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Dialecto Libanés – La lengua de los hijos de Los Cedros

Dialecto Libanés

La forma de árabe dialectal hablada en Líbano se denomina comúnmente árabe libanés. Existen también, como en otras partes del mundo árabe, un registro intermedio entre el árabe estándar y el árabe dialectal que se utiliza en contextos formales pero distendidos. Como el resto de las variedades habladas de la lengua árabe, no tiene carácter oficial, siendo el árabe estándar la variedad que se usa en la escritura, los medios de comunicación y los contextos muy formales.

La mayoría de los vocablos del libanés son árabes, pero como ocurre con todos los dialectos de la región, se ha enriquecido con aportaciones del turco desde el siglo XVI, cuando la región estaba gobernada por los turcos otomanos. Este dialecto además, ha asimilado palabras provenientes del francés y del inglés.

El dialecto  árabe libanés es una de las variedades de árabe levantino del idioma árabe. Muchos libaneses, especialmente grupos radicales de derecha como los Guardianes de los Cedros, consideran al árabe libanés una lengua separada.

El árabe libanés raramente es escrito en ámbitos formales, excepto en novelas donde el dialecto está implicado o en algunos tipos de poesía que no utilizan el árabe clásico en absoluto. Las publicaciones formales en Líbano, tales como los periódicos, son escritos en el árabe clásico estándar. El árabe utiliza una lengua literaria para la escritura llamada árabe estándar moderno o ¨fushá¨. El alifato o alfabeto árabe es utilizado regularmente, sin embargo, el alfabeto latino es usado informalmente en los medios de trasmisión electrónica. El poeta y filósofo Saïd Akl propuso el uso del alfabeto latino, pero no tuvo aceptación general.



El libanés no es un dialecto árabe

Según Said Akl, poeta, filósofo libanés, e intelectual, para hacer “libanés”, su designación del vernáculo hablado de Líbano, el idioma nacional reconocido de su país heterogéneo. Este esfuerzo es “libanismo lingüístico”. Akl, un cristiano maronita que se ve a sí mismo como el Dante libanés, ha argumentado que el libanés no es un dialecto árabe (ammiyya ¯ o lahja) en absoluto, pero en realidad el semita indígena idioma del país, enraizado en fenicio / canaanita y siríaco / arameo con una superposición árabe. Esta superposición oculta aún más su verdadera naturaleza, más aun así  cuando se procesa en la escritura árabe consonántica, que es totalmente inadecuada para representar su fonología. Al argumentar este punto, Akl estaba siguiendo los pasos de los fenicios, como Charles Corm y Michael Chiha. Akl fue mucho más allá de sus predecesores nacionalistas, eventualmente.

La teoría de Said Akl

Cualquier persona con familiaridad  con lo que convenientemente llamamos el Arab World es consciente de que en esta vasta extensión que se extiende desde Mauritania y Marruecos en el noroeste de África a Irak, muy al este en Asia, no hay lenguaje hablado común. Más bien existe una gran cantidad de vernáculos, comúnmente denominados dialectos árabes, que no son mutuamente inteligibles y que pueden diferir entre sí tanto como una lengua romance difiere de la siguiente. Además, muchos países árabes acogen otras lenguas nativas como bereber, kurdo, nubio, armenio y arameo, que se hablan por minorías étnicas o religiosas, a veces minorías muy importantes.

También hay varios países donde los idiomas europeos, particularmente el francés o inglés, se utilizan a diario, no solo por élites, sino por cualquier persona con un mínimo de educación. Este bilingüismo es una parte integral de la cultura local de medio oriente, con personas que cambian de idioma a mitad de una conversación o incluso en mitad de la oración (lo que los lingüistas llaman cambio de código). Esto es especialmente cierto en el antiguo Magreb gobernado por Francia y en Líbano.

En el paradigma nacionalista árabe, es el idioma literario clásico árabe (al- # arabiyya al-fu. sh. a¯) en su forma moderna revivida, algo simplificada llamada Modern Standard Arabic (MSA) que une este mundo culturalmente, étnicamente, y en un sentido idealizado (pero no cumplido), políticamente. En esta literatura, el idioma debe aprenderse en la escuela y difiere de los idiomas hablados tanto como el latín difiere del francés, español, italiano y otros idiomas romances.

Pero como en la Europa medieval, donde el latín fue el único reconocido lenguaje escrito por ecclesia et regnum hasta que llegaron Dante, Petrarca y otros, una ficción doctrinaria es mantenida por los proponentes del arabismo y el islamismo, de que las lenguas habladas vivientes son meramente formas dialectales vulgares del verdadero lenguaje, MSA, que es el único medio legítimo para escritos y comunicación formal. Por lo tanto, a un hablante nativo de una lengua vernácula , se le ha enseñado que el lenguaje literario en la escuela no puede entender una transmisión de noticias o un texto escrito cuando se lee en voz alta.

Said Akl defensor del dialecto libanés como lengua oficial del país

De religión maronita, oriundo de Zahle (poblado del valle de la Bekaa), falleció el  28 de noviembre de 2014 a los 102 años.

Poeta, periodista y escritor, Akl deja tras de sí un vasto legado literario. Algunas de sus obras fueron representadas en teatros, otras convertidas en canciones llevando al trovador más allá de las fronteras de Líbano para ser conocido en todo el mundo árabe. Su personalidad y sobretodo el fervor que caracteriza sus obras, en verso como en prosa, no dejó lugar a la indiferencia. Su pluma lo convirtió en un controvertido personaje tanto en las letras como en política. Como todo escritor de renombre, fue vivamente alabado por unos pero también duramente criticado por otros.

Se le recuerda como ferviente patriota , firme defensor de la identidad libanesa, que él trazaba con orgullo en la era fenicia.

Said Akl llegó incluso a crear lo que autoproclamó como alfabeto libanés, transcribiendo el dialecto libanés en un alfabeto de 36 letras usando caracteres latinos como hiciera Kamal Ataturk tras la descomposición del Imperio Otomano. Una apuesta lingüística que si bien no cuajó entre la casta literaria sí alimentó a sus detractores en lo que consideraron un ataque a la lengua árabe.

Sin embargo, Akl optó por el dialecto libanés y el árabe clásico para ensalzar las virtudes de Líbano a la par que rendir homenaje a las grandes metrópolis árabes desde Jerusalén a Damasco pasando por La Meca.



Reforma de la lengua escrita

La cruzada lingüística de Saïd Akl comienza en 1954, cuando pronuncia una conferencia en el Cénacle Libanais, (célebre foro de debate de l’âge d’or libanesa), en la que identifica al árabe con el latín, afirmando, por tanto, que el MSA no es sino una lengua muerta, incapaz de expresar las necesidades del hombre contemporáneo y haciendo un llamamiento a la adopción del dialecto libanés como vehículo de expresión no sólo privada, sino también pública.

Las ideas de Akl no son, sin embargo, tan extrañas como pudiera parecer, pues ya antes que él otras figuras relevantes de la literatura árabe como Salama Musa, Tawfiq Awwan, Abdelaziz Fehmi Pasha o el mismísimo Taha Husein se habían manifestado en pro de la reforma de la lengua escrita. Sin embargo, nuestro protagonista no se quedará en comparaciones árabe-latín, sino que irá más allá y, a partir de los años 60, pasará a negar cualquier tipo de relación entre el árabe y la que, a partir de entonces, denominará siempre lengua libanesa, o como él mismo dice – “la lengua libanesa es el vástago de tu madre Fenicia, no de tu tía Arabia”, es decir, el libanés es una versión modernizada y actualizada de la antigua lengua canaanea hablada en Tiro y Sidón hace miles de años.

El alfabeto akliano

Si la lengua hablada en Líbano no es árabe, lógicamente tampoco la escritura árabe servirá para representar los sonidos de esta lengua libanesa, dirá Saïd Akl, apoyándose para ello en la obra de autores como Adrien Barthélemy, quien en su Dictionnaire des Dialectes de Syrie: Alep, Damas, Liban, Jerusalem, afirmará sin embargo, que “los tres símbolos [vocálicos] de la lengua escrita son incapaces de expresar con precisión las diez vocales de la lengua hablada”.

Frente a la complejidad del alfabeto árabe, con sus más de 600 signos (no en vano, para representar el fonema /g/ se emplean ni más ni menos que cuatro grafías diferentes: غ، ـغـ، غـ، ـغ), Akl propondrá un alfabeto latino modificado, (“consistente en sólo treinta y seis símbolos, desprovistos de puntos, guiones, apóstrofes, acentos o cualquier otro , diacrítico”) y en el que además cada letra representa, sola y exclusivamente, un sonido, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en castellano (en donde la letra c puede representar los fonemas /θ/ o /k/ dependiendo de la vocal que la acompañe).

El legado del “Dante Libanés”

Aunque la lengua libanesa continua siendo el vehículo de comunicación oral predominante en Líbano (tanto en las conversaciones cotidianas como en el espacio público: las clases en la universidad, los sermones en las iglesias, los programas de televisión, etc. se desarrollan, con contadas excepciones, en libanés), lo cierto es que la reforma alfabética propuesta por Akl no ha conocido el éxito que él esperaba (lo que no impide que el autor se identifique a sí mismo con Dante y otros “lobos solitarios” que promovieron las lenguas vernáculas frente a los latines de su tiempo), y él mismo ha continuado escribiendo en árabe clásico.

Las razones que pueden explicar el fracaso de esta propuesta lingüística son, desde luego, numerosas y van desde escrúpulos religiosos (no olvidemos que el Corán está escrito en árabe y que, para los musulmanes, contiene la palabra de Dios mismo; admitir que la lengua árabe está fosilizada o anticuada podría causar preguntas incómodas desde el punto de vista teológico, sobre todo a la luz de Corán 12:2) hasta la pereza, en palabras del propio Said Akl, por aprender nuevos signos y reglas gramaticales .

El intento de Akl ha fracasado, y sin embargo, por doquier se ven instituciones y páginas web dedicadas a la enseñanza de la lengua vernácula libanesa, empleando versiones modificadas del alfabeto akliano, al tiempo que los mitos y leyendas que él contribuyó a crear han saltado de las páginas de Cadmus o Yara a la cultura popular.



Quizás algún día se diga que, efectivamente, Akl ha sido el Dante libanés, pero también cabe que nos preguntemos: ¿qué sentido tiene promover una lengua con tres o cuatro millones de hablantes, cuando hay cuatrocientos millones que utilizan un dialecto del árabe? ¿Puede sobrevivir una lengua minoritaria en este mundo de televisiones por satélite (Al-Jazeera, Al-Arabiya) y comunicaciones globales por internet? Sólo el tiempo podrá responder a estas preguntas, por ahora no nos queda más remedio que felicitar al ya centenario Saïd Akl por haber tenido la valentía, con luces y sombras, de agitar el panorama cultural árabe de su época con sus propuestas rupturistas.

Con información de Franck Salameh, Language, Memory, and Identity in the Middle East: The Case for Lebanon y El-Sawt.

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