Los sufís de Al-Andalus 2 – Por Ibn Arabi

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Musâ Abu ‘Imran as-Sadrani

 

Este shaykh procedía de TIemcen y, aunque nadie lo supiera, pertenecía a los Abdâl e hizo muchas cosas sorprendentes.

Estas son las circunstancias de nuestro encuentro. Una tarde, en Sevilla, después de haber hecho en mi casa el salat del maghirb, tuve ganas de ver al shaykh Abu Madyan. En aquel entonces, él vivía en Bougie, a cuarenta y cinco días de viaje. Hice mi practica ritual y, cuando estaba en la salutación final (taslim), Abu ‘:Irnrân entró y me saludó. Me senté cerca de él y le pregunté: “¿De dónde vienes?”. “De casa del shaykh Abu Madhay en Bougie”, me respondió. “¿Y cuándo lo has encontrado?”. “He hecho el salat del maghrib con él hace un instante. Cuando terminamos, se volvió hacia mí y me dijo: ‘Muharnmad Ibn ‘Arabî está pensando en tal y tal cosa. Sal ahora y dile de mi parte tal y tal cosa”’. Abu ‘Imrân mencionó el deseo que yo había tenido de encon-trarme con Abu Madyan, luego me informó de que éste le había dicho: “Anúnciale que por lo que se refiere a nuestro encuentro en espíritu, naturalmente, se producirá. En cuanto a nuestro encuentro corporal en este mundo, Allah no lo permitirá. No obstante, que se tranquilice, pues nuestra cita será en casa de Allah, en la seguridad de Su Misericordia”. También me informó de otros temas, luego se marchó a reunirse con Abu Madyan.

Abu ‘Imran había sido antes un hombre rico, pero renunció a su fortuna. Ochenta días después, Allah le puso entre los Abdâl. De esta forma recorrió el mundo yendo adonde quería .

Un día lo denunciaron al Sultán y éste ordenó que lo detuvieran. Así que fue encadenado y llevado cerca de Fez. Al llegar, lo llevaron a una casa y lo encerraron en una habitación con cerrojo. Un guardia vigilaba la puerta. A la mañana siguiente, al entrar en la habitación, vieron las cadenas en el suelo, pero no encontraron a nadie.

Se había dirigido a Fez y se había puesto a buscar la casa de Abu Madyan Shu’ayb. Llamó a su puerta. El propio shaykh le abrió y preguntó: “¿Quién eres?”. Abu

‘Imran respondió: “Soy Musa”. Abu Madyan le dijo entonces: “Soy Shy’ayb. Entra y “no temas nada, estás liberado de las injusticias” .

Mi shaykh Abu Ya’qûb al-Kûmî me contó que Abu ‘Imrân llegó un día a la montaña de Qâl que rodea la tierra y que hizo el salat de la mañana (ad-duhâ) al pie de esta y el salat de la tarde (al-‘acr) en la cima . Cuando le preguntaron sobre la altura de la montaña, respondió: “Trescientos días de viaje”. También informó que Allah había rodeado la montaña con una enorme serpiente cuya cabeza se juntaba con la cola. El que lo acompañaba dijo entonces: “Saluda a esa serpiente y ella te devolverá el saludo”, El shaykh la saludó y la serpiente respondió: “Y que la paz sea contigo también (wa’alay-kum assalâm). ¿Cómo está el shaykh Abu Madyan?”. Como Abu ‘Irnran se extrañaba de ver que la serpiente conocía a Abu Madyan, ésta añadió: “Eres tú el que me asombras! ¿Hay en toda la superficie de la tierra una criatura que ignore la condición de Abu Madyan? Todos nosotros le conocemos desde que Allah reveló y proclamó Su amor por él. Entre todas las cosas animadas o inanimadas, no hay ninguna que no le conozca ni le ame” .

En cieno país, Abu ‘Irnran vio hormigas tan grandes como cabras; Eran criaturas sorprendentes! También conoció a una anciana del Khurasân que se mantenía sobre el mar con las olas rompiendo sobre sus piernas; ella glorificaba a Allah y proclamaba su Santidad. Habría muchas cosas asombrosas que decir al respecto. Que Allah tenga misericordia de él!

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