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Monseñor Capucci, vehemente defensor de la causa palestina

Monseñor Hilarión Capucci

“La religión nada tiene que ver con el fanatismo. Si los judíos se acordaran de los tiempos en que eran un pueblo errante, como lo somos nosotros ahora, la solución sería posible. Mire, amigo, la vida es corta. Lo más grande de la vida no es el dinero ni la riqueza. Es la atmósfera. En esa atmósfera se encuentra la amistad, el amor y Dios. Y Dios no nos ha hecho para que nos destrocemos unos a otros “, con esta respuesta, Monseñor Capucci, termina la entrevista que concedió en 1981 al periódico el País con motivo de la inauguración de la Semana Palestina de Madrid.

Nos recibe el primer día del año con la triste noticia de la muerte en el exilio de uno de los defensores más vehementes de la causa palestina, Monseñor Hilarión Capucci , quien ha fallecido de causas naturales este primero de enero de 2017 , en Roma, Italia. Nació en Alepo, Siria, el 2 de marzo de 1922. Fue ordenado sacerdote de la Orden de San Basilio de los melquitas de Alepo el 20 de julio de 1947. El 30 de julio de 1965 fue nombrado arzobispo, siendo consagrado meses después. Durante su tiempo en el cargo fue un destacado activista por la paz  y un feroz opositor a las políticas del régimen israelí .

En 1974 fue acusado por un tribunal israelí de usar su estatus diplomático para contrabandear armas al Ejército por la Liberación de Palestina y condenado a 12 años de prisión. Estuvo encarcelado tres años y medio, condenado por “terrorismo propalestino “. Su condición de arzobispo de Jerusalén dio especial relieve a su caso. Con su puesta en libertad vino también su exilio: el compromiso de que no volvería a Oriente Próximo. En aquellos años se difundió mediáticamente que Mons. Capucci fue uno de los presos políticos cuya liberación fue exigida por los secuestradores del vuelo Air France 139 en 1976. Y que fue puesto en libertad un año después debido a la intervención de la Santa Sede. “Salgo de una cárcel pequeña para ir a una mayor”, declaró entonces. “Y todo el globo se convirtió  en un gran presidio para este hombre al que murallas muy altas separaron de su país”. “He dejado lejos una patria, amigos, la Iglesia oriental a la que pertenezco. La muerte es la separación de las cosas que son queridas para el hombre, y lo que más quiero es mi patria porque el hombre sólo vive dignamente en su patria”, afirmó Capucci. Entonces recuerda que no pudo acudir al funeral de su madre, que murió ciega “de tanto llorar”.

En 2009, Mons. Capucci fue uno de los activistas que iba en el barco libanés “Tali” con destino a la franja de Gaza y que fue capturado por las fuerzas armadas israelíes cuando la embarcación intentaba trasladar ayuda humanitaria .

Aquí dejamos parte de la entrevista a Monseñor Hilarión Capucci realizada por Reyes Mate y publicada en el El País el 19 de febrero de 1981.

Pregunta: Hilarion Capucci, usted es un obispo católico, pero distinto de lo que por aquí es costumbre.

Respuesta: El Papa es nuestro jefe y por él siento la mayor estima. Le he visto varias veces. Pero yo soy un oriental y mi jefe inmediato es el patriarca Máximos V. En Cesare de Filipos, que es Oriente, se fundó la Iglesia; en Antioquía, que es Oriente, se empezó a hablar de los cristianos. Orientales eran Jesús, María… Sin nosotros, vosotros no existiríais.

Pregunta : Su historia no ha sido un camino de rosas. El Gobierno israelí le metió en la cárcel.

Respuesta: Tengo 54 años, de los cuales dieciséis son de obispo. He pasado tres años y medio en la cárcel.

Pregunta: ¿Por ser un obispo políticamente comprometido?

Respuesta: Rechazo de plano ese calificativo. Yo soy un obispo. Y el obispo es el buen pastor, no un mercenario que huye cuando viene el lobo. Como obispo tengo encomendado el cuidado de los palestinos; de todos, tanto cristianos como musulmanes, judíos o árabes. A ellos me debo.

Pregunta:  ¿Por qué le encarcelaron?

Respuesta: Según el tribunal judío, repito, según el tribunal que me juzgó, me condenaron porque eché una mano a la causa de los palestinos.

Pregunta:  ¿Por participar, pues, en la lucha de liberación del pueblo palestino?

Respuesta: Sí, pero conviene dejar muy clara la diferencia entre terrorismo y resistencia. Yo condeno el terrorismo pero apoyo, la resistencia. Imaginaos que un buen día el invasor saquea vuestros campos y ocupa vuestro hogar, ¿podríais, en conciencia, cruzaros de brazos? Eso es la resistencia, luchar en conciencia por vuestra patria.

Pregunta:  Con una idea religiosa de la patria.

Respuesta: El amor a la patria es, de alguna manera, el amor de Dios. Si amáis a Dios y tenéis conciencia, debéis defender vuestra patria. Lo contrario seria traición; seríais un renegado. Yo quiero ser un hombre y no arrastrar una caricatura de hombre. El hombre no existe sin libertad ni dignidad. ¿Cómo ser libre con la ocupación? ¿Cómo mantenerla dignidad sin patria?

Pregunta: Volvamos a vuestro encarcelamiento. Usted ha nombrado la causa alegada por el tribunal. ¿Cuál fue la causa real? Porque se habló de armas…

Respuesta : Yo no puedo decir más.

Pregunta: En su liberación intervino el Vaticano. ¿Puso como precio la renuncia del obispo a la resistencia palestina?

Respuesta: No es cierto. Por supuesto que un hombre de Iglesia no debe meterse en política. Pero el problema palestino es, en su raíz, un problema humanitario que luego se ha politizado. La Iglesia tiene que hacer suya la causa de hombre. Palestina ha sido ocupada dos veces, en 1948 y en 1967. Desde entonces, los palestinos andan errantes, de mala manera, por el mundo. Yo asumo el clamor de mi pueblo. Pero comprenda que nada pueda decir ni sobre las condiciones de mi liberación ni sobre mis conversaciones con el Papa.

Pregunta: Es decir, que usted apoya pastoralmente la causa de su pueblo pero sin enrolarse en sus instrumentos políticos; algo así como hacía Oscar Romero en El Salvador.

Respuesta: Yo soy yo y no me gusta compararme con nadie. Mi deber es ayudar a quien sufre.

Pregunta : Aunque sean americanos.

Respuesta: Efectivamente, aunque sean americanos. No vale la pena recordar cuál es la política de Estados Unidos para con nosotros. Pues bien, yo he celebrado misa tres veces para la liberación de los rehenes; hice todo lo que pude para su liberación dirigiéndome al Gobierno iraní. Y acompañé los cadáveres de los americanos muertos en Tabas cuando aquella expedición de la Administración Carter. Les acompañé hasta Suiza, donde fueron entregados a la Cruz Roja Internacional.

Pregunta : Aunque sean judíos.

Respuesta: También a los judíos, mis hermanos. Cuando la persecución nazi yo no tenía los medios de que ahora dispongo. Sólo contaba con mi pluma y con ella traté de defenderles. No soy antisemita porque yo mismo soy un semita.

Pregunta:  Usted se dio a conocer en el mundo entero con su encarcelamiento. Desde su liberación se le ve a usted en el frente diplomático de la lucha palestina. ¿Qué ecos encuentra su causa entre los políticos?

Respuesta : Estamos avanzando, incluso en Europa. Valoramos muy positivamente la declaración en Luxemburgo de la Comunidad Europea, que reconoce el derecho de autodeterminación del pueblo palestino. Esta Europa que se ha significado tradicionalmente por la defensa del hombre debe interesarse en defender el derecho de los palestinos porque Palestina es la causa de todos los árabes. Y de Oriente viene el petróleo.

Pregunta: Claro que los intereses económicos de los europeos pasa por Washington.

Respuesta: También los americanos tienen necesidad de nosotros.

Pregunta : A ustedes les duele Jerusalén, la nueva capital israelí.

Respuesta: No sólo a nosotros, también les debe preocupar a ustedes, los españoles, y a todos los europeos. Esa decisión unilateral va contra todo derecho internacional: contra los acuerdos de Ginebra, contra las declaraciones de la ONU, contra las decisiones del Consejo de Seguridad. Hasta el Vaticano, hace tiempo ya, pidió un statu quo para Jerusalén. La cláusula sexta decía que ninguna de las partes podía apropiarse en exclusiva la Ciudad Santa.

Pregunta: En su rechazo de la decisión de Israel hay más que razones políticas.

Respuesta: Jerusalén es la ciudad de los Santos Lugares de las tres grandes confesiones: la cristiana, la musulmana y la judía. Si los creyentes se van, la Ciudad Santa se convierte en un museo, en una esfinge.

Pregunta:  Y los cristianos se van.

Respuesta: Se están yendo. Antes de 1948 había 340.000 cristianos. Ahora somos 80.000.

Pregunta:  ¿Por qué se van?

Respuesta:  Porque la vida es dura en Israel. Hasta los judíos abandonan su tierra. Es mayor el número de los que emigran que el de los que llegan. Muchos judíos de la diáspora, los rusos por ejemplo, en vez de asentarse en Palestina se quedan en el camino, en Europa o América.

Pregunta: Los árabes también se van.

Respuesta: No es agradable vivir en esclavitud. Más vale comer sólo pan con dignidad que vivir en la molicie sin libertad.

“La resistencia es un derecho admitido por las leyes internacionales y por la ONU, y para nosotros, un deber de conciencia”. El arzobispo de Jerusalén declaró en varias entrevistas que es preferible la fórmula de la resistencia pacífica, pero debe aceptarse la lucha armada cuando se presenta como única alternativa. “Se trata de autodefensa, debe estar limitada al interior de los territorios ocupados y sólo contra objetivos militares, nunca contra civiles inocentes”. “La única forma de acabar con el terrorismo es eliminar sus causas”, en este caso “el sufrimiento del pueblo palestino”. Y eso exige “hacer justicia en el plano moral y en el geográfico”.  “Los palestinos no deben vivir como refugiados, sino como pueblo y como Hombres con mayúscula, lo que significa que puedan vivir con dignidad y con libertad”. “La mitad de los palestinos vive en la diáspora y, por tanto, sin dignidad, y la otra mitad, bajo la ocupación, sin libertad, esclavos en su propia casa “.

Palestina muestra sus condolencias por la muerte de Mons. Hilarión Capucci, quien pasó 4 años en cárceles israelíes por su oposición al gobierno sionista y su apoyo a la causa Palestina y a la propia y legítima resistencia Palestina. 

Mons. Capucci fue expulsado por las fuerzas de ocupación de Palestina ocupada, y desde entonces residía en Italia, pero su apoyo a la causa justa nunca cedió. Mons. Capucci apoyó entre otros, las diferentes flotillas de la libertad con destino a Gaza.

Nuestro respeto por tan digno personaje, que entra con honores, como muchos ya lo hicieron antes, en la historia Palestina.

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