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Redefinir la identidad,dilema de palestinos y saharauis

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La puesta en marcha del proceso de paz de Oslo (1993) generó muchas esperanzas entre esta minoría, pero su controvertido desarrollo, el fracaso de este esquema negociador (2000) y la posterior década de políticas unilaterales israelíes tuvieron un profundo impacto entre los palestinos en Israel, agudizándose las tensiones y deteriorándose las relaciones interétnicas y con el gobierno. Prueba de ello ha sido la radicalización de los discursos de las dos partes y el comportamiento electoral de la minoría árabe caracterizado desde entonces por un aumento de la abstención, la etnicización del voto y el auge de las fuerzas políticas con programas más nacionalistas palestinos. Políticamente la minoría se ha convertido en el elemento más desestabilizador del sistema político israelí.



Desde el punto de vista territorial hay que recordar que Palestina es un territorio de muy reciente delimitación (en 1918 a manos de británicos y franceses que reconfiguraron el mapa político de la región tras derrotar a los otomanos) y que la identidad palestina tiene también un corto recorrido: se ha construido a partir de una identidad árabe general en el período otomano, con la imposición de fronteras y en su caso con la cuestión colonial sionista, configurándose una identidad étnico nacional singular y diferenciada. En cierta forma la identidad palestina fue forzada por el colonialismo. En ese marco territorial, la guerra de 1948-49 creo nuevas fronteras internas (línea verde) que forzó la fragmentación y la separación de la población autóctona.

Los saharauis fuera del Sahara Occidental

El conflicto del Sahara Occidental es también de naturaleza colonial; el territorio bajo dominio español (formalmente desde 1884.85, pero de manera efectiva a partir de los años 30’ y 40’ de siglo XX) no vivió una descolonización al uso y fue apropiado y ocupado por dos estados vecinos. La población autóctona del territorio no pudo decidir sobre su futuro, una parte se exilió cruzando fronteras internacionales y otra parte permaneció en el territorio bajo control del ocupante. La singularidad de este caso es que hablamos de un territorio también fijado por la potencia colonial, con una población con rasgos identitarios diferenciados (población bidan / blanca del Occidente sahariano, de habla hassanía, con una organización social singular tribal). Las fronteras del Sahara Occidental español no englobaban la totalidad del territorio habitado por esa población, por lo que una parte de ella quedó en los territorios bajo control colonial francés y en los próximos estados vecinos independientes. Una parte de la población saharaui quedó en el sur del Estado de Marruecos; esta será la población que nos interese analizar.

El colonialismo francés y español en la zona fraccionó el territorio de esta población y a través de diferentes tratados (1900, 1904, 1912, 1920) fijó fronteras: delimitación de los territorios coloniales, delimitación del Protectorado español en el sur de Marruecos (entre el rio Draa y el paralelo 27º 40’), independencias de los Estados, retrocesión de Cabo Juby-Tarfaya y guerra de Ifni (1958-59) y retirada española en 1976. Si bien durante mucho tiempo estas fronteras significaron muy poco para las dinámicas sociales y tribales, a partir de las independencias, una parte de la población saharaui quedó en el territorio de los nuevos estados, adquirió su ciudadanía, etc y esas áreas se convirtieron también en refugio para aquellos saharauis que huían de la colonia española.

La población saharaui autóctona se encontraba distribuida sobre un territorio amplio, de difícil acotación, que va desde el sur de Marruecos (desde la vertiente sur del Atlas) hasta Mauritania, incluye entonces el territorio del antiguo Sahara español y penetra en el suroeste de Argelia. La fijación de fronteras coloniales y luego estatales independientes, inicia la fragmentación de esta población saharaui. El significado de las fronteras coloniales se vio reforzado, no sólo para buscar refugio más allá de ellas, sino también para delimitar el territorio sobre el que fijaría el proyecto estatal que debería surgir de la descolonización. La prolongación de la situación colonial a manos de España provoca que se articule un movimiento nacional de liberación entre la población autóctona, que reivindica su derecho a la independencia, pero en la delimitación de la colonia. En 1973 se creó el Frente Popular para la Liberación de Saguia El Hamra y Rio de Oro (Frente POLISARIO), que primero se enfrentó al colonialismo español y luego a los ocupantes marroquíes y mauritanos. Marruecos esgrime que el territorio ha formado parte del reino desde hace siglos y entiende su apropiación como la culminación de la descolonización. La fragmentación de la población se reforzó con el éxodo provocado por la guerra y la instalación de un gran número de refugiados saharauis en el suroeste de Argelia desde 1976. En el caso saharaui hay por lo tanto una fragmentación múltiple; durante la colonia y previamente a la cristalización del movimiento de liberación nacional hay una fragmentación del grupo étnico entre Marruecos, el Sahara Español, Argelia y Mauritania; y más tarde, con la aparición del MLN y la guerra, la población de la colonia se divide a su vez entre quienes se exilian y aquellos que permanecen en el territorio.

Al igual que el israelo-palestino, el conflicto marroco-saharaui también se caracteriza por su larga duración. Ha tenido una primera fase de enfrentamiento armado entre el Frente POLISARIO y Marruecos-Mauritania (1975-1991) y luego a partir de 1991 una etapa de no-guerra / no-paz con un acuerdo de cese del fuego y negociaciones tuteladas por el CSNU (puesta en marcha del plan de arreglo, su paralización, sucesivas propuestas, fracaso de los planes Baker I (2001) y Baker II (2003-4), seguido de varias rondas de negociaciones posteriores que han dado muy pocos resultados. La prolongación del conflicto ha tenido múltiples efectos sobre las partes. Este tiempo ha servido para consolidar la presencia del ocupante marroquí en el territorio: con la instalación de población procedente del norte (las estimaciones de estos colonos marroquíes van de 150.000 a 750.000), importantes inversiones en infraestructuras, la presencia de instituciones, el despliegue de fuerzas militares y de seguridad en la zona bajo control, la explotación de los recursos naturales, etc. Este afianzamiento no ha supuesto sin embargo “normalizar” la situación; las políticas de discriminación positiva han generado recelos en Marruecos, persisten las tensiones con la población autóctona, hay descontento entre los colonos que no han obtenido los beneficios prometidos, no ha cesado el control policial y la liberalización de la escena pública (espacios de libertades) que se ha vivido en Marruecos ha tenido una corta vida en las zonas ocupadas.

Del lado saharaui, la prolongación de esta situación ha creado nuevas dinámicas y tensiones. Durante cuatro décadas el FP, como movimiento de liberación nacional saharaui, ha protagonizado la resistencia y la reivindicación de independencia en los foros internacionales, asimismo ha creado un estado en el exilio, la RASD, organizando a la población exiliada en el sur de Argelia. A lo largo de este tiempo el FP no ha sido inmune a tensiones internas en diferentes momentos y con diferente intensidad. A su vez, en las zonas ocupadas las élites saharauis y los grupos de poder han vivido diferentes momentos en su colaboración con Rabat. Tanto en los territorios ocupados como en los campamentos de refugiados de Tindouf se ha generado cansancio entre la población civil.

La prolongación de la ocupación ha tenido al menos dos efectos: el auge de una contestación saharaui a cargo de jóvenes que no vivieron la etapa colonial española y que han nacido o se han socializado bajo control marroquí, que aprovechan el marco marroquí (asociaciones de diversa naturaleza) y que no tienen necesariamente una conexión orgánica con el Frente Polisario (aunque éste sea su referente político). Y por otro lado se ha extendido una aceptación, por parte de las autoridades y las élites tradicionales promarroquíes, de que el componente identitario nacional existe y que puede ser estimulado o contenido con ciertas políticas públicas, prebendas o trato de discriminación positiva; es decir, se ha normalizado (aceptado) un cierto chantaje (o comercio) nacionalista saharaui en el marco político marroquí (4). El efecto combinado de la falta de dirección política efectiva del Frente POLISARIO sobre estos nuevos independentistas del interior y que esta contestación se propague entre las comunidades saharauis en el sur de Marruecos plantea un riesgo: el auge de reivindicaciones de naturaleza étnica (la autodeterminación de los saharauis allí donde se encuentren), modificando la que ha sido el marco de la acción del FP: la autodeterminación en el territorio de la ex colonia.

La identidad nacional y el nacionalismo saharaui son un fenómeno reciente, en gran medida fruto de la propia colonización y de la descolonización. Antes de la colonia no se puede hablar propiamente de conciencia nacional saharaui, sino de identidades tradicionales prenacionales basadas en prácticas culturales diferenciadas, en el uso la lengua hassanía frente a las de sus vecinos, con sub-identidades tribales, en la identidad común musulmana vs extranjero, etc. De hecho la denominación que les daban en el sur y la autodenominación de esta población era Ahel Esahel [los del oeste, o los del litoral], término que en hassanía se refiere a su ubicación geográfica. El área sahariana de habla hassanía, el “territorio cultural saharaui” era denominado Sahil o Trab al-Bidan [bidan se refiere a la población árabe blanca]. La “nación saharaui” es un concepto moderno, unificador de la diversidad pre-existente y ligado a la resistencia y al movimiento anticolonial, que surge por varias causas: por la consolidación tardía de la colonia española, los rápidos cambios sociales de la sociedad autóctona y por el contexto internacional. El nacionalismo saharaui moderno se articula en los años sesenta y de manera más clara en la década de los 70’ como movimiento de liberación nacional, con la guerra de liberación y con la creación de la RASD.

El nacionalismo moderno reclama la autodeterminación del pueblo saharaui en aplicación de la resolución 1514 (1960) de NNUU, pero nace y se desarrolla más allá del marco territorial de la colonia en su base territorial de 1976. El movimiento cristaliza tanto en el Sahara Occidental español como en las zonas saharauis del sur de Marruecos, y en consecuencia desde sus inicios militantes saharauis de ambas zonas conforman el FP. Asimismo, por razones militares, durante el período de enfrentamiento bélico (entre 1976 y el cese del fuego de 1991) hubo acciones armadas del FP tanto en las zonas ocupadas como en el sur de Marruecos (Tan-Tan, Tarfaya, Draa, Akka, Tata, Lemseyid, Ras el Janfra, Leboirat, Zak, etc …) (5) y en Mauritania (hasta septiembre de 1979). Sin embargo el FP se ha atenido siempre a la lucha por la autodeterminación de la población autóctona del territorio de la ex colonia española, en unos parámetros de lucha nacional de descolonización, asumiendo la herencia y la intangibilidad de las fronteras coloniales.



Esto lleva necesariamente a distinguir entre población saharaui del territorio que será la base del futuro estado y por lo tanto la población sujeto del derecho de autodeterminación, y saharauis (de etnia y cultura) pero que se encuentran fuera de dicho territorio y no sujetos al derecho de autodeterminación. El Frente POLISARIO no hace esta distinción de manera explícita (unos saharauis vs otros), pero el discurso precisa los límites del territorio del futuro estado. Así se puede constatar en las declaraciones del FP, los textos oficiales de la RASD (marco constitucional), los discursos e intervenciones de responsables, así como otros indicios.

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