Jesús, el hijo del hombre 3
Barca,mercader de Tiro
La compra-venta
A mi ver, ni los judíos ni los romanos comprendieron a Jesús; ni sus mismos discípulos, aunque hoy predican en su nombre.
Los romanos lo asesinaron, y en esto cometieron un grave error. Los galileos quisieron hacerlo dios, y este fue otro error. Jesús era el corazón del hombre. He surcado los siete océanos con mis naves; he tratado con reyes y príncipes, como también con estafadores y perdularios, en las más lejanas ciudades, pero no conocí ningún hombre que haya entendido tan bien a los mercaderes, como Jesús.
Le oí una vez relatar esta parábola:
«Viajó un mercader a un país extraño. Tenía dos siervos. A cada uno le dio un puñado de oro y le dijo:
«-Estoy para partir a una tierra lejana en busca de ganancias, haced lo mismo vosotros por otras partes, con este dinero. Sed sagaces y meticulosos en vuestros tratos, tanto al dar como al recibir.
«Después de un año se reunió el comerciante con sus dos siervos, y estos dieron cuenta de lo que habían hecho:
«-Yo -dijo uno de ellos- negocié con el oro que me diste, comprando y vendiendo, y esta es la ganancia.
«-Esa utilidad es para ti, por haber empleado bien el capital. Fuiste fiel a mí y a ti mismo.
«-Yo -dijo el otro siervo- tuve temor de perder tu oro y por eso no compré ni vendí. Aquí tienes tu oro intacto, y en esta bolsa.
«-Hombre de poca fe; si –hubieses negociado y perdido habría sido más provechoso que no hacer nada, porque como el viento esparce la semilla y espera el fruto, debe ser el hombre comerciante. Más te habría valido servir a los demás». Cuando Jesús habló de esa manera, sin ser comerciante, reveló el secreto del comercio. Sus ejemplos evocaban ciudades y países lejanos que no he conocido en mis viajes, pero yo los sentía más realmente que mi casa y herederos.
Mas el joven nazareno no era un dios, y me duele que los discípulos de ese hombre justo y sabio, pretendan hacer de él una divinidad.