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Obispo Raúl Vera viaja a Siria con Defensores de Derechos Humanos

Obispo Raúl Vera
Obispo Raúl Vera viaja a Siria con Defensores de Derechos Humanos

A fin de analizar la situación sobre violaciones a las garantías individuales en Siria, donde se libran fuertes combates que supuestamente incluyen el uso de armas químicas, el obispo de Saltillo Raúl Vera López, viajó a esa nación como parte de un grupo internacional de defensores de derechos humanos.

Fuentes cercanas destacaron que Vera López integra una misión de 12 personalidades, entre las que se incluyen el cineasta Oliver Stone y a otros activistas.

El deterioro de la violencia en Siria ha obligado a seis millones de personas a buscar refugio lejos de sus hogares, la cuarta parte fuera del país, y es constante el riesgo de un enfrentamiento internacional, por la eventual intervención de Israel en el conflicto.

El Obispo de Saltillo, ganador del Premio de Derechos Humanos de la Fundación Rafto, de Noruega, habría sido invitado a participar en la misión de Siria, por el reconocimiento que tiene su actividad a favor de grupos indígenas, mineros, obreros y migrantes.

Es importante destacar que Raúl Vera es uno de los raros obispos con una formación universitaria secular. Entre sus principales mentores en aquellos años juveniles destacan el biblista Manuel Jiménez; Alex Morelli, cura obrero francés, y el fundador de la parroquia universitaria, Agustín Désobry.

A diferencia de la mayoría de los obispos mexicanos que ingresaron a la Iglesia entre los 13 y los 16 años de edad, casi unos niños, Raúl Vera ingresa al seminario una vez concluida su carrera universitaria, a los 23 años. Son datos no menores, porque si bien él es eclesial e institucional, tiene la virtud de no ser clerical. Vera se tituló de ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Era un estudiante que no se perdía las marchas estudiantiles y vivió una doble politización: la universitaria y la católica. Su opción sacerdotal está marcada socialmente por el 68.

La Orden de Predicadores, frailes dominicos, lo hace estudiar filosofía en México y teología en Bolonia, Italia (1968-1976). Fue ordenado sacerdote por el papa Paulo VI el 29 de junio de 1975 y funge como capellán de estudiantes de la UNAM (1976-1981 y 1985-1987). En enero de 1988 asume la diócesis de Ciudad Altamirano para reorganizarla y, sobre todo, destrabar las agudas tensiones del clero. Sin embargo, su encomienda más delicada fue sin duda su nombramiento de obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 15 de agosto de 1995.

Vera fue transferido a San Cristóbal de las Casas gracias a la acción del entonces nuncio Girolamo Prigione, quien hacia 1993 estuvo a punto de remover a Samuel Ruiz. Amenazado por la curia vaticana, el levantamiento zapatista en 1994 cambió el contexto, así como la solicitud en ese momento de Manuel Camacho Solís, comisionado para la paz en Chiapas; estos hechos fueron determinantes para sostener al obispo rebelde por ser pieza clave en la negociación entre el EZLN y el gobierno. Por tanto, Raúl Vera se incorpora a San Cristóbal con una tarea precisa: neutralizar el liderazgo de don Samuel Ruiz y demoler su trabajo pastoral con los indígenas.

Raúl Vera queda conmovido por los testimonios de fe de los pueblos indígenas, así lo ha revelado, y desde el inicio expresa su abierta indignación ante la marginación y a la represión gubernamental; avala el trabajo pastoral de la diócesis, la postura de defensa de la cultura y los derechos indígenas y, sobre todo, reconoce públicamente la trayectoria y el trabajo pastoral de treinta años del obispo Samuel Ruiz.

La curia vaticana no lo perdona y, pese a tener derecho de sucesión, lo transfiere a la diócesis de Saltillo el 30 de diciembre de 1999, decisión que Vera acata con disciplina. Ahí desarrolla no sólo la opción por los excluidos, la justicia, particularmente a mineros y migrantes, sino que a través de una pastoral integral abre su atención a grupos de homosexuales.

Ha sufrido el doble embate de la derecha: la política, incómoda por sus posturas críticas, y la derecha religiosa, que se escandaliza con sus aperturas pastorales. Sectores afines al Yunque lo han amenazado y denunciado, reclamando: “queremos un obispo católico”. Roma, haciendo caso de rumores, lo llama en septiembre de 2011 a aclarar especialmente su relación con la comunidad gay. Sin embargo, don Raúl no se deja amedrentar y continúa su trabajo.

Ha sido un severo crítico del poder. A Felipe Calderón le increpó que había fallado como católico. Ha sido el actor religioso que con mayor severidad ha cuestionado a Peña Nieto y el regreso de prácticas autoritarias, de impostura y corrupción del PRI.

Raúl Vera es heredero de los mejores obispos posconciliares de América Latina, como Hélder Cámara y Óscar Arnulfo Romero. Inquieto, hiperactivo e infatigable, Raúl Vera es el mejor obispo que tiene hoy la Iglesia mexicana, sin duda alguna. Ha sido valiente y generoso, ha levantado numerosas controversias dentro y fuera de la Iglesia.

 Un luchador social

Raúl Vera llegó a Saltillo en el 2000, procedente del estado de Chiapas, en el sur de México. El obispo opinó que desde su llegada a Monclova, la autoridad decidió refrenarle la imagen, pues sabía que no era una persona que apoyaría al gobierno.

Puso como ejemplo la cobertura crítica que le hizo una red televisiva local, en la que un presentador exhibió un retrato de Vera rodeado por las llamas de la condenación eterna. Vera dijo que cree que el gobierno le pagó al presentador para hacer el trabajo sucio.

En febrero de 2006, Vera celebró una misa en la mina de carbón de Pasta de Conchos, donde murieron 65 mineros. Vera pasó días con las familias de los mineros fallecidos y juntos insistieron ante los dueños de la mina, las autoridades y líderes sindicales sobre las peligrosas condiciones laborales en el lugar.

Cinco meses más tarde, Vera viajó a Castaños, un poblado cerca de Monclova, donde varios soldados fueron arrestados en conexión con ataques sexuales a más de una decena de prostitutas.

Él y su colaboradora de mucho tiempo Jackie Campbell iniciaron su propia investigación, que llevó a la oficina de derechos humanos de la diócesis a impulsar exitosamente procesos en tribunales civiles contra algunos de los militares. Durante ese tiempo varios automóviles misteriosos siguieron a Vera y a Campbell. La línea de teléfono de la casa de Campbell fue cortada y Vera recibió amenazas. Al final, Campbell se mudó a Argentina, donde vivió tres años, para escapar del acoso.

Vera también ha exigido investigaciones de los miles de inmigrantes que han desaparecido al cruzar el estado de Coahuila y ha exigido la creación de una base de datos de ADN para identificar los cuerpos.

El obispo de Saltillo, Raúl Vera López, recibió en 2010 el premio de la Fundación Rafto para los Derechos Humanos, uno de los más importantes del mundo —cuatro laureados de Rafto obtuvieron después el Nobel de la Paz—, cuando el comité de selección valoró el número de batallas en las que estaba involucrado: la defensa de los transmigrantes centroamericanos, los mineros de carbón, los homosexuales, los indígenas, las trabajadoras sexuales, los familiares de desaparecidos de la guerra contra el narcotráfico, los deudos de la mina de Pasta de Conchos, donde sesenta y cinco mineros murieron sepultados; los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, despedidos en masa de una empresa paraestatal en octubre de 2009…

A Raúl Vera no lo han torturado o exiliado, pero ya tomó precauciones: en su muñeca izquierda porta una pulsera de acero con su nombre, sus datos de contacto, su tipo de sangre, su alergia a los antibióticos: “Para el día que me disparen sepan quién soy”… comenta.

Con información de : Vanguardia, La Jornada y Gatopardo

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