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Juan Goytisolo: La dictadura es fácil, se hace por la fuerza; la democracia es un camino largo

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P.- ¿Qué conclusión se extrae de la Primavera Árabe? ¿Una conclusión melancólica?

R.- Yo fui a Egipto un mes y medio después de la caída de Mubarak y estuve con un grupo de chicos y chicas del Movimiento del 25 de enero muy entusiasta. Les dije que la dictadura es muy fácil de hacer por la fuerza, pero que la democracia es un camino muy largo. En España empezó con la constitución de 1812, desde entonces tuvimos monarquía absoluta, monarquía liberal, tres guerras civiles, dos repúblicas, dos dictaduras… Espero que en Egipto no dure tanto, pero imaginar que se va a llegar de la noche a la mañana…

P.- ¿Es desacertado poner en relación la Primavera Árabe y el 15-M? ¿Una onda expansiva o fenómenos aislados?

R.- Hubo una cierta relación, porque el impacto mediático de la Primavera Árabe fue muy fuerte en Occidente, pero en el 15-M las reivindicaciones eran mayormente económicas y sociales, no políticas. De todas formas, sentí una gran simpatía por el Movimiento de los indignados, porque hay razones para indignarse.

P.- Hay una fuga creciente de jóvenes españoles a los países del Sur (sobre todo Sudamérica, pero también el Magreb). Ahora no solo buscan los valores primitivos y/o el reposo psico-somático, sino oportunidades…

R.- Hay una desastrosa situación económica y de paro juvenil. Se busca la posibilidad de tener un trabajo digno donde sea. Había una obra clásica, Del rey abajo ninguno, ahora es del rey abajo todos. Es de vergüenza. (Pausa.) Yo lo que menos le perdono a su majestad es que matara a un elefante. No me cabe en la cabeza que una persona en sus cabales pueda disparar a un animal tan vulnerable por su tamaño.

P.- Viendo el panorama, ¿es posible poner en tela de juicio las nociones de desarrollo y progreso? ¿La prepotencia de los valores ilustrados tiene los días contados?

R.- Los valores siguen vigentes, pero no se aplican. Hay una gran hipocresía. Basta ver lo que está ocurriendo con la condena de este muchacho, Bradley Manning. Están desvelando el Big Brother. Se hablaba del totalitarismo soviético. Estados Unidos no es un régimen totalitario, pero estos procedimientos sí que son totalitarios. Que el que alerta sea el castigado y el traidor a la patria es inadmisible.

P.- En España, vivimos una denigración absoluta de las humanidades. Parece que solo se confía en la tecnocracia para salir de la crisis…

R.- La tecnocracia tiene un lado muy bueno, lo que queda de lado es que la cultura es un esfuerzo y que la mejor forma de combatir la desmemoria es el trabajo intelectual. Un joven internauta que me veía siempre escribiendo a mano se burlaba: ‘aprieto un botón, y puedo redactar inmediatamente un artículo sobre la guerra civil en Sri Lanka’. Si tenemos todo el saber a nuestro alcance sin esfuerzo alguno, con la prolongación de la esperanza de vida, el Alzheimer se va a multiplicar. Dentro de cincuenta años, trescientos millones de enfermos… y quién los cuidará.

P.- A la luz de esta escalofriante distopía, recuerdo sus palabras en la biblioteca en ruinas de Sarajevo, «el mundo está necesitado de contemplativos y de poetas», en la película Notre musique (2004), de Jean-Luc Godard.

R.- Tradujeron al francés lo que escribí en Cuaderno de Sarajevo. Un día me llamaron por teléfono: ‘C’est Jean-Luc Godard’. Nos citamos en París, quería que participara en su proyecto. A cualquier otro director le hubiera dicho que no, ya no iba a hacer carrera de actor, pero me interesaba verle rodando.

P.-  En la misma secuencia, cita a Valente y Lezama Lima…

R.- Dos grandes poetas que reflexionan sobre la condición humana.

P.- ¿La literatura es más impotente hoy que hace unos años?

R.- Hay una censura comercial. Lo que cuenta es el número de ejemplares vendidos: ‘es un escritor formidable, lo han traducido a veinte idiomas’. Hay autores que salen mejorados de la traducción, pero traducir una obra poética, no es una empresa fácil. No puedes traducir a Proust o a Joyce a veinte idiomas inmediatamente, porque es un trabajo. (A colación, anuncia que revisará las pruebas de una nueva traducción de la novela Las casetas de baño, de su ex compañera Monique Lange, desaparecida en el 96. Está feliz por su reedición).

P.- Viaja de vez en cuando a París, donde mantiene el contacto con la intelligentzia europea, (Edgar Morin, Florence Malraux…), por lo demás…

R.- Renuncio a hacer viajes disparatados, la edad no perdona, aunque esté razonablemente bien. (Se queja además de las nuevas medidas de seguridad de los aeropuertos). Es desagradable que te cacheen la totalidad del cuerpo. Una vez me confiscaron unas tijeritas minúsculas. ¡Si fuera un coloso de un metro ochenta con unas grandes tijeras! Muy desagradable.

P.- Hoy, con las agencias cuadriculando la tierra y preservándonos de toda proximidad social, es muy difícil hacer un ‘verdadero’ viaje…

R.- Los turistas no se enteran. Fotografían, y luego se quedan mirando la fotografía. Una vez estaba sentado en el café de Yamaa el Fna, y había uno horroroso que adiviné español: tenía una barriga enorme y llevaba unos shorts con piernecitas como palillos; iba con una cámara de fotos, y me estaba mirando fijamente. Se acercó con la máquina, tuve una reacción rápida y le dije: ‘sí, soy Antonio Gala’.

P.- Aquel ‘joven de belmotiano’ ha adquirido con los años un aspecto ascético. ¿Ajeno a los cambios de ánimo de la tribu literaria?

R.- Yo vivo al margen. No tengo cuenta en Twitter ni todas esas cosas. Soy un bicho raro, por decirlo de alguna manera. Cuando era joven era vanidoso, como todos. Pero hay casos tan grotescos entre escritores que conozco… La última vez que salí en un programa, me dijeron ‘pase a maquillarse’. ¿Para qué voy a maquillarme si no soy actor? He procurado siempre ser persona y no personaje.

El escritor marroquí Mohamed Chukri escribió que los que llegaban a Tánger querían ser su rey Shariar y convertir la ciudad en su Sherezade. Pero no es posible arrancar el secreto de los lugares ni el de las personas súbitamente. Son necesarias mil y una noches. Con motivo del Ramadán, como ha afirmado Goytisolo, «hay que vivir de noche» y él, de lo ordinario mañanero, se ve obligado a demorar su agenda. Dentro de unas horas, las calles se colmarán de olores dulces y especiados, y los marroquíes harán el desayuno con la puesta de sol. Como dicen por aquí, ‘prisa mata’.

Con data de Correo de Burgos

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