Jesús, el hijo del hombre 2

Pedro

 

Pedro
Pedro

 

El porvenir de los discípulos

 

Una vez arribó Jesús a Betsaida al declinar la tarde. Estábamos todos cansados, y lo que aún era peor: el polvo del camino nos rodeaba. Llegamos a una mansión señorial que se levantaba en medio de un jardín. En el umbral se hallaba de pie el dueño de la casa. Jesús le dijo:

-Estos hombres están cansados y tienen los pies lastimados y doloridos por el largo sendero. Déjalos dormir en tu casa; que la noche está fría y necesitan reposo y calor.

-No dormirán en mi casa -contestó el rico. -Entonces déjalos dormir en tu jardín. -No les permitiré dormir en mi jardín. Jesús se dirigió a nosotros:

-Este es un ejemplo de lo que os pasará en el día de mañana. Este presente os anuncia vuestro futuro. Todas las puertas se cerrarán para vosotros; hasta los jardines que se recuestan a la luz de las estrellas os obstruirán sus verjas. Si vuestros pies resisten la fatiga del Camino y podéis sufrir hasta el final, hallaréis un ánfora y un blando lecho, y tal vez pan y vino. Pero si no hallareis nada de eso, no olvidéis que habréis, en aquel día, atravesado uno de los áridos desiertos de vuestro Maestro. Vámonos de este lugar.

El rico se hallaba turbado y pálido; mascullaba palabras ininteligibles y se internó en su jardín.

Jesús retomó su marcha por el camino, seguido de todos nosotros.

 

 


 

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