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La poesía en el Islam – 3º Parte

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«En esplendor el Oriente cruzó el Mar Mediterráneo. Si conoces las rimas de Calderón, tu debes conocer y amar a Hafiz».

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Emraní

En el curso de sus tres mil años de vivencias en tierra iraní, los judíos de Irán han producido una magnífica literatura. Uno de sus más ilustres representantes es Emraní (1454-1536). Su principal trabajo es el Ganÿ-Nameh, escrito en el estilo clásico persa. Este es un comentario versificado de un tratado que forma parte de la Mishná (Compilación jurídica del Judaísmo, que forma parte del Talmud), conocido en hebreo como Pirqé Abot (“Capítulos de los Antepasados”). Véase David Yeroushalmi: Emrani’s Ganj-Name, a Versified Commentary on the Mishnaic Tractate Abot, E.J. Brill, Leiden, 1995.




La poesía otomana

La influencia de la prosodia persa se hizo sentir en la poesía escrita por los turcos desde el siglo XI. La literatura turca en lengua ÿatagay contó con el terreno de la prosa con las notables Memorias de Babur (Babur Nameh), cuyo verdadero nombre era Zahiruddín Muhammad (1483-1530), el primero de los Grandes Mogoles, y en cuanto a la poesía se desarrolló en la corte timurí de Herat en el siglo XV.

En el ámbito otomano, el persa fue durante mucho tiempo la lengua de la administración y de las buenas letras de los sultanatos turcos —los selyúcidas, entre otros—, y después en el Imperio otomano. La poesía otomana culta del diván, que siguió las pautas de la prosodia persa —gazal, maznaví—, fue cultivada por numerosos poetas desde el siglo XIV al XVIII.

Yunús Emré

Yunús Emré (1238?-1320), místico que formó parte de los derviches errantes, es uno de los grandes poetas musulmanes turcos. Fue un cantor de la fraternidad y del amor místico en la época del reagrupamiento de los pueblos turcos en Asia Menor. Autodidacto, dominó el árabe y el persa. Su obra máxima es «El Libro de los preceptos», de gran religiosidad, donde evoca el sucederse de las alegrías humanas, de la duda y el dolor, junto al sentimiento de la nada y la eternidad. Algunos de sus poemas hablan con elocuencia de tolerancia y universalidad:

«Nuestro único enemigo
es el resentimiento.
No guardemos rencor a nadie;
para nosotros la humanidad es indivisible».

Su obra evoca el éxtasis de la comunión con la naturaleza y con Dios. Así escribió estos versos memorables:

«Cualquiera que posea una gota de amor
posee la existencia de Dios».

Su preocupación por el destino de todos los hombres, y en particular de los más desfavorecidos, da a su poesía una intensa emotividad. Yunús Emré afirma la existencia del amor universal, proclamando su fe en la fraternidad que trasciende todas las barreras y todos los sectarismos:

«No nos oponemos a ninguna religión.
El verdadero amor nace cuando todas
las creencias se unen».

Hombre del pueblo que escribió para el pueblo, adalid de la justicia social, Yunús Emré se rebeló valientemente contra todos aquellos gobernantes, propietarios, dignatarios políticos y pseudo religiosos que oprimen a los débiles y humildes. Su mensaje poético en favor de la paz y la fraternidad universal fue proclamando desde el Islam, hace más de setecientos años, cuando en el mundo occidental no existían derechos humanos, convenciones como las de Ginebra ni organizaciones como las Naciones Unidas:

«Venid, seamos amigos siquiera una vez.
Hagamos la vida más fácil.
Amemos y seamos amados.
Cuando surge el amor
desaparecen deseos y defectos».

La obra de Yunús Emré fue traducida por un transilvano que fue prisionero de los turcos durante un largo tiempo (1438-1458) e influyó notablemente en el pensamiento de tres prominentes humanistas occidentales, como el católico holandés Desiderio Erasmo (1466?-1536) y los reformistas alemanes Martín Lutero (1483-1546) y Sebastian Franck (1499-1542).

Véase Poèmes de Younous Emre, trad. G. Dino y M. Delouse, P.O.F., París, 1973; T. Halman: Yunus Emre and his Mystical Poetry, Indiana University, Indiana, 1981; M. Bozdemir:Yunus Emre, message universel, I.N.A.L.C.O., París, 1992.

Nava’í

Mir Alí Sir Nava’í (1441-1501), que nació y murió en Herat (hoy Afganistán), es una de las figuras más polifacéticas de la historia del Asia central. En su ciudad natal fue visir del sultán timurí Husain Baiqara (que gobernó entre 1470 y 1506), mecenas cuya brillante corte amparó a escritores y artistas como el poeta persa Ÿami y el miniaturista Behzad. Mir Alí Sir Nava’í es autor de cuarenta mil coplas, en las que trató de las leyenda amorosas preislámicas. Árabes (Laila y Maÿnún) y persas (Farhad y Shirín). Su obra ejerció una profunda influencia en el desarrollo ulterior de las literaturas turcófonas: azerí, uigur, tátara y otomana, y es el exponente por excelencia de la literatura turca chagatai. Sus obras incluyen una versión del romance islámico de Farhad y Shirín, y la prosa de Muhakamat al-lugatain, Maÿalis an-nafais y Mizán alAwzán.




Fuzuli

Turco de origen azerí y de confesión shií, Mehmet Suleimán Fuzuli (1495-1556), que era hijo de un ulema, nació en Karbalá (Irak) y murió a consecuencia de la peste en la misma ciudad. Simple guardián de la tumba de Alí Ibn Abi Talib (la Paz sea con él) en al-Naÿaf, fue el más destacado poeta otomano de su tiempo, junto con Baki, y también uno de los más grandes versificadores, tanto en turco como en persa, lenguas que dominó además del árabe. Su diván en persa, denota una inspiración personal, pero en la que verdaderamente se distinguió fue en la lengua turca, que utilizó para cantar el amor místico a la manera sufí. Sus obras principales son «Diván» y «Laila y Maÿnun».

Baki

Mahmud Abdul Baki (1526-1600) pese a que era hijo de un modesto muecín. Logró estudiar y, tras aprender el persa y el árabe, pasó a formar parte del cuerpo de los ulemas. En 1553, a raíz de una oda a Suleimán el Magnífico, se hizo amigo de este sultán que también cultivaba la poesía. Al morir Suleimán en 1566, escribió una «Oda fúnebre», la más vigorosa de sus composiciones. Conocido ya en vida como «el sultán de los poetas», Baki ha pasado a la posteridad como el más grande de los poetas otomanos clásicos. Dentro de esta escuela, también sobresalieron Neÿati (m. 1509) y Omer Nef’i (m. 1635). Más tarde, con la boga del florido estilo indopersa, destacaron Ahmad Nedim (1681-1730) y Mehmed Es’ad, más conocido como Galib Dede (1757-1799).

La poesía indo-mogola

En los siglos XV y XVI, cuando una gran parte de la India era musulmana, se inició una simbiosis popular entre el misticismo islámico de origen persa y la corriente hinduista llamada bhaktí (culto personal directo, sin la mediación de sacerdotes ni ritos). El poeta y místico musulmán Kabir (1440-1518) fue el representante más importante de esta tendencia sincrética a través de la cual se preconizó la igualdad y hermandad de los seres humanos en general, sin distinción de raza, de casta y de creencia.

El soberano mogol Abu l-Faz Ÿalaluddín Muhammad, más conocido como Akbar, fue un genio militar y mecenas de arquitectos, calígrafos, miniaturistas, pintores y poetas. Su tolerancia y convivencia con los hindúes se extendió a los misioneros jesuitas, con quienes discutió en un plano de igualdad sobre los más diversos tópicos (cfr. L. Frédéric: Akbar: le Grand Moghol, Denoël, París, 1986; Sri Ram Sharma: The Religious Policy of the Mughal Emperors, Coronet Books, Filadelfia (Pennsylvania), 1989.

El soberano Abu-l-Fadl Ÿalaluddín Muhammad (Umarkot 1542-Agra 1605) fue el emperador más importante de la dinastía musulmana conocida como «Los Grandes Mogoles» (soberanos de etnia turca y lengua persa), que reinó en la India entre 1526 y 1858. Akbar, contemporáneo de la reina Isabel I de Inglaterra (1533-1603), se destacó por su tolerancia y versatilidad. Su consejero y primer ministro Abu-l-Fadl al-Alamí (1551-1602) redactó el Akbar Nameh, biografía-panegírico del emperador (trad. H. Blochmann, Calcuta, 1907).«Al principio del siglo siguiente (XVII), Basãwan, Miskin, Lãl, Kesu, Mãdhu e Ijlãs ilustraron el manuscrito de Akbar-namã que se encuentra ahora en posesión del museo londinense de Victoria y Alberto. Una de las mejores ilustraciones de esta obra es la escena en la que se ve a Akbar haciendo cruzar a su elefante el río Ganges a nado en el año 957/1567» (S.A. A. Rizvi: “India musulmana”, en El mundo del Islam. Gente, cultura y fe, ed. dirigida por Bernard Lewis, Ediciones Destino, Barcelona, 1995, pág. 362).

Junto a los libros de historia, las obras literarias constituyeron el segundo polo de atracción de Akbar. En el primer rango de este tipo de literatura figura el Hamza Nameh, relato épico sobre las hazañas de Amir Hamza, el tío del Santo Profeta Muhammad (BPD). Según Abu Fadl, este manuscrito contenía en su versión original más de 1400 miniaturas de gran formato (hasta 75 x 60 ctms.), pertenecientes por entero a la tradición timúrida y ejecutadas a la aguada por dos pintores persas: Mir Seied Alí y Abd al-Samad. Sin embargo, los grandes poetas mogoles comenzarán a aparecer en la decadencia de la dinastía y con la llegada de los invasores ingleses.

Bahadur Shah

Bahadur Shah II (1775-1862) fue el último emperador musulmán de la India que fue depuesto por los británicos a raíz de la insurrección de 1857 y, posteriormente, exilado en Birmania. Fue un talentoso poeta en lengua persa y una de sus poemas, rescatado por el historiador musulmán indio Mahdi Husain en su obra Bahadur Shah II and the War of 1857 (Delhi, 1958), reflejan la patética hora que le tocó sufrir al pueblo indomusulmán:

«Violadas las gentes de Hind
nadie envidiará su suerte.
A quienes halló justos y libres
pasó por la espada
el amo del día presente».




Galib

Ullah Jan, conocido como Galib (1797-1869). Nacido en Agra, de temperamento aristócrata, bondadoso y tolerante —sus amistades fueron tanto hindúes como musulmanas—, Galib, que vivió en la última época de la India mogola, está considerado como el gran poeta de la lengua urdu, la oficial en la actual República Islámica del Pakistán. Virtuoso de la rima y del ritmo, fue uno de los más conspicuos representantes del gazal cultivado por la escuela de Delhi (ciudad en la que fijó su residencia). Poeta de fácil inspiración, utilizó elementos autobiográficos para cantar con bellas imágenes la angustia, la frustración y el éxtasis del amor. La mayoría de sus poemarios se publicaron póstumamente.

El último gran poeta de esta escuela será Juaÿa Altaf Husain Hali (1837-1914), adherente al movimiento panislámico, quien escribirá con amargura sobre la decadencia del Islam en la India.

Por R.H Shamsuddin Elía (Prof. del Instituto Argentino de Cultura Islámica). Con Información de Islam Chile

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