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El qanat de Tierra Estella

Carmelo Etxeberria Gil alumbra la sala de captación, donde se aprecian los agujeros en la pared (en línea) de entrada de agua. mtx.
Carmelo Etxeberria Gil alumbra la sala de captación, donde se aprecian los agujeros en la pared (en línea) de entrada de agua. mtx.

La asociación cultural local Kazteluzar quiere “sacar a la luz” el qanat de Arróniz, una construcción subterránea de conducción de agua que llegó a la península con los árabes. El origen de esta estructura, que data de la Mesopotamia del siglo X a.C., no está del todo claro en Arróniz. Documentos del archivo municipal evidencian que su existencia es anterior a 1772 y ahora, dos siglos y medio después, existe el interés de que se impulse su recuperación por parte de este colectivo por su valor histórico y arquitectónico.

En Navarra hay documentados dos más: en Cintruénigo y Miranda de Arga. “Lo que pretendemos es que el Ayuntamiento lo adecente y limpie por dentro y estudie la posibilidad de explotarlo turísticamente”, aclaró Walter Hasenburg Castillo, presidente de Kazteluzar. Ahora, a este qanat -que recibe el nombre de Las Arcas en Arróniz y está situado en el término de Oiabar- se puede acceder desde la superficie por tres entradas tapadas con losas de piedra. Son tres de los cinco pozos verticales de ventilación originarios, con una bajada de hasta ocho metros en el más profundo, que llegan al túnel o galería por el que se conduce el agua desde la sala que capta la fuente madre o manantial.

Se conservan en buenas condiciones los primeros 80 metros de esta galería que iba perdiendo altura a medida que se acercaba la conducción al pueblo (situado a un kilómetro) y terminaba como una canalización descubierta. Esta obra hidráulica llevaba el agua de boca hasta la fuente principal (en la actual zona de bares) en una localidad con cierta escasez. “En Arróniz no tenemos río y siempre ha habido mucha falta de agua, algo que no ocurre en municipios cercanos como Igúzquiza o Ayegui. Esto hacía que llegara a la fuente y a ese pilón de 25 metros que ya no existe donde bebían las caballerías. Era agua que no se corrompía, claro, porque bajaba en desnivel”, explicó Walter Hasenburg.

HASTA LOS AÑOS SESENTA

Se mantuvo en uso hasta los años sesenta del siglo pasado. Se aprecian arreglos tanto en la galería (tres arcos construidos de cemento y se observan restos de encofrado de madera) como en la sala de captación (pequeños apliques de cemento en la pared) que podrían ser del siglo XX. Salvo esto, todo indica a que Las Arcas siguen igual hoy que desde 1772, que es cuando al maestro cantero Joseph Pérez de Eulate se le adjudicó una intervención. “Bien por la sequía o por el mal mantenimiento del qanat no debía llegar por entonces bien el agua al pueblo y allí iba la gente a recogerla para todo. A Pérez de Eulate le ofrecieron inspeccionar el terreno y planteó la restauración. Se supone que la hizo, pero tampoco se sabe si realizó todo lo previsto”, indicó el presidente de Kazteluzar.

Miembros de esta asociación como él y el secretario, Carmelo Etxeberria Gil, han entrado varias veces desde el verano para conocer su estado. “Es piedra de sillería en las paredes y en el suelo, donde se mantiene una gran capa de barro. El agua iba metida en tuberías, pero no se han conservado. Se pudrían. Primero fueron de arcilla y luego de baquelita. Pérez de Eulate propuso aislarlas con cemento. Ahora, de llevarse a cabo, la restauración exigiría un estudio sobre su seguridad”, contó Hasenburg.

En 2005, la empresa Navark realizó una intervención arqueológica. Lo hizo a petición del Ayuntamiento, encabezado entonces por Antonio Barbarin Garísoain.

Por M. Martínez de Eulate
Con información de Diario de Navarra

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