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Testimonios de violencia contra niños y adolescentes palestinos

Las atrocidades en que incurren las fuerzas armadas de Israel están yendo mucho más allá de las vejaciones y ataques armados documentados históricamente contra el pueblo palestino; la crueldad de soldados y oficiales israelíes alcanza a la población más vulnerable: niños y adolescentes de los territorios ocupados. El 25 de agosto de 2012 la ONG Breaking the Silence (Rompiendo el silencio), con sede en Israel, publicó una serie de testimonios de exsoldados que narran con detalle las humillaciones y maltratos a los que sometieron diariamente a niños y jóvenes palestinos entre 2005 y 2011. Las descripciones son inauditas…



 Testimonio de un sargento reservista. Ciudad de Nablus, Cisjordania, 2006.

“Estábamos en la ciudad de Ariel, en la que instalamos puestos de control sin entender por qué lo hacíamos. Algunos años más tarde, en lo más hondo de su ser, uno piensa: ‘¡Qué cosas impensables hice allá…’!

“Uno está en un puesto de control. Pasan las horas. Crece el aburrimiento. Horas y horas sentado en el mismo lugar…

“Una vez unos niños pasaron cerca. Un compañero, un reservista que hablaba árabe, quiso preguntarles qué estudiaban. No tenía mala intención. Entonces vi cómo uno de los muchachos se orinó en su pantalón mientras mi compañero intentaba parlotear con él. Vi hasta qué punto nuestros dos mundos estaban realmente desconectados. El tipo parloteaba y el niño estaba paralizado por el terror.”

 Testimonio de un sargento. Hebrón, 2010.

“–Usted mencionó que el comandante en jefe adjunto maltrató al niño detenido cuando estaba en Gross Post.

“–Todos lo hicimos. El niño sacó al comandante de quicio con sus llantos. Yo mismo veía a los palestinos como gusanos en cierta forma. Recuerdo que los odiaba, los odiaba. ¡Era tan racista cuando estaba allá! Estaba tan enfadado con ellos porque eran sucios y miserables, por toda esa puta situación. Tú tiras una piedra. ¿Y qué ganas con eso? ¿Por qué me obligas a detenerte? No hagas eso. Lo maltratábamos por desesperanza, no necesariamente porque éramos violentos. Pienso que inclusive estallábamos de risa. Ahora, cuando recuerdo eso pienso que nos sentíamos perdidos en esa situación. Lo maltratábamos como para decirle: ‘¡Basta! ¡Ya no llores! ¡Nos vuelves locos!’. Y todos le gritamos encima: ‘¡Párale! ¡Párale!’ Le gritábamos palabras árabes. Las que conocíamos. Eran pocas y absurdas. Eran palabras como ‘bien’ o ‘cómo te llamas’…”


Testimonios de la “rutina de represión” que padecen los palestinos en Cisjordania

Mientras el mundo especula sobre un eventual bombardeo de instalaciones nucleares iraníes por Israel, cayó en el olvido la dramática situación que siguen padeciendo los palestinos en los territorios ocupados.

Fue precisamente para luchar contra semejante amnesia que la organización Breaking the Silence (Rompiendo el silencio), con sede en Israel, publicó en 2012 testimonios de 37 exsoldados israelíes sobre la violencia que ejercieron diariamente contra niños y jóvenes palestinos entre 2005 y 2011. El informe, sobriamente titulado Breaking the Silence. Children and Youth. Soldiers’ Testimonios 2005-2011, es el noveno que publica la ONG desde su fundación.

Breaking the Silence fue creada en 2000 por veteranos que sirvieron en las fuerzas armadas hebreas durante la segunda Intifada. Su meta es dar a conocer la “rutina de represión” que padecen los palestinos en Cisjordania y obligar a sus compatriotas a reflexionar sobre el costo moral de semejante represión para la sociedad israelí.

Los testimonios son impresionantes. Describen cómo los soldados se desquician contra adolescentes y pequeñitos. Pintan el terror en el que viven los muchachos y los niños, un terror cuyas huellas serán indelebles. Pintan también el terror de los soldados asediados por piedras y armas en revueltas que muy a menudo ellos mismos provocan. Insisten sobre los esfuerzos de los militares por deshumanizar a los palestinos, niños y adultos. Revelan reflexiones angustiadas de algunos soldados que perciben clara o confusamente que estas acciones los lleva a perder su propia humanidad.

Breaking the Silence nunca identifica a los testigos. Sólo señala el lugar donde sirvieron y su rango militar. Asegura que procede a rigurosos análisis de información antes de publicar sus informes. De hecho hasta ahora la organización nunca ha sido demandada por difamación o alteración de la verdad. A veces los testimonios se publican como relatos, otras como entrevistas con investigadores de la ONG.

Muchos soldados citados en ese informe sirvieron en Hebrón. Es el caso de un sargento que pasó todo el 2006 en esa ciudad y describe el trato que el comandante de su compañía impuso a un niño de alrededor de 14 años. El joven se rehusaba a ser revisado con rayos X.

“Miré al niño durante un segundo, lo empujé con el hombro hasta que chocara con el muro. Se volvió como salvaje. El comandante siguió gritándole en hebreo, no en árabe. Luego calló. El niño levantó las manos para secarse las lágrimas. El comandante lo golpeó en la cara. El muchachito bajó los brazos dejando que colgaran a lo largo de su cuerpo. Entonces empezaron a lloverle bofetadas, más y más bofetadas…

“El niño ya estaba emitiendo alaridos. Era realmente aterrador. La gente de los alrededores empezó a agruparse cerca del puesto de control. Recuerdo que el comandante salió y les dijo: ‘Todo está bien’. Luego le gritó al niño: ‘¡Quédate allí. No te muevas!’ Llamó al jefe del puesto de control. Volvió a pararse frente al niño y dijo: ‘Es así como se debe tratarlos’… abofeteó dos veces más al niño y lo dejó ir.”



Comenta el militar:

“Es una historia malsana. Recuerdo que estaba sentado en el jeep, viendo lo que pasaba y pensando: Esperé tres años para poder alistarme. Entré en el ejército con la idea de parar ese tipo de cosas y aquí estoy, sin hacer nada. Decidí no hacer nada. ¿Me siento bien con eso? Recuerdo que me contesté a mí mismo: Sí, me siento bien con eso. Está golpeando a un árabe y no hago nada para evitarlo. Estaba consciente de que no hacía nada porque realmente ese comandante me daba pavor. ¿Y qué? ¿Acaso yo tenía que salir fuera del jeep y decirle: ‘¡Basta! Lo que está haciendo es estúpido?’”

Otro sargento, que sirvió también en Hebrón, narra cómo un niño resultó mortalmente herido por una bala de hule que un oficial disparó para dispersar a adolescentes que tiraban piedras contra los soldados.

“–¿Está permitido usar balas de hule en estos casos? ¿Es el procedimiento?

“–En cierta forma. Al principio no era así, creo. Pero ahora, hasta cierto punto, sí se permite. A veces se usan gases lacrimógenos. Pero en un momento dado el oficial disparó en las piernas de los jóvenes con balas de hule a una muy corta distancia. No sé por qué. Estábamos a 20 metros de ellos nada más. En el instante en que disparó, un niño se agachó para recoger una piedra. La bala lo alcanzó en la frente.

“Se armó todo un alboroto para poder atenderlo. Llegó un médico, luego una ambulancia israelí, luego una árabe… El chavo estaba en un estado crítico porque la mitad de su cerebro se le había salido del cráneo. Tomó mucho tiempo llevarlo al hospital. Creo que murió dos días después. Si uno se limita a los hechos mismos, puede pensar que el oficial lo hizo a propósito. Pero mi relación con él me permite decir que no fue intencional.”

Varios soldados reconocen que ellos mismos o sus compañeros han provocado motines porque “se aburrían y necesitaban acción” o porque seguían la línea dura de algún comandante. Según enfatizan, la manera más segura de enfurecer a los palestinos y llevarlos a amotinarse es arremeter con la mezquita durante sus oraciones del viernes.

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