Los sufís de Al-Andalus 2 – Por Ibn Arabi
AI-Hâjj Abû Muhammad ‘Abdallâh al-Burjânî
Era un compañero y un amigo ¡Que Allah esté satisfecho de él!. Amaba la Sunna del Profeta y a las gentes de la Sunna. Era un santo varón de gran valor y de una profunda serenidad.
Un día me preguntó sobre este versículo: «Aquéllos a quienes Nosotros hemos dado el Libro lo recitan como conviene recitarlo»; «¿Por qué lo recitan como conviene?». «Oh, Abû Muhammad», le dije, «es tu pregunta, tú debes responderla». El sonrió y dijo: «Porque El se lo ha dado a ellos; la Providencia (al-‘inâyah) ha precedido al envío para ellos; aunque cuando recibieron el Libro, ya estaban socorridos». Bajo esta alusión (ishâlah) original hay océanos de conocimiento para el que reflexiona y medita. El Profeta ha dicho respecto al mandato (al- imarah): «Si te lo dan, recibirás la ayuda (para llevarla a cabo); pero si lo buscas, no serás ayudado».
Abû Mubammad Abdallâb b. Kbamîs al- Kinâni
Era cirujano en Túnez. Para ir a verlo, hice el viaje descalzo, a pesar del intenso calor, imitando el ejemplo de mis dos shaykhs Abû Ya’ qûb y Abû Muhammad al-Mwrûrî, quienes me informaron que se habían dirigido a su casa de esta forma. Tenía una gran barakah, pero tú le conoces muy bien también y no tengo nada que añadir.