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Perpetuar la juventud – Las Mascarillas de la Antigüedad

“Su rostro se iluminó con una antigua sonrisa: la que había utilizado para subyugar a los hombres cuando las astucias del cerebro no lo conseguían. Era la sonrisa que devolvía la vida a su rostro, la que era capaz de transfigurarlo, convirtiéndola en la más hermosa de las esfinges. Era entonces cuando el mundo sucumbía ante un hechizo que nadie podía imitar y mucho menos explicarse. Contribuía a que una mujer que no era bella alcanzase la perfección de la belleza. Y nacía así la más fascinante entre las brujas … ” Terenci Moix

A través de los tiempos se han elaborado cosméticos destinados a corregir las imperfecciones cutáneas. Las mascarillas son uno de los tratamientos más antiguos que se conocen. He aquí cuatro formulaciones “históricas” que han llegado hasta nosotros.

Rescatada del “Formulario de los Cosméticos” escrito en el primer siglo de nuestra Era por el célebre Critón, médico del emperador Trajano.

Hacer una pasta con:

2 cucharadas de mantequilla fresca

2 cucharadas de flor de harina de trigo

Una vez bien mezcladas, añadir:

1 cucharada de aceite de semillas de calabaza

Leche hervida tibia hasta obtener una pasta cremosa que se extenderá sobre la cara y cuello.

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Mascarilla de Cleopatra

La reina pintaba colores atrevidos en las mejillas de un maniquí de cera que reproducía sus facciones. No era una actividad completamente nueva entre las que la ocupaban a diario. Conocedora de la importancia de la belleza en sus relaciones con los enviados del gran mundo, había aprendido a crearla donde no existía. Y educada además en doscientos años de pensamiento alejandrino, sabía valorar la teoría tanto como la práctica. De manera que un joven escribano iba anotando sus impresiones mientras el arpa de Ramose sonaba como una deliciosa melodía de fondo que al unirse a las palabras de la reina generaba una canción referida a la belleza.

El taller de Cleopatra contenía lo más secreto de su intimidad y su acceso estaba reservado a los muy iniciados en sus intereses. De hecho, sólo la acompañaban sus doncellas y un reducido grupo de artesanos especializados en perfumes y cosméticos.

Con ellos experimentaba en todo tipo de ungüentos, cremas y maquillajes: delicadas unturas, exóticos potingues, tenues polvillos, rarísimas pinturas que aplicaba sobre mascarillas y maniquíes de cera, buscando nuevos resultados, anotando los aciertos o desaconsejando los más banales. Con la precisión del científico y el genio repentino del artista, iban apareciendo sobre la cera los artificios destinados a proyectar su mensaje de fascinación una vez aplicados al rostro de Cleopatra.

Y no era extraño que trasladase algunos de estos experimentos a los libros de cosméticos que tanto éxito había alcanzado entre las damas de Roma, ansiosas por conocer los secretos de la egipcia aunque en público se permitían vituperarla como a la más execrable de las meretrices. ¡Así pagaban las hipócritas matronas que Cleopatra comunicara en sus escritos mil años de experiencia en la belleza, inapreciable herencia de cuantas reinas tuvo el Nilo!

He aquí la única receta del célebre “Cleopatra . Gynaecarum Libri” (tratado de belleza escrito por la propia Cleopatra) que ha logrado sobrevivir, pues el libro se quemó en el incendio de la Biblioteca de Alejandría. Para hacerla se precisan:

3 cucharadas de arcilla

3 cucharadas de leche cruda

1 cucharada de miel

Mezclar todos los ingredientes hasta obtener una pasta muy fina que se aplica en rostro y cuello.

Mascarilla de Semíramis

Semíramis, la reina de Asiria, que conquistó Egipto y que ascendió a los cielos en forma de paloma, mujer seductora y guerrera. Ningún personaje de la Antigüedad ha fascinado tanto a escritores y filósofos como la reina Semíramis, fundadora de la Babilonia de los fastuosos jardines colgantes, artífice del gran imperio asirio que llegó hasta los más remotos confines de Asia y célebre tanto por su lujuria como por su ferocidad en la guerra. Ovidio, Dante, Calderón, Shakespeare y Voltaire se inspiraron en ella

La leyenda referida por Diodoro Sículo en la que la diosa Derceto ofendió a Venus y ésta la castigó inspirándole una pasión ciega hacia un mortal , el pastor (Caístro). De esta unión nació una niña, Semíramis, que llegaría a ser reina de Babilonia. Después del nacimiento de su hija, también por obra de Venus, acabó el amor que Derceto sentía por ella, y al que siguió el conocimiento de su falta y la vergüenza de haberla cometido. Derceto, llena de ira, abandonó a su hija, hizo matar al hombre a quien había amado y se arrojó al agua dispuesta a morir, lo que los dioses no permitieron. Así dio origen a su morfología anfibia (Las primeras historias conocidas sobre sirenas aparecieron en Medio Oriente, esta diosa Derceto es muy similar a la figura de Atargatis, la gran señora de las tierras del norte de Siria con forma de sirena a la cual los peces le eran consagrados).

Semíramis es abandonada en un desierto donde sobrevivió porque la alimentaron unas palomas . Fue hallada por el pastor de nombre Simnas que la crió como si fuera su propia hija . Más tarde se casó con un oficial del imperio asirio, Onnes (tambiénn conocido como Menones).

El rey Ninos se hallaba en guerra contra los bactrianos. Cuando las tropas se dirigían hacía la lucha, Semíramis decide acompañar a su esposo. Durante el asedio , Semíramis disfrazada de soldado trepó las murallas de la ciudad y abrió las puertas para que las tropas de Ninos la conquistasen. El rey prendado de la belleza ,inteligencia y valentía de Semíramis se la arrebató a su oficial y la desposó, haciéndola reina. Tras la muerte de Ninos la reina tomó el control del imperio y decidió construir una nueva capital, Babilonia.

Algunos autores , entre ellos Estrabón le atribuyen la reedificación de Babilonia, rodeándola de muros y fortificaciones, se dice que tenía 66 kilómetros de muralla, y dotándola de suntuosos palacios y sus famosos jardines colgantes. Condujo su imperio a la prosperidad  construyendo carreteras y canales de riego  para contener las inundaciones provocadas por el rio Éufrates. Según las crónicas, Semíramis conquista Persia, Armenia, Arabia, Egipto, Libia y toda Asia hasta el rio Indo. Intentó penetrar en la India pero no pudo contra los elefantes del ejército indio.

Semíramis no ha entrado en la historia sólo por su posición de poder, excepcional para una mujer, sino por la fama de su insaciable necesidad de amar y de ser amada.

No tenemos la  certeza de que esta mascarilla fuese utilizada por Semíramis aún cuando su nombre lo indique , sea como fuere, sabemos positivamente que Popea, esposa de Nerón, la empleaba.

Batir 2 claras de huevo a punto de nieve, incorporando después

1 cucharada de miel

3 cucharadas de flor de harina de cebada

Esta mascarilla, al parecer de resultados extraordinarios, debe aplicarse todos los días durante un mes.

Los antiguos usaban 2 tipos de harina: 1. Heb. Sôleth, “flor de harina”, “Harina fina”. Esta era la que se ofrecía en las ofrendas del antiguo tabernáculo y el templo (Ex. 29:2, 40; Lv. 2:2; Nm. 15:4; 28:5, 9,12). También se la usaba en la casa (1 R. 4:22). 2. Heb. qemaj, “Harina común”, de diversos grados de molido (Gn. 18:6; Jue. 6:19; 1 S. 1:24; 28:24; etc.). Los principales granos que producían Harina eran el trigo y la cebada; las clases más pobres usaban mayormente este último cereal (Jue. 7:13; Jn. 6:13).

En el Nuevo Testamento se usan 2 palabras griegas para harina: 1. Aleuron, “Harina de trigo” (Mt. 13:33; Lc. 13:21). 2. Semídalis, “harina” (Ap. 18:13), donde aparece entre los lujos de la Babilonia mística, por lo que se refiere a la Harina de la mejor calidad.

Hay quienes aseguran que ésta es una infalible fórmula para conservar la juventud del rostro  :

Tomar la misma cantidad de semillas de melón, calabaza y pepino. Triturarlas  hasta hacerlas polvo, añadir nata fresca hasta que se forme una harina, después,  incorporar leche hasta que se convierta en una pasta clara. Agregar cinco centígramos de almizcle y algunas gotas de aceite de cedro. Aplicar en el rostro veinte o treinta minutos, después, aclarar con agua tibia.

“Ella era el último miembro de una raza solitaria y sutil. Era una flor que Alejandría había tardado trescientos años en producir y que la eternidad no puede marchitar … ” T.M

 

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