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Al-Andalus y su tecnología hidráulica de punta

Noria Al Andalus

La tecnología hidráulica va a transmitirse de Oriente a Occidente cristalizando finalmente en Medio Oriente. Para algunos estudiosos, este proceso tiene su momento crucial en el Imperio Islámico del siglo X.

Como es sabido, los romanos habían heredado sus conocimientos de hidráulica de sus contactos con el ámbito griego, con la escuela de Alejandría y con el Próximo Oriente.

Pero la crisis del estado romano significó también el declive de todos aquellos aspectos que dependían de él, como la ciudad, el comercio de largo alcance y, por supuesto, los suministros hidráulicos.

Las fuentes árabes dejan testimonio de que los sistemas de abastecimiento de aguas estaban deteriorados y en desuso a su llegada.

En general, el resurgir urbano en al-Andalus supuso, como primera medida, asegurar la provisión de agua imprescindible para casas, baños, mezquitas, alfarerías, tenerías, huertos, jardines, etc.

El hecho de que la economía agrícola se basara fundamentalmente en la agricultura irrigada implicaba también el desarrollo de unas técnicas adecuadas.

La tecnología hidráulica andalusí se caracteriza tanto por una falta de monumentalidad respecto a la romana como por la combinación nueva y expansión de antiguas técnicas conocidas, pero goza de gran creatividad para adaptarse al accidentado medio.

Podríamos afirmar que una de las más importantes técnicas, si no la más importante, es la destinada a conseguir que corra el agua en una tierra. A este efecto dice Ibn Luyyun:

“La pendiente del agua en todo lugar ha de tener la proporción de un quinceavo de su longitud: esto se calcula colocando un objeto en cruz con la cuerda que marca la pendiente y comparándola con la longitud horizontal.

En tierra de árboles deben levantarse caballones, y con ellos se contendrá el desbordamiento del agua”.

(Ibn Luyun, Tratado de Agricultura, Granada: Publicaciones del Patronato de la Alhambra y el Generalife, 1988. Trad. Joaquina Eguaras, p.182, en Francisco Vidal Castro, Economía y Sociedad en al-Andalus y el Magreb a través de las fuentes jurídicas: el Mi’yar de al-Wansharisi, Tesis Doctoral, UGR, 1992, p.316).

Algunas de las más significativas serán brevemente explicadas a continuación.

    • El qanat/s (acabado en ta’ marbuta), es un pozo madre a partir del cual se excava, hasta la capa freática, una galería subterránea en ligera pendiente para que el agua pueda salir al exterior, normalmente a una alberca desde la cual es repartida por acequias. Una serie de pozos intermedios permiten tanto la realización de la obra como su posterior limpieza y aireación. Desde aquí los persas la adoptaron en la meseta iraní y la introdujeron después en Omán y en los oasis de Egipto. Los romanos desarrollaron los qanat en el Próximo Oriente hasta Túnez, pero fueron los árabes quienes los transmitieron a España y Marruecos. Algunos ejemplos notables de qanat y cimbras en al-Andalus los encontramos en Mallorca, Madrid y la Alhambra.
    • El cigüeñal, también llamado saduf o shaduf, es otro de los métodos más antiguos de obtención de agua que se utilizaba en al-Andalus, remontándose sus huellas al VI milenio a.C. en Samarra, donde encontramos los primeros vestigios de irrigación artificial. Es una pértiga con un balancero provista de un contrapeso: a modo de palanca se balancea llevando en uno de sus extremos el recipiente para sacar el agua. Por su bajo coste debió ser un ingenio muy utilizado en el ámbito rural, no obstante, se sigue usando todavía en la actualidad en la Alpujarra para regar pequeñas parcelas.

La elevación del agua se hacía a veces por medio de las llamadas ruedas elevadoras o norias, que podían ser de dos tipos: en primer lugar, la rueda vertical movida por corriente hidráulica, fuerza que se transmite a un tambor dentado y a las muelas.

En segundo lugar tenemos la combinación de ésta última con otra horizontal accionada por tracción animal. Aunque las primeras suelen llamarse aceñas y las segundas norias, a veces reciben indistintamente ambos nombres.

La rueda vertical es también conocida como persa. Aparece en el tratado de Vitrubio, quien le reconoce un origen anterior. Su difusión en España ha sido atribuida a los árabes de Siria, donde también formaba parte del paisaje. Lo cierto es que en la Península Ibérica se extendió sobre todo al sur de los ríos Ebro y Duero.

Las norias de sangre también las encontramos, tanto en los tratados agronómicos andalusíes (Abu-l-Jayr, Ibn al-‘Awwam), como en los jardines reales de ‘Abd al-Rahman III y al- Mu’tamid de Sevilla, así como en la mezquita de Córdoba en tiempos de al-Hakam II.

El molino hidráulico aparece también en Vitrubio y fue ampliamente difundido en la Península Ibérica, tanto por los romanos como luego por los árabes. En la región granadina se encuentran más ejemplos de tracción animal, dado que no había corrientes importantes o estables para mantener una rueda hidráulica, o dawlab, en funcionamiento.

Un notable ejemplo de pozo y noria es el que suministraba agua al Albercón de las Damas, en el Generalife, que traía el agua desde la acequia real de la Alhambra. En este caso, la rueda elevadora debe subir agua desde una profundidad de 19 m.

    • Una de las formas de obtención de agua de un curso fluvial más utilizadas fue el azud, del árabe al-ssud, también llamado presa de derivación. Servía para elevar el caudal de un río y desviarla hacia un canal o acequia. Las presas constituyen una de las técnicas más antiguas de retención del agua. Las encontramos antes de nuestra era en Egipto (2600 y 2800 a. C.), Grecia (1260 a. C. y siglo III a. C.), Turquía (siglo VIII a. C.), Israel (siglos VIII a. C. y I a. C.) y Yemen (I a.C.). Constatamos así lo frecuentes que eran en el mundo islámico 1.
    • Debemos destacar sin duda el papel de la acequia, del árabe alsaqiya, una infraestructura que permitía el desarrollo de la irrigación por gravedad a gran escala. Las primeras referencias a lo que podríamos llamar acequia se remontan al 2400 a.C aproximadamente, en las tierras entre el Tigris y el Éufrates. En al-Andalus, es a través de las acequias que se distribuye el agua desde las albercas a los campos. La acequia madre suele estar excavada en la roca o realizada en mortero, pues de ella depende el funcionamiento de todo el sistema de riego. En cambio, las acequias secundarias o ramales pueden ser de tierra, reforzada en algunos puntos con piedras, lo que indica la fragilidad de las mismas.De hecho, uno de los conflictos más frecuentes después de la conquista del reino de Granada por los castellanos fue el anegamiento de las acequias como consecuencia de pasar el ganado por ellas. De esta forma requieren un mantenimiento continuo por parte de los regantes. En el caso de acequias principales, está documentado que el trabajo entre los vecinos de la alquería estaba repartido en turnos o dulas en la Alpujarra nazarí, que muestra la importancia del sistema de riego y la necesidad de mantenerlo colectivamente.
    • Las albercas, del árabe al-birka, o zafariches son receptáculos, de lajas de piedra o mortero, rectangulares sin cubrir cuyas dimensiones variaban entre los 12 y los 72 ms. de largo por entre 1 y 12 ms. de ancho, situados al final de canales de distribución. Estaban provistos de vanos, de manera que además de almacenar agua, servían también para redistribuirla a los campos. Su origen nos lleva a Mesopotamia, y en lo referente a su uso podía ser tanto colectivo como individual. En cuanto a su situación ocupaban un lugar central en el tejido urbano evidenciando así su importancia, ya que era la estructura fundamental que aseguraba el riego en verano. No obstante, algunos autores diferencian entre alberca, como elemento de almacenamiento, y zafariche, de almacenamiento y distribución a la vez.
    • Por último, no podemos olvidar los aljibes, del árabe al-jubb, que constituyen depósitos de almacenamiento de agua, que a diferencia de las albercas, están cubiertos para protegerla del exterior y mantenerla limpia y fresca. La cisterna o depósito suele ser abovedado y con pocas aberturas, a excepción de una puerta o de la canalización que permite la entrada de agua. Otra particularidad es que no depende de una corriente de agua, dado que puede ser abastecida por agua de lluvia. Frecuentemente están situados en una zona baja o poco eminente de una fortaleza, como medida de protección, como sucede en el castillo nazarí de Poqueira, en la Alpujarra. Los aljibes urbanos estaban con frecuencia unidos a las mezquitas, como es el caso del aljibe que encontramos junto a la iglesia de San Salvador, antigua mezquita aljama del Albayzín (rabad al-Bayyazin).

Los autores árabes manifestaban admiración por la obra hidráulica de la antigüedad, aunque ya no funcionaban en época islámica, tanto por su técnica como, sobre todo, por su monumentalidad. El regadío de una zona agrícola parecía prioritario al abastecimiento del núcleo urbano, al contrario que en tiempos romanos, cuando el acueducto tenía como objeto el abastecimiento del núcleo urbano y su industria de salazones 2.

Por M. Caballero López


Notas:

  1. Ibn Luyun, Tratado de Agricultura, Granada: Publicaciones del Patronato de la Alhambra y el Generalife, 1988. Trad. Joaquina Eguaras, pp.184-8, en Francisco Vidal Castro, Economía y Sociedad en al-Andalus y el Magreb a través de las fuentes jurídicas: el Mi’yar de al-Wansharisi, Tesis Doctoral, UGR, 1992, p.317.
  2. (Carmen Trillo San José, El agua en al-Andalus, Granada, 2009, pp.117-127) + (Carmen Trillo San José, “El agua en al-Andalus: teoría y aplicación según la cultura islámica”, Tecnología del agua 271, Granada, 2006) + (Francisco Vidal Castro, Economía y Sociedad en al- Andalus y el Magreb a través de las fuentes jurídicas: el Mi’yar de al- Wansharisi, Tesis Doctoral, UGR, 1992).

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