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La reina Mavia y los árabes cristianos que luchaban junto a los romanos

Mavia / imagen: Anwar Amin en Behance

Faltaban todavía unos 300 años para la aparición en escena de Muhammad, y la península Arábiga era un lugar escasamente poblado, salvo los oasis del norte o las tierras fértiles del sur, lo que hoy son Yemen Omán.

Durante siglos las tribus árabes se habían ido desplazando hacia el norte y el sur de la península y hacia el próximo y medio Oriente, de modo que había tribus y pueblos árabes repartidos por un amplio territorio que abarcaba desde la India hasta el norte de la Mesopotamia histórica.

Uno de esos grupos de tribus semi-nómadas eran los Tanúkides, quienes originalmente formaban parte de la confederación nabatea, los famosos contructores de Petra, y que procedían del sur de Arabia. En el siglo II d.C. los Tanúkides se extendieron prácticamente por toda Jordania, desde el sur de Siria hasta Irak.

El último rey de los Tanúkides se llamaba al-Hawari y, en el momento de su muerte en el año 375 d.C., hacia ya más de un siglo del levantamiento de Zenobia, la reina de Palmira que consiguió oponerse a Roma con éxito y crear su propio imperio, aunque brevemente. Precisamente habían sido los jefes árabes, a los que Zenobia desdeñaba, quienes facilitaron al ejército romano la entrada y caída de la ciudad. Desde entonces habían luchado en las filas imperiales como foederati, convirtiéndose en la primera tribu árabe en hacerlo.

Al-Hawari no tenía heredero sino solo una hija (según algunas fuentes su esposa) llamada Mavia, que se puso al frente de su pueblo como reina. Estos árabes eran mayoritariamente cristianos, aunque no está muy claro si Mavia también lo era o se convirtió posteriormente.

Lo que se sabe es que habían solicitado a Roma que se les enviase un obispo ortodoxo, pero el emperador Valente que gobernaba la parte oriental del imperio desde 364 y era cristiano arriano, insistía en nombrar en su lugar a un obispo de su misma confesión.

Parece que ese hecho suponía una afrenta lo suficientemente grave como para desatar lo que ocurrió a continuación. Mavia y los Tanúkides se internaron en el desierto al norte de Arabia, establecieron alianzas con otras tribus y comenzaron los preparativos para la guerra.

En la primavera del año 378 d.C. lanzaron su ataque a través de Siria y Palestina, llegando hasta Egipto y derrotando batalla tras batalla a los ejércitos romanos. Según las fuentes Mavia dirigia a su ejército cargando siempre en vanguardia contra el enemigo.

En la retirada empleaban tácticas de guerrilla y se refugiaban en el desierto, con lo cual las legiones no contaban con un punto definido sobre el que organizar un contraataque de represalia. Además, los romanos luchaban en solitario sin fuerzas auxiliares como era habitual, pues era precisamente contra estas fuerzas auxiliares que se enfrentaban ahora.

Valente comprendió que no tenía nada que hacer en aquella situación, máxime cuando los éxitos de Mavia le estaban granjeando la adhesión de cada vez más seguidores. De modo que decidió cortar por lo sano y proponer un acuerdo de paz.

Según los historiadores Rufino y Sócrates de Constantinopla, la condición que Mavia puso para firmar la paz fue que se nombrase obispo a cierto monje ascético llamado Moisés, que vivía en el desierto y gozaba de gran reputación por ser una eminencia por su piedad, fe y milagros. De ese modo Moisés se convirtió en el primer obispo árabe y el cristianismo comenzó a extenderse entre los árabes de Mesopotamia.

Una vez hecho esto la relación de Roma con los Tanúkides se normalizó, hasta el punto que Mavia casó a su hija con el comandante de la guarnición romana. Pero a cambio tuvo que enviar a su caballería a Tracia, para ayudar a Roma en su intento de contener a los godos en su avance sobre Constantinopla. Fracasaron, e incluso el emperador Valente murió en la batalla de Adrianópolis, en agosto de ese mismo año 378.

El nuevo emperador Teodosio decidió pactar con los godos, favoreciéndolos con puestos en la administración y el ejército imperiales, algo que iba en detrimento de los árabes, a quienes ahora dejaban de lado. Por ello cinco años más tarde estalló una nueva revuelta, aunque esta vez las fuentes nada dicen sobre si Mavia se encontraba al frente o no. Las consecuencias fueron que Roma decidió prescindir de los Tanúkides, y aliarse con una nueva tribu árabe.

Mavia murió en el año 425 d.C. en Anasartha (la actual Kanasir en Siria), al este de Alepo, como atestigua la inscripción instalada en su honor. En cuanto a los Tanúkides, probablemente hoy sean más conocidos por el nombre que les dieron los romanos: sarracenos.

Fueron, según las fuentes, los más fieros guerreros cristianos durante tres siglos, combatiendo al lado de los bizantinos contra los musulmanes (como por ejemplo en la batalla de Yarmuk). Hasta que finalmente, en el siglo VIII, fueron obligados a convertirse al Islam por el califa Al-Mahdi.

Por Guillermo Carvajal
Con información de:La Brújula Verde

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