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Un héroe sevillano para el persa

Joaquín Rodríguez ©Javier Barbancho

El traductor Joaquín Rodríguez Vargas ha sido premiado en Teherán por la mejor traducción del persa gracias a ‘Los arcanos de la Unicidad de Dios en las estancias espirituales del sheij Abu Sa’id’.

En España, del idioma persa apenas sabemos nada. Como mucho cuatro versos de la lengua de los mil poetas. Si acaso cuatro rasgos de quienes la hablan.

«La ars poetica persa es de una delicadeza y belleza femenina, aun cuando ha sido creada mayormente por hombres. El hecho es que la poesía forme parte de lo cotidiano de los iraníes, de cualquier condición y estrato social, que cualquier persahablante sepa al menos varios centenares de versos, y que todos hayan versificado, bien o mal, en algún momento de su vida… Así que es normal que esta lengua tenga un particular vigor en algo en lo que se ha estado ejercitando desde el siglo X, cuando el Irán adoptó la métrica árabe, de una perfección matemática, para su poesía».




El que habla es Joaquín Rodríguez Vargas. Es de Sevilla, tiene 51 años y acaba de recibir de manos del presidente iraní Hasan Rohaní el galardón Libro del año a la mejor traducción y edición crítica de una obra en lengua persa. El sevillano se impuso en el apartado de Estudios persas e islámicos de la sección de extranjeros, en la que se habían presentado 2.500 obras.

El autor premiado, recibiendo su premio junto a las autoridades iraníes ©El Mundo

«Es un idioma de una inusitada belleza en la poesía, musical en la pronunciación, elegante en su escritura y gramaticalmente sencilla». Así define Rodríguez el persa, idioma que aprendió «de forma autodidacta» porque, por aquél entonces, en España, persas no había ni felinos. Y los cuartetos de Omar Jayam, el épico Shahnamé de Ferdousí, los versos al vino de Hafez eran trazos inexplicables en libros medievales.

Como ni su economía ni su familia estaban para grandes aventuras, Joaquín se introdujo en la lingua franca de iraníes, afganos y tayikos lejos de las universidades, encomendándose a algunos vecinos iraníes, a libros escolares de su país lejano y a una lengua, el árabe, cuya caligrafía e historia está casada religiosamente con el idioma oficial de Irán.

El 18 de diciembre de 2015, Joaquín se doctoró cum laude en Filología Árabe y Estudios Islámicos. 19 años antes, logró la categoría de intérprete jurado de lengua persa nombrado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Fue también redactor de la primera gramática del persa moderno en español y traductor del Golestán (La Rosaleda) la obra maestra de Sa’adi, entre otras.

«Mi clave fue el enorme interés que tenía por el persa; lo descubrí en mi juventud. A esto, me viene a la memoria un dicho de Avicena, el celebérrimo médico y filósofo persa, que decía que para aprender hace falta un poco de inteligencia y mucho interés. Nótese que no lo dice al revés, mucha inteligencia y un poco de interés».

¿Y su traducción al español de Los arcanos de la Unicidad de Dios en las estancias espirituales del sheij Abu Sa’id, objeto del premio oficial? La obra llegó al español con el auspicio de la Consejería Cultural de la Embajada de la República Islámica de Irán y fue editada por Mandala. En sus páginas relata la vida de un sufí persa del siglo XI a través de la pluma de su tataranieto, Mohammad Ibn Monavvar, 130 años tras su muerte. «De todas las obras que he traducido hasta ahora, esta ha sido la más problemática y desafiante. Su dificultad puede resumirse en la naturaleza de la obra: un texto sufí, escrito en 1178, con el cuerpo de texto redactado en el persa del Jorasán de aquella época, y los diálogos de los personajes en el dialecto de Nishapur (muchas veces, no siempre), salpicados de versos en persa y árabe y con grandes fragmentos en árabe […] Hay palabras que solamente aparecen en esa obra, o sólo en dos o tres más… Ni los iraníes tienen muy claro el significado».




Rodríguez tuvo que irse hasta la Universidad de Teherán para rematar dos años de labor consultando con Shafii Kadkani, profesor de literatura persa, «una docena de dudas que me fueron imposibles resolver».

¿Por qué decidió traducir este libro? «La obra es de una importancia capital en la literatura sufí persa temprana», resalta Joaquín. «Como se explica en el libro, Abu Sa’id es conocido en la literatura persa como el Sócrates del sufismo porque no escribió nada, pero si lo hubiera hecho, se habría erigido, quizá, al mismo rango literario y habría dejado un legado intelectual semejante a otros místicos egregios como Rumí o Attar de Nishapur».

Con su publicación, Rodríguez Vargas pretende también ampliar la todavía escasa bibliografía de autores persas en español. «Se trata de una lengua poseedora de una de las literaturas más ricas y bellas de la humanidad, y en el mundo hispanohablante ni siquiera se ha comenzado a sondear», advierte. Critica que, en España, donde perezosamente empieza a enseñarse la lengua persa, «el estudio del mundo islámico se ha circunscrito, quizás demasiado, al Al-Ándulus en primera instancia y al mundo árabe en segunda», dejando de lado el persa, la otra gran lengua del islam.

En Irán, por el contrario, el traductor destaca que «los departamentos de Lengua y Literatura Españolas son cada vez más fuertes. El español era inexistente hasta la década de los 90; entonces entró en la universidad, y se percataron de su importancia en el panorama cultural y literario del mundo. Ahora lo abordan hasta dónde lo permiten sus posibilidades. En España, lamentablemente, no es así con el persa».

Por Lluís Miquel Huetado
Con información El Mundo

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