Jesús, el hijo del hombre 3
José de Arimatea
(Diez años después)
Los dos manantiales que surgían del Corazón de Jesús
En el Corazón del Nazareno había dos manantiales: el de su parentesco con Dios, a quien llamó Padre, y el del Amor, que cotejo con el Reino del Mundo Sublime.
¡Cuántas veces he pensado, en mis horas solitarias, en Él y he seguido esos dos manantiales que emanaban de su Corazón! Sobre el borde del primer manantial encontré
mi alma, y mi alma era, ya una pordiosera vagabunda, ya una princesa en su jardín. Después seguí el segundo manantial; en el camino encontré un hombre golpeado y despojado por ladrones, pero con inefable sonrisa en los labios. A tiempo que me marchaba me encontré con los mismos ladrones; vi que en sus rostros había surcos de lágrimas no lloradas por nadie. Después oí el murmullo de esos dos manantiales en las honduras mías y me llené de alegría. Y cuando visité a Jesús, antes de ser tomado preso por Poncio Pilatos y los clérigos, hablamos mucho todo un día sobre infinidad de cosas; y al retirarme supe que era el Rabí y Señor de esta Tierra sobre la cual vivimos.
Sucumbió el Cedro desde mucho y largo tiempo, mas su alba perdurará siempre y empapará los cuatro puntos cardinales de la Tierra, hasta la Eternidad.