocimientos muy superiores a los que imaginamos? ¿Por qué los “boomerang” señalan hacia el Atlántico? ¿Qué se oculta bajo las “alas” de las “moscas”? ¿Fueron conscientes de que tales construcciones sólo podían ser divisadas desde el aire? ¿Acaso tenían capacidad para volar?
Como digo, será menester internarse en el Sáhara e investigar directamente sobre este irritante misterio para tratar de aportar un mínimo de luz. Varios hallazgos recientes efectuados cerca de donde se encuentran algunos de estos grabados demuestran que otros restos arqueológicos del lugar pueden tener entre seis mil y ocho mil años de antigüedad.
Pero no todos los enigmas de estas características se hallan anclados en la antigüedad. También en los tiempos modernos han sido detectados dibujos y figuras sólo ví desde el aire, cuya explicación constituye un rompecabezas para la ciencia oficial. Éste es el caso las asombrosas “estrellas” descubiertas en 1957 sobre territorio francés.
Por J. J. Benítez
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