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El islamismo radical y el populismo se alimentan

Bichara Khader, experto en relaciones euro-árabes
Bichara Khader, experto en relaciones euro-árabes

ENTREVISTA A BICHARA KHADER, EXPERTO EN RELACIONES EURO-ÁRABES

Las migraciones árabes a Europa comenzaron en los 60, pero es ahora cuando el recelo se ha hecho más patente

-La primera generación vino sin el objetivo de quedarse y no ha sido hasta que las familias se han asentado de modo duradero cuando se ha producido un proceso de visibilización. El inmigrante, para integrarse, tiene que tener posibilidades objetivas de educación y empleo, posibilidades de escapar del gueto urbano y de su propia comunidad. Cuantos más recursos simbólicos, culturales y financieros tiene, más fácil es su integración. Hay que acabar con el espejismo de que es el islam el que impide la integración, porque no hay una comunidad musulmana, sino musulmanes que viven su religión de modo muy diferenciado.

Sin embargo, el discurso formal presenta un todo monolítico

-No lo es, hay musulmanes de perfiles educativos, culturales, económicos y orígenes distintos. Desde hace una veintena de años observo una fractura identitaria que conduce a replegarse sobre símbolos religiosos y a retradicionalizar las conductas sociales a aquellos sectores que no han podido acceder a buenos niveles económicos y educativos, y que no han podido desarrollar su propia conducta individual. Esos repliegues comunitarios, al mismo tiempo, nutren los movimientos xenófobos populistas.

¿El repliegue identitario musulmán y la xenofobia populista van de la mano?

-Se autoalimentan y se refuerzan mutuamente. Son producto de una crisis económica, ética y moral, y suponen un retorno a formas caducas de identidad concebida como una prisión, yo lo llamo el muro invisible. Los movimientos populistas utilizan la crisis política y social para inventar una narrativa que utilizan la inmigración como amenaza de su identidad.

¿Cómo se rompe ese proceso?

-Tenemos que revitalizar la dimensión democrática de los estados como motor del desarrollo humano y social porque han perdido la capacidad para crear una narrativa diferente a la del trabajo, el consumo y el tener.

¿Tiene Europa estrategia?

-He constatado con tristeza que todas las políticas europeas se han asentado sobre el comercio y la seguridad, sin fomentar un verdadero diálogo de los pueblos asentado en el respeto, el reconocimiento y la asociación. Sin embargo, el desarrollo del mundo árabe es un interés europeo. Cuanto más seguros, prósperos y estables sean los países árabes más segura, estable y próspera será Europa. En 2025 los 22 países árabes tendrán 470 millones de habitantes, de los que 90 millones tendrán entre 15 y 26 años. Esos jóvenes quieren trabajo, perspectivas y esperanzas. Si no respondemos a sus aspiraciones el Mediterráneo se sumirá en una situación de inseguridad perpetua. Mira solo cómo impacta en la Unión Europea lo que ocurre en Siria.

Pero la reacción ha sido cerrar, hasta el punto de poner en riesgo el espacio Schengen

-El conflicto de los refugiados ha puesto contra las cuerdas a la Unión Europea amenazando su propio proyecto, su existencia y su mensaje ético. Poner cordones sanitarios en las fronteras externas simplemente hace que el inmigrante se desplace y arriesgue más su vida. El Mediterráneo se está transformando en un cementerio de sueños fracasados.

¿Se encierra Europa en el concepto occidente y deja de mirar al Mediterráneo?

-Se está desenterrando la estúpida idea de que el musulmán es el otro, el enemigo y la amenaza. Toda esta narrativa es muy peligrosa. Es una victoria de movimientos radicales como Daesh que buscan a través de atentados suscitar una guerra civil entre los europeos y los musulmanes que viven en territorio europeo.

Turquía ha pasado de ser ejemplo de democracia en un país musulmán a tomar una deriva muy incierta

-La imagen de Turquía como modelo de un islam democrático está desapareciendo. Ahora se ve cómo un polo geopolítico que trata de imponer su agenda. La política exterior turca hace unos años tenía un eslogan: ningún problema con los vecinos. Hoy día Turquía tiene muchos problemas y pocos vecinos. Tiene problemas con Irak, con el régimen de Bashar al Asad, con EgiptoTurquía tiene malas perspectivas y temo mucho por su estabilidad. Pienso que los grandes actores de Oriente Próximo, como Arabia Saudí, Egipto, Irán y Turquía tienen que ponerse de acuerdo en una conferencia regional de la paz y seguridad, poner en marcha un mecanismo de seguridad, acabar con las rivalidades y definir el papel de cada uno de forma constructiva. No se puede hablar de ejes chií/suní. Estas no son guerras de religión, sino guerras geopolíticas, de poderes políticos que quieren imponer su agenda utilizando la religión como una herramienta de movilización y justificación.

Por Encarna Maldonado
Con información de Diario de Sevilla

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