Jesús, el hijo del hombre 2

 Natanael

 

Natanael
Natanael

 

Jesús no era ni modesto ni humilde

 

Dicen que Jesús el Nazareno era modesto y humilde. Dicen asimismo que era justo y piadoso pero débil, y que muchas veces se mostraba vacilante delante de los fuertes y poderosos; que cuando se presentaba ante los tribunales no era sino un cordero delante del león.

En cambio yo digo que Jesús tenía autoridad sobre todos los hombres y que nadie estaba, como él, seguro de su fortaleza, que la proclamaba desde las montañas y valles de Galilea en las ciudades de Judea y de Fenicia.

¿Qué hombre débil y sumiso dice: «Yo soy la Vida y el Camino de la Verdad?

¿Quién osaría afirmar si realmente era modesto y humilde, como lo considera, ante su declaración: «Yo estoy en mi Padre Dios y mi Dios Padre está en mí?»

¿Qué hombre no conoce bien su poder cuando pregona, «Quien no cree en mí no creerá en esta vida ni en la vida eterna?»

¿Quién no tiene confianza en el mañana cuando se siente capaz de manifestar: «Vuestro mundo desaparecerá y será reducido a cenizas, que el viento esparcirá antes que desaparezca una sola de mis palabras?»

¿Habrá dudado, acaso, de su fuerza cuando dijo a los que llevaron la adúltera a su presencia, so pretexto de tentarlo: «Quien de vosotros no tuviere pecado, que arroje la primera piedra?»

¿Tuvo, acaso, miedo de los poderosos cuando expulsó del templo a los cambistas, no obstante tener ellos la protección dedos sacerdotes?

¿Habrá tenido las alas rotas cuando exclamó: «Mi Reino está por sobre vuestros reinos terrenales: «

¿Se escondía, acaso, detrás de la reticencia de las palabras, cuando decía una y más veces: «Destruid este templo y yo lo reconstruiré en tres días?»

¿Cómo se atrevería el cobarde a levantar sus manos en casa de las autoridades superiores y llamarlas: «Falsos, viles y profanadores?»

Un hombre con el coraje de éste, que proclama palabras tales a los grandes señores de la Judea, no es ningún humilde ni es modesto. El águila no construirá su nido en el sauce llorón y el león no buscará hacer su cubil entre las malezas. Estoy cansado de lo que dicen los débiles de corazón y de origen humilde; dicen eso para justificar la pequeñez de sus espíritus y su origen humilde; y, principalmente, cuando oigo hablar a los que caminan sobre las puntas de sus pies, esos que. buscan consuelo poniendo al Maestro entre los de su condición.

Sí; me aburren ese tipo de hombres, mas yo predico el Evangelio de un fuerte Cazador y el espíritu montañés que jamás será doblegado.

 

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