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El despertar islámico y Latinoamérica – Por Sheij Abdul Karim Paz

El despertar islámico y Latinoamérica - Por Sheij Abdul Karim Paz
El despertar islámico y Latinoamérica – Por Sheij Abdul Karim Paz

 

La inclinación creciente de los pueblos al Islam

 El nerviosismo de las potencias occidentales, especialmente de Norteamérica se debe a que ve que el despertar islámico crece día a día en todo el mundo islámico. Ellos tenían esperanza que con el paso del tiempo, las consignas de la revolución islámica se volverían anticuadas y sin efecto pero vieron que no fue así. El llamado Islam político lejos de fracasar -como auguraba Glies Kepel en Francia al promediar el segundo mileño -, se presenta como la esperanza de los pueblos de la región con el ejemplo exitoso de la República Islámica de Irán. Ellos esperaban que con el fallecimiento del Imam Jomeini y su vacío físico, se extinguiese el fervor revolucionario, pero no fue así. Como dijo Hilary Clinton, “Irán está en todas partes”, lo que demuestra por sí solo que el sistema les está funcionando a pesar del empeño propagandístico que hace treinta años que dice que el gobierno islámico es un caos insostenible…

El avance del despertar islámico ha apartado los obstáculos del camino, boicots, guerras, atentados terroristas, intentos de golpes de estado, amenazas constantes, atentados a hombres de ciencia, desinformación permanente y ha conquistando nuevas trincheras. Este crecimiento ha dado lugar a una mayor complejidad en la forma de enemistad de los poderes hegemónicos y ha provocado de su parte onerosas inversiones para enfrentar al Islam. La gran propaganda realizada para difundir la islamofobia y el temor al Islam, los grandes esfuerzos para fomentar la división entre las escuelas (sunnitas y shiitas), el promover los fanatismos y convertir a las diferencias en enemistades y enfrentamientos sin solución, el empleo de servicios de inteligencia y de espionaje, el inyectar corrupción e inmoralidad entre los jóvenes, todo ello son reacciones desesperadas y obsesionadas ante el avance sólido a paso firme de la nación islámica en pro del despertar, la gloria y la libertad.

 La influencia de la Revolución Islámica en el despertar islámico

Hoy, gracias a Dios, las sociedades islámicas, se han percatado de la importancia del sistema islámico. Durante muchos años, escritores y grandes oradores han captado muchos corazones hacia este punto. El despertar islámico ha comenzado. Las sociedades islámicas han tomado conciencia de la importancia del gran tesoro que tienen a su alcance que es su milenaria identidad más que el mar de petróleo a sus pies. Por supuesto, en proporción, han aumentado las enemistades de los enemigos del Islam. Permanentemente están ocupados en fomentar la división y las diferencias entre la nación musulmana, para que mediante la incentivación de las etnias, el nacionalismo, las escuelas islámicas (sunna –shia), y las razas, se promueva el fanatismo y arrastren a cada sector hacia la fragmentación. Esto muestra que el enemigo ha comprendido que la conciencia islámica y el despertar islámico en la región habitada por los musulmanes llevan adelante su tarea. La realidad es así. Sin duda que este sentimiento de estas naciones islámicas se dirigirá hacia un sistema islámico y en dirección de la conformación de una Ummah Islámica unida, es decir, una Nación o Comunidad organizada de creyentes. Este es un futuro seguro. Estas enemistades no tendrán ningún efecto para impedirlo. La fuerza islámica es superior a ello. Como en el Irán islámico nadie sospechaba que el poder extraordinario del Islam pudiese unir al pueblo, acercar a los corazones, que la fe islámica pudiese apoyar este movimiento y traer a la existencia aquí a un sistema islámico, pero sucedió se extendió más allá de sus fronteras.

El despertar islámico, amenazas y desafíos

La oposición y la confrontación de Occidente con el despertar islámico se aprecian en el hecho de que no quieren reconocer el carácter islámico de este movimiento. Insisten en denominarlo “primavera árabe”, como si lo esencial en él fuese lo étnico, una vuelta al panarabismo basado en el nacionalismo de tipo occidental que ha fracasado rotundamente en el mundo islámico y fue, incluso en su momento de esplendor, dominado por las potencias y por el régimen sionista. Por eso quieren desvirtuar al movimiento actual e imprimirle el sello de lo que ellos pueden manipular, no de lo que realmente está teniendo lugar en los países islámicos en estos momentos.

Los musulmanes, tal como dijera el líder, el Imam Jamenei, deben esforzarse por obtener el conocimiento que en el esplendor de la civilización islámica supieron desarrollar y entregar generosamente a Occidente, lejos del espíritu mercantilista e imperialista con que hoy las potencias esconden sus conocimientos tecnológicos al tercer mundo o se lo venden con retraso y encarecido . La ciencia y el saber generan poder y el poder debe ser utilizado para el desarrollo de los pueblos no para su dominio y explotación.

La unidad es una máxima islámica que este despertar debe saber observar para no caer en las trampas de la división a que lo quieren conducir sus enemigos. Etnias, escuelas religiosas, religiones, razas, nacionalidades no deben ser sino un complemento en el camino de los grandes objetivos de independencia, desarrollo, justicia, libertad, progreso material y espiritual de los pueblos.

La valentía, la mesura y la atención deben ser los valores a cultivar y no una ambición desmedida, una cobardía y un descuido. Generar un plan de gobierno y de sociedad bajo las premisas islámicas y la visión de las fuentes proféticas y sagradas ha de ser un imperativo para no caer en una imitación ciega de las ofertas occidentales que generen una nueva forma de alineación. Para que estas revoluciones se consoliden y no dejen un vacío que volvería a llenarse con un maquillaje de variables ocasionales sin sustento en el tiempo.

El imperialismo que hasta ayer sostenía a los tiranos en el mundo islámico ahora viene con falsas sonrisas para intentar mantener sus intereses. Pretenden poner condiciones, marcar límites, designar amigos y enemigos, en resumen, continuar con sus políticas de dominación.

Sin duda en esta caravana de despertar, quien va a la cabeza con un sistema islámico que ha superado milagrosamente todos los complots, es la República Islámica de Irán. Las barreras que intenta poner el imperialismo para que este modelo no sea visible, han sido derribadas en gran parte por esta convulsión de los países islámicos. La última guerra criminal sobre Gaza, mostró que estas barreras no pueden detener la cooperación entre el Irán islámico y los palestinos, la facción más cercada y supuestamente aislada del mundo islámico. Hasta allí llegaron los misiles Fayr 5 que hicieron temblar a los agresores, alcanzando puntos que antes se encontraban a resguardo de las represalias palestinas. Cuánto más podrá esperarse de la cooperación en aquellos ámbitos donde el aislamiento no es tan cruel y severo. Sin duda, el futuro con la ayuda de Dios dará más muestras de estos avances y este despertar, para alegría de los musulmanes, los creyentes y los oprimidos y para frustración de los arrogantes y verdugos de los pueblos.

¿Última etapa en el proceso de liberación?

Es factible que estemos entrando en la última etapa previa a la gran liberación del mundo islámico, lo que cambiará definitivamente el tablero geoestratégico mundial del poder en favor de los pueblos y en detrimento del imperialismo de los países arrogantes y el sionismo.

Si analizamos el proceso neocolonial vemos que para ejercer la dominación sobre el mundo islámico, el imperialismo ha desarrollado diferentes etapas. Primero, la etapa de la ocupación y el dominio de las fuerzas europeas sobre el territorio islámico. Las luchas de la independencia pusieron fin a esta grosera etapa de dominación. Luego, los neocolonialistas recurrieron al dominio de las elites locales con doctrinas foráneas de corte Occidental y la ayuda de hombres fuertes, generalmente del ejército o de los aparatos de seguridad, como ser Saddam, Mubarak, Bin Ali, el dictador del Yemen, Saleh, y de alguna manera el propio Qadafi cuando se prestó al secuestro y desaparición del líder del despertar islámico en el Líbano, a comienzos de la década del ochenta. Pero, hoy somos testigos que en este nuevo agitar de los pueblos, han caído estos gendarmes, lo que por una parte obligó, previo colapso de las torres gemelas de probable autoría casera, a una nueva invasión y ocupación de la potencia imperial vigente, en dos fases: una por sí sola llevada por el impulso de la conmoción de la caída de las torres, algo que fracasó rotundamente, y la otra, y con el fracaso de la primera, en compañía de sus aliados de la OTAN, lo que tampoco será sostenible en el mediano plazo.

Por otra parte, en escenarios como el de Siria, que sigue a las frustradas agresiones al Líbano y a Palestina, el imperialismo se ve “obligado”, para conservar sus ilegítimos privilegios geoestratégicos, a echar mano de Al Qaida, es decir de mano de obra mercenaria y terrorista, creada para enfrentar a la Unión Soviética en su momento y hoy reciclada para llenar el vacío que dejaran los gendarmes y que los norteamericanos y sus aliados no pueden ni quieren ocupar (Estados Unidos ha tenido que retirarse de Irak en gran parte y anuncia su retiro de Afganistán para el 2014). Recurrir al terrorismo para contrarrestar la fuerza de la resistencia, vanguardia del despertar islámico, tal como se lo está haciendo hoy en Siria, es un recurso desesperado que habla de la debilidad del imperialismo en esta fase y algo que a la larga no podrá controlar y se volverá contra él. Es claro que al imperialismo ya no le quedan más recursos que puedan cuidar las formas diplomáticas medianamente para dominar a los pueblos en el mundo islámico, o se tiene que apoyar en monarquías corruptas e inestables o en terroristas ocupantes sin disimulo alguno o en las fuerzas de la OTAN de un modo muy grosero con quienes eran sus aliados hasta ayer, como el caso de Qadafi. Por eso decimos que es muy probable que estemos asistiendo a la última fase del dominio imperialista del mundo islámico y sin dudas, el más sangriento de todos. Fracasada esta instancia ya no quedan fuerzas en las que apoyarse para prolongar el artificial dominio en territorio ajeno. Más bajo no se pudo haber caído. Estados Unidos había calificado a los Muyahidin Jalq iraníes, opositores, más conocidos por el pueblo de Irán como los Hipócritas, de terroristas, ahora le quita el calificativo y abren su oficina cerca de la Casa Blanca en Washington. Ya no se puede cuidar la apariencia de la diplomacia que en los últimos años llevó por parte de Estados Unidos, el nombre de lucha contra el terrorismo.

Los terroristas siempre serán un elemento marginal en relación a los pueblos organizados, allí radica su extrema debilidad por más crueldad que empleen para avanzar en sus objetivos.

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