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El Turbante Árabe Símbolo de Poder y Religión

El turbante es un tocado de origen asiático y consta de una larga chalina enrollada alrededor de la cabeza o sobre un sombrero. Los turbantes pueden ser de muchas formas, tamaños y colores, aunque su longitud rara vez excede los 5 metros.

En su uso cotidiano, el turbante es un elemento para protegerse de las altas temperaturas, la intensidad del sol y de las arenas del desierto.

En la cultura Islámica

Desde la revolución islámica en Irán, el color es determinante y excluyente en aspectos políticos religiosos, y esto es evidente entre aquellos que utilizan el color negro, (a quienes se relaciona como descendientes directos del Profeta Muhammad), y aquellos que le queda portar el color blanco, que son colocados en un lugar menor y secundario tanto en lo político como lo social.

En la cultura islámica, el turbante, (en lengua árabe: imamah), es un importante elemento espiritual de la fe. Los antiguos árabes los usaban y se enorgullecían de ellos; el carecer de uno era humillante y el llamar a la puerta de un hombre sin turbante era considerado un insulto.


El origen del turbante

Si bien no parece haber acuerdo entre el origen preciso de la prenda, sus primeros testimonios se encuentran  en esa línea que nace en la desembocadura del Nilo y llega hasta la India; con puntual presencia por el norte en la Turquía otomana y por el sudeste de Asia, cuya cultura musulmana explicaría la presencia del mismo.

En la isla de Creta, en el palacio de Knossos concretamente, una figura provista de una especie de turbante rematado con una pluma, da testimonio de su uso. Algunas figuras labradas sobre piedra cual la llamada estela de Ur-Nammu,hallada en la desembocadura de los ríos Tigris y Eufrates, en la actual Irak, y que data del segundo milenio antes de Cristo, presenta al rey tocado con un turbante, así como al dios Nanna, este provisto de un bonete de tipo cónico.

No es el único testimonio de piezas que podamos identificar como turbantes en la cultura mesopotámica posterior a Ur, (se considera que los primeros apuntes de esta cultura pueden remontarse a los cinco mil años antes de Cristo, (muy anterior a la egipcia). Ur, Acadia,  Nínive, Sumeria, Babilonia, fueron pueblos e imperios que se irían sucediendo unos a otros en un mismo espacio físico, desapareciendo a veces por el transcurso del tiempo, y otras por la ferocidad de la naturaleza.

La civilización persa fue en buena medida catalizadora de todos ellos, heredera de los diferentes pueblos instalados desde tiempos pre-bíblicos en este Próximo y Medio Oriente. Los persas fueron capaces de transmitir la cultura por la civilización a través de los tiempos y haciendo poco a poco partícipes de sus culturas a los pueblos sometidos. Sanguinarios a veces como ninguno, pero capaces de elaborar ámbitos para el saber y la reflexión.  En lo que nos ocupa, puede considerarse las numerosas representaciones de los gorros cónicos que utilizaban los persas como el andamiaje para disponer un larga faja a su alrededor, lo que ofrecería un tipo de turbante utilizado incluso en la actualidad.

Un historiador griego, alude en Indika, (India),  al uso del turbante entre los gimnosofistas: los santones hindúes que incluso acompañaron a Alejandro Magno en su aventura.

Los colores según la diversidad religiosa

En efecto  Ala ad-Din Muhammad II, el ultimo sha de la dinastía turcomana conocida como  Imperio Khwarezmian, que ocuparía la actual Irán, Afganistán y Oeste de Pakistán estableció para el uso de los turbantes un código de colores que se correspondería con la diversidad religiosa de sus súbditos, de tal manera que el blanco sería para los musulmanes, el azul para los cristianos, el verde para los descendientes del Profeta y él mismo.

Entre tanto el amarillo se destinaría al uso de  los judíos y el rojo para los llamados “adoradores del fuego”, que parecen corresponderse con los mazdeístas la antigua religión persa.

En los llamados reglamentos del Califa Umar, (1354), publicados en Damasco, también se hace alusión al tamaño de la tela utilizado por cristianos y judíos  para elaborar su turbante, la cual no debía de exceder una determinada medida con el fin de limitar probablemente el gusto por turbantes muy voluminosos, en este caso la tela también debía ser azul para los cristianos y amarilla para los judíos. Curiosamente los cristianos debían de calzar zapatos de diferente color: blanco y negro.

A la vista de lo antedicho la expresión “agrandar el turbante” venía a denotar comportamientos ostentosos cual era el de elaborar turbantes de grandes proporciones. Y es curioso porque, a pesar de predicar una actitud de modestia, eran los propios ulemas, ministros de la religión musulmana, los que competían entre sí por las dimensiones de los turbantes. A la vista de su gran volumen eran incluso utilizados como meros porta-objetos, inocuos en el caso de pequeños frasquitos conteniendo perfume, monedas, pero otras veces ocultaban pequeños estiletes o dagas. El turbante era una parte esencial de la indumentaria del califa, incluía por detrás un colgante de tela de sesenta centímetros de largo por un metro de ancho. Tanto la ropa como el turbante eran de color negro, el color propio de los abasíes.

Según las clases sociales

Los visires turcos llevaban turbantes con cuatro esquinas, denominados Calevis, mientras que los emires los llevaban verde, color que se tiene por sagrado. Algunas otras peculiaridades del pueblo turco son el afeitado de la cabeza, los nobles llevan una larga barba que no deben cortar quedando limitado el afeitado a las clases inferiores, por su parte los militares y servidores del serrallo deben usar bigote. Los turbantes servirían para marcar las distintas clases sociales, así los miembros del llamado Divan, (Consejo de Estado), llevan turbantes de color blanco.

En la armada suelen usarse de color negro. Un curioso uso del turbante es el referido a los llamados tulumbaxilar, es decir, el cuerpo de bomberos de Estambul que data de 1722, usaban habitualmente un turbante junto a capa y zapatos de color rojo. Cuando se declaraba un incendio, lo cual era harto frecuente en una ciudad edificada prácticamente con madera, se desprendían del mismo y se colocaban en su lugar un casco de plata.

Otro uso, también peculiar del turbante, era el de los eunucos del serrallo, entre sus numerosos pliegues escondían el frasquito que contenía los restos de su emasculación.

Al parecer el primero de los sultanes turcos, Osmanel quebrantahuesos, fue tan dispendioso en su reinado que solo dejo a su sucesor una cuchara, un salero y un turbante blanco de largos pliegues, conocido como la corona Khorazani.

El segundo de los sultanes Orhan, hijo de Osman,  (Orhan no era estrictamente el sucesor de Osman, pero la absoluta indiferencia del primogénito, su hermano mayor,  por el poder, le permitió acceder al sultanato), eligió un turbante blanco.

Orhan impuso una novedad en el diseño del turbante, sus pliegues  lo hacían similar a la silueta de una nave. Murat I, su hijo, adoptó un turbante con una peculiar historia; antes de iniciar una campaña solicitó la bendición de un santo varón el cual le hizo entrega de su propio turbante prometiéndole la victoria.

Como así fue en efecto, Murat hizo cubrir esta prenda con hilo de plata, adoptándola como propia. Mehmet III o Mahometo llevaba también un turbante similar al de los ulemas pero enriquecido con hilo de oro.

Este hombre,  por cierto, y con el fin de asegurarse el trono haría degollar a 19 hermanos suyos, y ahogó en el mar a diez concubinas, presuntamente embarazadas de su  padre.

Selim I utilizaba uno con plumas de garza y broches de diamante. Mehmet IV se decidió por las hojas de oro cubriendo la tela. Sin embargo, Suleyman II comenzaría su reinado con dos malos presagios, la lluvia le obligó a cambiar su vestidura blanca por otra encarnada y se le cayó el turbante de la cabeza. Una rebelión más de los jenízaros, (antigua guardia real), que asaltaron el serrallo ejecutando a todas sus concubinas, apunta que algunas supersticiones pueden tener un fondo de verdad.


En las invasiones Turcas 

No sabemos hasta qué punto es cierto los hechos que sitúan a Vlad Drakul, (conocido como el Conde Drácula), clavando directamente los turbantes sobre las cabezas de unos enviados turcos ante la  negativa de estos a descubrirse en su presencia.

Los turbantes de los grandes Sultanes de la historia

Mustafa IIIya en el siglo XVIII, se conformó con aplicar las leyes suntuarias que más o menos venían a prohibir el uso de los artículos de lujo a todos aquellos que no fueran de sangre noble; diseñó un turbante adornado con un plumero blanco cuajado de diamantes.

Mas todo lo referido queda de alguna manera mermado ante la gran prestancia de Suleiman I, conocido como El Magnífico. Se paseó por el conquistado Belgrado camino de Viena, con un magnifico turbante y una cadena de oro de tales dimensiones que para aliviar la carga de su peso en el cuello era sujetada por sendos criados, uno a cada lado del sultán. La silla de montar no desmerecía en lujo a lo referido. Sólo hubo un problema; Suleiman no consiguió conquistar Viena.

    Otros complementos del turbante

El agal, (llamado también iqal, egal o igual), es un cordón utilizado para sujetar a la cabeza la kufiyya o kefiyya, (especie de chalina cuyo color combinado con el blanco cambia según la región). En Palestina la kufiyya contiene colores blanco y negro mientras que en Jordania los colores predominantes son el rojo y el blanco.

En los países del Golfo se lo denomina shumagh y es predominantemente blanco.

Dadas las distintas formas regionales de vocalizar según la zona,en la lengua árabe y la misma palabra, kufiyya; puede ser escrita de varios modos: kaffiyah, keffiya o keffiyeh. Etimológicamente, el nombre kufiyya proviene de la ciudad de Kufa, Irak, (Al-Kūfa en idioma árabe), dando lugar a la palabra castellana “cofia”.

Hoy, la kufiyya se manifiesta como un símbolo de unidad árabe.

Tarbush

El tarbush, (también conocido como fez), es el tradicional gorro troncocónico de fieltro, adornado con una borla, que hasta hace pocos años formaba parte de la indumentaria de los hombres egipcios de cierto rango social. Un accesorio adoptado por los turcos y  que hoy se utiliza como símbolo de status social en Líbano.

En 1826, el sultán Mahmud II suprimió a los  jenízaros y comenzó con la reforma de los militares. Su ejército modernizado adoptó uniformes de estilo occidental y, como tocado, impuso el tarbush con un paño envuelto alrededor. En 1829, el sultán ordenó a sus funcionarios civiles llevar el tarbush.

El tarbush, inicialmente un símbolo de modernidad otomano, con el tiempo llegó a ser visto como parte de una identidad cultural “oriental”. Visto como exótico y romántico en Occidente, disfrutó de la moda como parte del traje de lujo. El tarbush se había convertido en tradicional, hasta el punto de que Mustafa Kemal Atatuk lo prohibió en Turquía en 1925, como parte de sus reformas modernizadoras. En su discurso atacando el vestido otomano como decadente, condenó el tarbush por ser “el modo de cubrirse la cabeza los griegos”, los enemigos de la reciente guerra Greco-Turca.

Con información de La Casa Mundo

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