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La rosa de Jerico ( rosa de Ariha)

rosa jericó

La planta de la Resurrección

Los griegos la llamaban la planta sagrada de la resurrección, y los árabes rosa de Ariha.

Científicamente su única especie: Anastatica hierochuntica o Rosa de Jericó, es originaria de los desiertos de Arabia y las inmediaciones del Mar Rojo, estando también presente en Palestina y Egipto, aunque no crece de forma nativa en la ciudad de Jericó.

Es una molécula de azúcar, denominado trehalosa, la que le confiere la capacidad de “resucitar”.

La Rosa de Jericó es, en realidad, un helecho. 

Tiene la particularidad de poder presentarse en dos estados completamente diferentes: hecha una bolita, pareciendo un simple matojo mustio, cuando las circunstancias son desfavorables; o con los esporangios extendidos y de un color verde vivo, cuando encuentra suficiente humedad a su alrededor.

La alternancia entre estas dos fases puede realizarlas en innumerables ocasiones durante más de 20 años.

No se conoce a ciencia cierta cuándo recibe el nombre de Rosa de Jericó y por qué se le dio en un momento dado, pues no es oriunda de esta ciudad palestina, donde ni se la conocía.

Se cree no obstante que algunos viajeros en los primeros siglos de la Edad Media la denominaron Rosa Hiericontea, nombre que se le daba en esa época.

Arribando a Jericó, punto comercial importante en el que se vendían principalmente hierbas medicinales y aromáticas, se comenzó a utilizar para bendecir casas y atraer fortuna a los negocios.

A partir de allí, su fama como planta mágica no hizo más que extenderse.

Se cree que en principio se utilizaba para adivinar el tiempo, por su gran sensibilidad a los cambios de humedad.

Entre los usos mágicos que le han dado las distintas culturas, destacan la propiedad de bendecir y proteger casas y atraer la suerte, el dinero y la fortuna a los negocios.

En la Biblia se hacen varias referencias a la Rosa de Jericó, de las que que se cita textualmente: 

“Crecí como palmera en En-Gadi y broté cual rosa de Jericó; como magnífico olivo en la llanura, y crecí como el plátano…”.  (Elogio de la sabiduría, capítulo 24, versículo 24).

Los ocultistas de todos los tiempos han sabido que esta es una planta sacra y una de las más mágicas de nuestro mundo. 

Durante milenios ha sido utilizada por chamanes y brujos por sus reputadas propiedades mágicas, y más tarde se ganó un lugar en los laboratorios de los alquimistas.

Se dice que la Rosa de Jericó tiene la propiedad de absorber y  alimentarse de todo tipo de energías del lugar donde se encuentra, especialmente de las negativas, transformándolas en positivas.

Los alquimistas y los magos antiguos la acogían  en sus laboratorios, bautizándola con el nombre de “Flor Divina”.

Una tradición árabe consiste colocar una rosa de Jericó en un vaso de agua de lluvia en  casa de una mujer embarazada, si se despliega con ufanía, es señal de que el parto se llevará a cabo sin mayores complicaciones, ayudando así a un parto rápido y sin dolor.

En Europa se empieza a conocer en el siglo XIII. Los magos y chamanes prestaban atención a las rosas de Jericó del desierto.

Con la llegada de la humedad se abrían lentamente, pero si la lluvia era inminente, se expandían con más rapidez.

En ausencia de precipitaciones o tiempo seco permanecían cerradas.

En nuestros tiempos se pueden encontrar rosas de Jericó en antiguas iglesias europeas, testimonio viviente de épocas donde lo místico se fusionaba con la fe y la religión.

LEYENDAS

La rosa de Jericó en el Cristianismo

Una antigua leyenda hace referencia a cuando María y José huían de Belén con el niño Jesús para evitar que Herodes pudiera asesinarlo.

Cuando estaban atravesando las llanuras de Jericó, María se bajó del burro y al tocar el suelo brotó una Rosa de Jericó para saludar al niño.

Dicen que cuando Jesús murió en la cruz, todas las rosas se marchitaron, y tres días después, coincidiendo con la resurrección, volvieron a la vida de nuevo.

Otra leyenda cuenta que cuando Jesús se encontraba orando en el desierto, una Rosa de Jericó que el viento empujaba a su antojo, quedó parada a sus pies.

Al amanecer, la humedad del ambiente se transformaba en gotas de rocío que quedaban posadas delicadamente entre las ramas de la planta. 

Jesús recogía estas gotas con sus dedos y se las llevaba a los labios para calmar su sed, después de haber pasado toda la noche rezando.

Otra versión dice que la Rosa surgió como símbolo de la energía que se difundió especialmente en esa zona al  morir el Cristo y derramar su sangre por nosotros.

La leyenda del cruzado

En el siglo XIII, un caballero catalán llamado Guillaume, perteneciente a la nobleza de Vallespir, regresó de las cruzadas con varias de estas plantas convencido de las propiedades mágicas que se le asignaban en Oriente.

Al llegar a su tierra se encuentra con que su hijo había contraído la lepra, la enfermedad más letal en aquellos tiempos.

El caballero, movido por la fe ante tal triste suceso, decide ir a recoger agua bendita de una iglesia cercana y poner en ella una Rosa de Jericó. 

Siguiendo la tradición ocultista de las novenas, la tuvo allí durante 9 días  y después hizo que su hijo se lavara la cara en esa agua.

Según la leyenda, el joven curó casi de inmediato, lo que dejó perplejos a todos los que allí se encontraban.

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De los desiertos de Siria, príncipe dilecto, de las riberas del Jordán, procede la llamada rosa de Ariha.

De dos clases la hay.

Una se cultiva y sirve de ornato, no por sus flores, que son blancas y pequeñas y forman primorosas espigas, sino porque al secarse sus ramas y hojas se contraen en un apretado nudo, una pelota que se deshace y extiende cuando se pone en agua, y vuelve a cerrarse si se saca de ella.

La otra es silvestre y crece al pie de las palmas; ésa es la que debes buscar.

Es una mata humilde, de apenas dos palmos de alto, con tallo delgado y muy ramoso, hojas estrechas y blanquecinas, flores diminutas y frutos como los granos de la granada, amargos y oscuros, color de sangre.

Si acaso la encuentras, debes mandar que una joven que sea doncella prepare con sus hojas una infusión.

Si la bebes de noche, cuando no haya Luna ni viento, no habrá veneno que te pueda dañar.

Mantenimiento de la Rosa de Jericó

La  Rosa de Jericó  debe ser adquirida a través de un obsequio por primera vez, buscaremos un cuenco, plato hondo o pecera de materiales naturales (barro cocido, madera, cristal) donde colocarla.

Los recipientes de materiales sintéticos no son tan afines y resultan mucho más bastos a la hora de dejar pasar las energías.

A los tres días, cambiaremos el agua, y a partir de esta vez puede hacerse cada dos semanas.

La primera vez debe ponerse en el agua un martes o viernes a las nueve de la mañana o tres de la tarde.

Esta operación debe realizarse siempre a la misma hora, tanto la primera vez que le cambiemos el agua a los tres días como en las veces sucesivas.

Con información de Gran misterio y  Bazar al-Andalus

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