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Un mar de unión entre Europa y el Mundo Árabe

Ilustración de Monra

Nueva solidaridad en el Mediterráneo

Desde la época romana, el Mediterráneo se concibe como el mare nostrum. Fue siempre el objetivo de la política exterior del Imperio, que se constituyó alrededor de ese mar interior. Y lo ha seguido siendo a lo largo de los dos últimos milenios a través de los conflictos que han enfrentado a unos pueblos con otros por su dominio.

Hay quienes aprovechan esas tensiones seculares hoy para alimentar la idea de una Europa sitiada, un espacio privilegiado sin las tensiones que agitan el mundo y, en particular, a los países árabes. Desde este enfoque, el Mediterráneo deja de ser un espacio común para convertirse en frontera. Al resucitar los antagonismos que sufrió Europa antaño se nos expone al riesgo de destruir el capital de comprensión mutua; es decir, la verdadera base de los valores democráticos e institucionales que han contribuido al éxito de Europa.

Esta visión tiene que ser combatida por la sociedad europea, consciente de que su porvenir depende de la capacidad de compartir con sus socios valores sociales y políticos. Y dicha visión también tiene que desecharse con determinación por los países árabes, que no deben permitir que los conflictos dogmáticos aniquilen sus esperanzas de emancipación.

Hay 12 razones que justifican la instauración de un espacio de cooperación:

*El legado común de valores compartidos: culturales, políticos, sociales y religiosos.

*La cooperación como fuente de confianza y bienestar de los pueblos.

*La respuesta coherente y conjunta a los estallidos de violencia, tanto en Europa como en los países árabes, así como a los sufrimientos de miles de refugiados y de migrantes.

*La complementariedad demográfica de las dos riberas.

*Las zonas sur y este del Mediterráneo disponen de un crecimiento potencial limitado debido a unas capacidades económicas y agrícolas restringidas, aunque podrían alcanzar un mayor desarrollo mediante una cooperación con Europa, que puede aportar colaboración técnica y financiera. Por su parte, Europa es dependiente en cuanto a abastecimiento energético y sería beneficiosa una asociación para el suministro de energías fósiles y el desarrollo de renovables.

*Potenciar los niveles de intercambio comercial entre ambas zonas y estimular la cooperación científico-técnica.

*Garantizar las aspiraciones a una mejor educación y calidad de vida.

*La gestión sostenible de recursos para el desarrollo de ambas zonas, especialmente, en los ámbitos climático, energético y turístico.

*La percepción del otro y compartir valores solo puede realizarse en el marco de un diálogo renovado, que es condición necesaria para una nueva relación.

*La convicción de que el conflicto israelo-palestino solo encontrará solución en el marco de una relación euro-árabe comprometida y con una cooperación dinámica, que responda a los intereses de los ciudadanos israelís, palestinos, árabes y europeos.

*La seguridad no puede resolverse solo por la vía militar. Sin negociación, la paz se convertirá en una mera declaración de principios.

*El desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación.

Estas 12 razones para cooperar representan desafíos que debemos asumir si no queremos sucumbir ante diversas formas de manipulación y terror, capaces de aniquilar definitivamente el campo político y poner en jaque a las instituciones democráticas. Para los europeos es la oportunidad de preservar y proyectar sus valores. Para el mundo árabe es la ocasión de reactivar un diálogo en el que su idiosincrasia sea apreciada y tenida en cuenta.

Esta iniciativa exige conciliar solidaridad, diversidad y pluralidad, conjugar lo universal con lo particular, para emanciparnos de la pesadumbre de las tradiciones erigidas en dogmas. Estos planteamientos nos animan a hacer un llamamiento y una consulta amplia a las poblaciones del mundo mediterráneo, europeas y árabes, a través del lanzamiento de un Libro blanco que constituya la primera piedra de una extensa negociación para la instauración de un espacio de cooperación y de seguridad en el mundo euro-árabe, con la esperanza de que la razón se anteponga al riesgo de la ruptura.

Por Miguel Ángel Moratinos y Mahmoud Amr Musa, Exministros de Asuntos Exteriores de España y Egipto.

Firman también este texto:
Enrico Letta, exprimer ministro italiano; Günter Gloser, presidente del grupo parlamentario alemán-Magreb; Fares Boueiz, exministro libanés de Asuntos Exteriores; Carlo Sommaruga, miembro del Parlamento suizo y expresidente del Comité de Asuntos Exteriores; André Azoulay, consejero del Rey de Marruecos, Mohamed VI; Ahmedou Ould-Abdellah, exministro mauritano de Asuntos Exteriores; Hubert Védrine, exministro francés de Asuntos Exteriores y Alain Clerc, presidente de la Fundación para la Promoción del Diálogo Mediterráneo y Euroárabe.

Con información de: El Periódico

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