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El polvorín kurdo – Por Témoris Grecko

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Las anchas y bien asfaltadas avenidas de Erbil parecen desmentir que se está en Irak: La mayor ciudad del norte del país experimenta un boom económico que se expresa en algunos dispendios, como escaleras eléctricas en puentes peatonales que nadie utiliza o pasos vehiculares a desnivel casi vacíos.

Los inmigrantes kurdos de las montañas visten desgastados trajes tradicionales mientras observan los aparadores de las tiendas de marcas de lujo en los numerosos centros comerciales. Sus carros tirados por burros se hacen a un lado para dejar las calles a las flotillas de camionetas blancas 4X4, conducidas por ejecutivos de compañías extranjeras y trajeados kurdos de la floreciente burocracia regional.

Este veloz desarrollo, que ofrece esperanzas de seguridad y oportunidades laborales a los 5 millones de habitantes de la Región Autónoma del Kurdistán (RAK), está en peligro a raíz de una escalada de tensiones con el gobierno del primer ministro iraquí Nuri al-Maliki, que se agrava además por la inesperada crisis de salud del presidente del país, el kurdo Jalal Talabani, respetado por sus dotes de mediador.

Erbil es una isla de paz en un mar de batallas. Al norte, a cuatro horas en auto, está el área donde combaten los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) contra el ejército de Turquía; a cuatro horas al este se atraviesa la tensa frontera con Irán; tres horas al noroeste está el área a donde llegan decenas de miles de refugiados kurdos que escapan de la guerra civil en Siria, y lo más preocupante: a sólo una hora de camino hacia el este, en la vecina provincia de Kirkuk, están desplegados alrededor de 60 mil peshmergas (milicianos de la RAK) y del ejército nacional iraquí.

Desde sus respectivas trincheras apuntan los fusiles unos contra otros a distancias a veces de menos de 100 metros.

El miércoles 19, tropas kurdas dispararon contra un helicóptero militar iraquí. Tres días antes el presidente de la RAK, Masoud Barzani, acudió a la línea del frente y declaró: “Estamos contra la guerra, pero si las cosas van a la guerra, entonces todos los kurdos estamos listos para pelear”.

Aun con ser parte de Irak, la RAK tiene primer ministro y presidente propios. Barzani “es un líder que no siempre impone el cerebro al hígado”, dice a Proceso un diplomático occidental que pide el anonimato. “Y siendo hijo de quien es (el mayor héroe kurdo iraquí, Mustafa Barzani, gran enemigo de Sadam Hussein), aspira a emular a su padre enfrentando el poder de Bagdad y probablemente conquistando la independencia”.

En la esquina contraria, Al-Maliki encuentra que los kurdos le dificultan el dominio político del país y, lo más importante, controlan gran parte de las reservas de petróleo.

Las disputas territoriales y por los hidrocarburos ya ponen la mesa para el conflicto. El carácter y la rivalidad de Barzani y Maliki lo hacen más probable. La situación se agravó el pasado martes 18, cuando el pacificador Talabani, de 79 años, sufrió un infarto cerebral que lo envió de emergencia a Alemania. Se da por hecho que si sobrevive no quedará en condiciones de regresar a su puesto y la disputa por la sucesión se ha abierto.

Mientras tanto el gobierno iraquí ha denunciado al kurdo por haber cortado el suministro de petróleo para exportación. Y Barzani ha anunciado planes para construir un oleoducto hacia Turquía que le permita prescindir de Irak para vender el hidrocarburo.

“No quiero decir que estamos al borde de una guerra civil entre árabes y kurdos, sólo que no es impensable”, dice Osman Mustafa, quien prepara una tesis de doctorado sobre el nacionalismo kurdo para la Universidad Americana de El Cairo.

Además “turcos e iraníes temen que sus propias poblaciones kurdas se quieran separar. Esto puede desestabilizar la región entera”, advierte.

“Océano de reservas”

Es un simplismo pensar que todo lo que ocurre en Medio Oriente tiene que ver con petróleo. En este caso sí es uno de los dos elementos fundamentales de un problema que afecta a cuatro países.

El segundo elemento es que los kurdos son el mayor pueblo del mundo sin Estado propio. Son aproximadamente 30 millones de personas que viven principalmente en Turquía (unos 15 millones), Irán (7 millones) y Siria (2 millones), además de Irak, donde 5 millones habitan en la RAK y 2 millones en los llamados “territorios en disputa” (entre la RAK y el gobierno iraquí).

La aspiración por constituir un Estado se ve más cerca que nunca en la historia en la RAK, cuyo gobierno se maneja a su antojo respecto a las autoridades centrales de Bagdad: Mantiene representaciones propias (que llama “embajadas”) en 17 países, está integrado por “departamentos” que funcionan como ministerios, controla fronteras y aeropuertos en los que otorga sus propias visas, sostiene un ejército ligero (los peshmergas, cuyo nombre significa “los que enfrentan la muerte”) reconocido en la Constitución iraquí y –lo que irrita más a Bagdad– está imponiendo su dominio en la industria petrolera.

En un reportaje publicado el pasado domingo 9, titulado Un océano de reservas en espera de ser abierto, el diario británico The Financial Times describe a la RAK como “uno de los sitios con mayor atractivo para la industria global del petróleo” en el que ya se han descubierto 14 mil millones de barriles de combustible de unos 45 mil millones que se cree que existen en el subsuelo. Por lo pronto, ya ha atraído 10 mil millones de dólares en inversiones por parte de las grandes compañías (equivalentes a 2 mil dólares por cada habitante).­

“Es casi el único lugar de Medio Oriente donde el sector privado puede explorar territorio virgen”, dijo Tony Hayward, ejecutivo de la empresa petrolera Genel Energy, en el citado reportaje de The Financial Times.

La producción de 2012 fue de 200 mil barriles diarios. Se espera que alcance los 250 mil en 2013 y que escale hasta 1 millón en 2015.

A principios de diciembre Bagdad exportaba 100 mil barriles diarios de crudo producido en el Kurdistán, pero el miércoles 19 las autoridades de la RAK cerraron la llave y dejaron salir apenas 5 mil barriles diarios. La causa, explicaron, fue que el gobierno iraquí adeudaba 291 millones de dólares a las empresas productoras, a lo que Bagdad replicó asegurando que había pagado 541 millones de dólares.

El gobierno de Al-Maliki ha expresado su molestia porque el de Barzani ignora a las autoridades iraquíes y está concediendo por su cuenta contratos de exploración y de producción a compañías extranjeras, como las estadunidenses ExxonMobil y Chevron, la francesa Total y la rusa Gazprom.­

Para el primer ministro iraquí la gota que derramó el vaso fue que ExxonMobil anunció que a principios de 2013 iniciará perforaciones en Kirkuk, una provincia en la que la mitad de la población es kurda y la cuarta parte árabe (además de otros grupos étnicos menores). Esa provincia se encuentra en disputa porque Bagdad, interesada en el petróleo de la zona, rehúsa cederlo a la RAK.

“El primer ministro (iraquí) ha sido claro: Si Exxon pone un dedo en esta tierra, enfrentará al ejército iraquí”, declaró el martes 18 el parlamentario Samid Al-Askari, cercano a Al-Maliki. “No queremos guerra, pero iremos a la guerra por el petróleo y por la soberanía iraquí”, afirmó.

El Dubái del Kurdistán

Todo 2012 estuvo marcado por incidentes relacionados con el control de los hidrocarburos. La RAK ya había suspendido las exportaciones con argumentos similares entre abril y septiembre, cuando las partes llegaron a un acuerdo para canalizar los pagos de Bagdad.

Sin embargo Al-Maliki tomó la decisión de disolver las unidades militares conjuntas árabe-kurdas que patrullaban los territorios en disputa y reemplazarlas con un Comando de Operaciones del Tigris, totalmente árabe y bajo su control directo, que tomó posiciones en noviembre. La RAK respondió enviando tropas y el primer enfrentamiento tuvo lugar el día 16 de ese mes, con resultado de dos muertos.

Jalal Talabani es el líder de la Unión Patriótica del Kurdistán, la segunda mayor organización política kurda después del Partido Democrático del Kurdistán, dirigido por Barzani. El pasado lunes 10, mientras éste visitaba las trincheras de Kirkuk y arengaba a los peshmergas diciéndoles que ellos estaban “asumiendo el deber sagrado de defender el futuro del pueblo de Kurdistán”, Talabani trabajaba para disminuir las tensiones y buscar un acuerdo.

Entre el martes 18 (cuando Talabani sufrió el infarto cerebral) y el jueves 20, informes contradictorios alimentaron el rumor de que éste había muerto o estaba a punto de fallecer. Dada la gravedad del caso, cuando se habla de él se hace en tiempo pasado porque se descarta que pueda recuperarse al grado de volver a la presidencia del país.

“Era un apagafuegos y todo el mundo se lo reconocía”, explica Ahmed Sorani, analista del diario independentista Kurdish Globe. “Su mediación era apreciada en muchos ámbitos: En las disputas entre Al-Maliki y los partidos iraquíes, en el encono entre Al-Maliki y Barzani e incluso para que los turcos pudieran comunicarse con los guerrilleros kurdos del PKK.

“Su muerte, o su salida del mapa político hace más difícil que Erbil y Bagdad puedan llegar a un acuerdo. Y complica más las cosas porque se abre la pelea por la sucesión: entre los propios dirigentes kurdos y entre ellos y Al-Maliki, porque éste querrá imponer a un árabe de su coalición.”

“La desaparición de Talabani y la profundización de la crisis con Bagdad tiene a todo el mundo de nervios”, lamenta un europeo que trabaja para una de las mayores consultoras del mundo, encargada de organizar los esfuerzos de la RAK por atraer inversiones.

Como el resto de Irak, Kurdistán depende de los ingresos del petróleo. Los beneficiarios directos son los vinculados a la industria y quienes están cerca de ellos, como el taxista Gafur Sorani, quien gana unos 2 mil dólares al mes: “Cinco o seis veces lo de hace cinco años”, asegura.

Los demás reciben las migajas, lo cual se nota en el contraste entre las deterioradas casas del viejo Erbil, concentradas alrededor de una ciudadela con 8 mil años de existencia (es el asentamiento permanentemente habitado más antiguo de la humanidad, según la UNESCO) y las relucientes zonas construidas en los últimos nueve años, tras la caída de Hussein, donde abundan los rascacielos relucientes y las urbanizaciones con residencias de lujo, algunos de cuyos nombres revelan su estatus –Dream City e Italian Village– y donde el acceso es restringido.

El objetivo declarado es crear una “Dubái del Kurdistán”, utilizando las ganancias de los hidrocarburos para atraer compañías extranjeras que desarrollen una base industrial y de servicios generadora de empleos, ofreciéndoles infraestructura gratuita y exenciones de impuestos.

El problema es la pésima imagen de la marca Irak: Kurdistán se quiere disociar de ella para ofrecerse como un refugio de seguridad y estabilidad para los ejecutivos de las empresas, libre de los actos terroristas y los secuestros que plagan el resto del país. No han tenido uno desde 2007.

Sin embargo resultará difícil consolidar el clima de relativa tranquilidad si sigue creciendo la sombra de la guerra.

Fiel a su tarea, el consultor europeo quiere transmitir confianza: “Estas llamaradas son normales, el próximo año se calmarán”, asegura. Pero reconoce: “Puede ser que la diferencia sea la falta de Talabani. No veo que, sin él, Al-Maliki y Barzani puedan alcanzar acuerdos”.

Fuente : Proceso

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