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Literatura urgente: ficción y no ficción sobre migraciones

Relatos e investigaciones sobre refugiados y desplazados se multiplican en Europa en las voces de una generación de escritores y periodistas.

Ilustración ©María Elina Méndez
Ilustración ©María Elina Méndez

“Llegados a la frontera, el pasador me dijo que lanzara una última mirada a mi tierra natal. Me detuve y miré hacia atrás: todo lo que vi fue una infinita extensión de nieve, con las huellas de mis pasos. Del otro lado de la línea de demarcación vi un desierto que me pareció una hoja de papel virgen. Sin ninguna marca. Me dije entonces que el exilio sería eso, una página en blanco que habría de llenar.” Lo escribe el afgano Atiq Rahimi en su libro La ballade du calame (La balada del cálamo), publicado en 2015, y el párrafo se convierte en la muestra de un fenómeno que ya es tendencia. No sólo las crónicas periodísticas, las fotografías documentales o las denuncias de organismos internacionales, también la literatura y el ensayo, en Europa y Estados Unidos, están dando cuenta de la gran tragedia de este siglo: los desplazamientos de millones de personas empujadas de sus tierras por las guerras, el hambre y las persecuciones.

Conviene, sin embargo, que esta nota dedicada al fenómeno de los libros sobre migración, integración o refugiados -que al menos en el mercado inglés es casi un género con nombre propio: border crossings– comience con una digresión.

En Survivants, el británico Chris Stringer, eminencia en materia de evolución humana y uno de los principales líderes de la escuela Out of Africa, analiza la emergencia del hombre moderno, el homo sapiens. Según el célebre paleontólogo, un grupo de humanos surgió de África hace unos 50.000 años como consecuencia de cambios revolucionarios en la fabricación de herramientas y otros comportamientos. Desde ese continente -afirma Stringer-, esas nuevas poblaciones se dispersaron hasta Europa, donde “dominaron y reemplazaron rápidamente a los neandertales gracias a su superioridad tecnológica y a su capacidad de adaptación”. De ahí el segundo nombre de su teoría: “De la sustitución”. Hay otras hipótesis. Pero, en todo caso, una cosa es segura: la historia del hombre está signada por la migración, por el intento de integración e incluso de reemplazo.

Sumergidos en una ola de migración que parece incontrolable -la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) contabilizó en 2015 la escalofriante cifra de más de un millón de personas llegadas a Europa a través del Mediterráneo, unas 34.000 por vía terrestre desde Turquía y casi 3800 muertes en la travesía-, la sola evocación de esa realidad basta para ponerles los pelos de punta al 90% de los europeos contemporáneos. Y a sus gobernantes: la Unión Europea definirá esta semana si acepta un polémico plan de “trueque” de migrantes con Turquía que ha abierto enormes dilemas jurídicos y que algunos califican directamente como “deportación”.

También existen voces contrarias: “La migración no tiene que llevar necesariamente a la distopía. La migración puede llevar -y varias veces lo ha hecho- a la renovación, la fertilidad, la apertura y el vigor”, escribió en The Guardian Mohsin Hamid, novelista paquistaní-británico.

No es casual. La literatura fue siempre uno de los mejores vehículos para expresar esos temores atávicos y también para demolerlos. Y en épocas de crisis (pero ¿cuándo no las hay?), el número de esas publicaciones suele aumentar en forma exponencial.

En efecto, en Europa, no menos de tres centenares de libros sobre temas de inmigración, integración, refugio o asilo fueron publicados en los últimos seis meses. Ensayos políticos, económicos, étnicos, novelas, biografías, reportajes, obras infantiles, informes. Aunque algo menor, el mismo frenesí se confirma en Estados Unidos. Inmigrantes o europeos de origen extranjero cuyos relatos reflejan experiencias de exilio, travesía y adaptación, o que a partir de sus propias vidas se ocupan de demoler clichés sobre la integración a una sociedad distinta; académicos y periodistas que investigan las vicisitudes de los desplazados, entre las raíces históricas de esos movimientos forzados, las ciudadanías informales y hasta la problemática económica de las remesas.

Es difícil, sin embargo, descubrir un hilo conductor en esta literatura. No es una generación específica la que escribe, tampoco los representantes de una tendencia política en particular. “Tal vez, el único hecho significativo en Europa es que, desde hace unos años, se ha producido la entrada de un sólido grupo de autores de origen árabe o turco, no siempre musulmanes, que producen una literatura de gran calidad”, dice  Corinne Leitmann, historiadora de la literatura en la Universidad de Toulouse.

Aquí, un recorrido por algunos de los títulos más representativos de este fenómeno de literatura urgente.

En narrativa

En el terreno de la ficción, la novela más intensa de 2016 llegó a Europa precisamente desde Turquía, ese viejo puente entre el Oriente descalzo y el Occidente bien vestido, por el cual transita todo aquello que es ilegal: Encore (Aún), del turco Hakan Günday. Publicado en su lengua original en 2013, el libro proyecta al lector en la cabeza y las tripas de un joven traficante de migrantes, que busca exorcizar su pasado contándolo. Es un relato de impetuoso aliento, donde la única luz llega de una ranita de papel que le ofreció un afgano, la voz de su conciencia.

La acción de Les échoués (Los encallados), del escritor francés de origen armenio Pascal Manoukian, transcurre a comienzos de 1990, cuando Lampedusa, Ceuta y Melilla aún no eran trágicamente célebres pero Europa ya había abolido sus fronteras internas. Virgil el moldavo, Chanchal el cingalés, Assan el somalí y su hija tuvieron que tratar con los mismos traficantes y los mismos explotadores que los refugiados de hoy. El primero es cristiano; el segundo, hindú y el tercero, musulmán. Poco importa. Sus caminos se cruzan en un suburbio parisino y terminarán ayudándose mutuamente. El autor, ex reportero de guerra, revela en forma magistral las razones del exilio, los dramas de la travesía y las dificultades de la integración. “La miseria y el hambre son un tesoro inagotable para los mafiosos, los jihadistas, los rebeldes y los traficantes de todo tipo”, escribe Manoukian.

Nous serons des héros (Seremos héroes), de Brigitte Giraud, relata cómo, a fines de los años 60, tras la muerte de su padre, un militante asesinado por la dictadura de Salazar, Olivio (8 años) llega clandestinamente con su madre a Francia. Junto a otros refugiados como él, el pequeño hallará consuelo junto a su amigo Ahmed, un inmigrante argelino, mientras su madre se enamora de Max, un piednoir (francés nacido en Argelia) que no consigue aceptar su condición de “repatriado” y se siente traicionado al mismo tiempo “por los árabes y por Francia”. En 1974, la Revolución de los Claveles devolverá el orgullo perdido a los exiliados portugueses, mientras que los “hijos de Argel” seguirán alimentando su resentimiento. Brigitte Giraud analiza con fineza cómo el país abandonado sigue acechando, incluso formando a los exiliados.

Atiq Rahimi, llegado a Europa en 1985, cuando todavía los afganos eran recibidos con los brazos abiertos, publica en La ballade du calame (La balada del cálamo), una meditación poética sobre sus orígenes que podría resumir la devastadora experiencia de la integración. Y concluye: “Heme aquí 30 años después, siempre parado frente a esa página en blanco”.

Muchos vieron en El ruso adora los abedules, de Olga Grjasnowa, la voz de toda una generación de inmigrantes bien integrados en Europa. “Demuele los clichés y hace sentir lo que significa vivir en Alemania sin que sus abuelos y bisabuelos lo hayan hecho a su vez”, afirma la crítica literaria alemana Cristina Nord. La heroína y álter ego de la autora, una judía azerí que llegó a Alemania a los 11 años, al igual que sus amigos turcos, palestinos o libaneses, “no fracasa en la escuela y no tiene padres aferrados a rígidas tradiciones. Son cultos, inteligentes, comprometidos políticamente, privilegiados, aunque sus vidas no se parezcan a un largo río tranquilo”, dice desde Berlín el periodista Gerrit Bartels.

Sumisión de Michel Houellebecq es uno de los títulos más célebres de este listado. El 7 de enero de 2015, fecha del atentado terrorista contra el semanario Charlie Hebdo, coincidió con la publicación de la última novela del escritor francés, en la que un musulmán es elegido presidente en Francia. Para muchos fue simplemente un grosero panfleto anti-Islam. En todo caso, el libro invita a reflexionar sobre lo que falla en nuestras sociedades occidentales. Incita a meditar sobre el vacío que el hombre contemporáneo instaló en su cabeza, aceptando una sociedad sin proyecto, sin verdaderas creencias y que, en muchos casos, rompió con su propia herencia cultural.

En investigación y ensayo

El terreno del ensayo es igual de prolífico cuando se trata del candente tema de la inmigración y la integración. Pero, ¿cuándo no lo fue en el espacio europeo?

Italia es citada hoy como una de las principales víctimas de esa inmigración indiscriminada que -para muchos- la asfixia, la deforma y le arrebata su futuro. Pero ésa no es la mirada de algunos especialistas, como el geógrafo Fabio Amato, autor de Atlas de la inmigración en Italia. Durante décadas país de emigración, Italia cuenta hoy con 3.760.000 de extranjeros en situación regular (tres veces más que hace diez años), de 180 nacionalidades diferentes. La tragedia de los boat people que naufragan frente a sus costas no deja ver una realidad mucho más sutil, según el autor.

En esa obra iconoclasta, el geógrafo demuele los prejuicios, mientras pone bajo la lupa las transformaciones territoriales provocadas por la ola inmigratoria. Contrariamente a lo que se puede pensar, señala que casi el 60% de los migrantes se instalan en las regiones septentrionales, “allí donde ruge la xenofobia de la Liga Norte”. Afirma que, a diferencia de lo que ocurre en países como Alemania, Francia o Gran Bretaña, en la península no hay “ghettos étnicos”: los extranjeros están distribuidos por todos los rincones del país, lo que sería signo de una integración en marcha. En cuanto a la actividad económica, Italia cuenta hoy con cerca de 200.000 dueños de empresa que llegaron como inmigrantes.

Otro país, otra realidad, otra percepción muestra Neukölln ist überall, de Heinz Buschkowsky, que en traducción libre podría llamarse El libro negro de la inmigración. El ex alcalde socialdemócrata de Neuknoll, barrio de Berlín particularmente desamparado, donde 41% de la población es de origen extranjero, se transformó -sin serlo él mismo- en ícono de xenófobos y racistas al denunciar en términos durísimos el fracaso de la política de integración alemana. El libro describe el desarrollo de comunidades cerradas, “que rechazan todo lo que es alemán”. Buschkowsky se queja de la dificultad de encontrar salchichas de cerdo en Neuknoll, de las mujeres vestidas con burka y de las familias que viven gracias a los subsidios y se niegan a enviar a los niños a la escuela.

To the Ends of the Earth. Scotland’s Global Diaspora (Hasta el fin de la Tierra. La diáspora mundial escocesa), de T. M. Devine, se suma a la lista. Aunque Escocia cuenta con apenas 5 millones de habitantes, “hasta 40 millones de personas podrían reivindicar sus raíces escocesas en todo el mundo”, explica el historiador T. M. Devine. En esa apasionante investigación el autor afirma que los resortes que empujan a los escoceses a emigrar son mucho más complejos que el simple mito nacionalista del individuo víctima del yugo inglés. También cuestiona la representación que se tiene en general de la inmigración, por ejemplo, la del migrante que escapa de la pobreza. Para ello identifica “dos períodos durante los cuales Escocia era floreciente y la emigración alcanzó niveles sin precedentes: a fines del siglo XIX, cuando el país era el taller del imperio británico, y después de 1945, cuando se introdujo el Estado bienestar”. Una paradoja que se explica -a su juicio- por el “optimismo” que reinaba entonces y daba alas a los que intentaban la aventura.

La periodista Atossa Araxia Abrahamian demuele otro de esos clichés en The Cosmopolites: The Coming of the Global Citizen (Los cosmopolitas: la llegada del ciudadano global). Publicado en Estados Unidos y fruto de una extensa investigación, el ensayo recuerda que el a veces feroz proceso de integración no es experiencia exclusiva de los migrantes que arriban a un país extranjero. Para demostrarlo, cuenta el caso de los beduinos en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) que, originarios de la región, por numerosos motivos nunca se registraron y, en consecuencia, carecen de nacionalidad. Esa condición no sólo les impide el acceso a los innumerables beneficios sociales o subsidios de los ciudadanos emiratíes (sólo el 15% de la población), sino que las autoridades los consideran inmigrantes ilegales.

Para resolver el problema, los dirigentes de los EAU decidieron comprar ciudadanías a uno de los estados más pobres de África, las islas Comores, y adjudicársela a esos habitantes. De esa manera, sin ser consultados, sin siquiera conocer el país al que pertenecían a partir de ese momento, los beduinos pasaron a ser el problema de otro y los responsables emiratíes se lavaron las manos. En 2014, Kuwait adoptó la misma política con sus beduinos, que constituyen el 25% de su ejército.

El filósofo canadiense Joseph Carens define la ciudadanía como “el equivalente moderno los privilegios de clase feudales”. Y si bien el caso emiratí relatado por Atossa Araxia Abrahamian es un perfecto ejemplo, la autora también se ocupa de aquellos, afortunados, que por el contrario tienen la posibilidad de comprar numerosas ciudadanías: los ultra-high-net-worth-individuals (UHNWI o los ultramillonarios). “Ellos probablemente jamás pongan sus pies en sus nuevas tierras de adopción. Lo que compran son pasaportes que ofrecen acceso a otras naciones y mercados, así como la posibilidad de utilizar las jurisdicciones más ventajosas para poner a salvo sus abultadas riquezas”, escribe.

Y como justamente toda crisis o aventura humana termina en algún momento explicándose en costos y ganancias, es revelador el libro de Marco Marcocci, Migranti et banche (Migrantes y bancos), que analiza con lupa el llamado migrant banking, es decir, la relación entre los recién llegados y el sistema bancario local. Señalando la importancia del envío de remesas y otras posibles fuentes de ingreso a los países de origen, el autor da pistas a las instituciones bancarias -en este caso, italianas- para incorporar cuanto antes esa nueva población a la cartera de clientes tradicional. “El libro -según la casa editora, Don Chisciotte-, que constituye un excelente instrumento formativo para el personal bancario, diseña un nuevo concepto de migrant banking en el cual el banco y los migrantes se integran armoniosamente uno con otro.”

La escritora de origen turco Elif Shafak, que ha escrito también en inglés y francés, afirmó recientemente en The Guardian: “El racismo, el ultranacionalismo y la xenofobia tienen un efecto perjudicial en el alma humana: nos hacen indiferentes al dolor de los otros. Pero la apatía no es un sentimiento pasivo: requiere un esfuerzo constante […]. No nos olvidemos de que la globalización no se trata solamente del incremento de tecnología de la información y circulación de capital; también significa que nuestras historias, y por eso mismo nuestros destinos, están interconectados”. En tiempos urgentes e inciertos, la literatura puede ayudar a hacer esto más visible.

Por Luisa Corradini
Con información de La Nación

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