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Irán bajo el velo


Lo que conocemos de Irán en Occidente está desfigurado por lo que informan las corporaciones mediáticas estadounidenses. Lo pude constatar en terreno en los recientes levantamientos populares que se suceden en Oriente contra regímenes dictatoriales o reinados, lo que el pueblo iraní sacó de sus entrañas con la revolución popular de 1979, expulsando al Sha Reza Pahlevi II, quien huyó a África tras el levantamiento político-religioso elevado por el Ayatolá Imam Jomeini.

Irán es un país rodeado por las fuerzas militares de Estados Unidos, sedientas de oro negro: Al este, en Irak; al oeste, en Afganistán y Pakistán; hacia el sur, en Arabia Saudita y Omán, entre otros países donde tienen presencia.

Mientras, mujeres y hombres iraníes, albergan en sus corazones la esperanza del regreso del profeta Mahdi, quien estaría oculto y regresaría junto a Jesús para preparar el juicio final contra los opresores de la humanidad, según sus creencias religiosas, escritas en el Corán.

Llevar adelante el proceso revolucionario iraní no ha sido sencillo. Tras derrocar la monarquía del Sha Pahlevi II, en septiembre de 1980 son invadidos por Sadam Houssein y el ejército iraquí. La cruenta guerra conocida como “Guerra Impuesta y Defensa Santa” llega hasta septiembre de 1988 con cerca de un millón de muertos. Muchos de ellos por el uso de armas químicas (gas mostaza y otros) proporcionados por Estados Unidos a Irak, que afectaron a gran parte de población civil, incluso hasta hoy.

No obstante, las milicias que mediante la ley del plomo llevan la “democracia” a Medio Oriente, no han logrado cambiar el destino revolucionario de Irán que se comenzó a forjar un 11 de febrero de 1979, quedando los fallidos intentos del imperio estadounidense por ocupar el suelo iraní como “el principal indicio de su propia debilidad y la necesidad de obtener recursos naturales fuera de sus fronteras”, como explica la estudiosa del islam, Massuma Assad.

RELIGIÓN

La población iraní, en su mayoría, sigue el islam y son shiítas. Aunque también conviven con minorías de judíos, cristianos, bahais, zoroastristas y sunitas, entre otros.

Su principal profeta es Muhammad -mal pronunciado como Mahoma-. Ven al Islam como una actitud ante el mundo y el Creador. Su libro sagrado es el Corán, que incluye a Jesús como un profeta más, aunque los primeros compiladores de la Biblia no incluyeron a Muhammad en sus relatos y he ahí una de las grandes heridas abiertas por Occidente en el Oriente Medio.

El profesor Rahimpour Azghadi explica que para el Corán “todos los hombres son iguales. Lo único que los distingue es la fe y la buena acción. El ser humano no nace pecador”, como en la fe católica tras el pecado original (sexo), sino que “nace con conciencia divina, y es solo una mala educación y otros lo que lo deforman”, explica.

Azghadi agrega que “el ser humano puede ser el mejor de los ángeles o el inferior de los animales cuadrúpedos”.

El Islam, caracterizado en Occidente por los medios como violento de naturaleza, actúa según mandato del mismo Corán, sólo como respuesta a la agresión, la injusticia y la opresión, según indica el texto ¿Qué es el Islam? de la Fundación Cultural Oriente.

Etimológicamente, Islam significa paz, y las condiciones para la licitud de la guerra en la ley islámica son muy precisas: “Debe existir el antecedente de una agresión o una amenaza cierta de ella que ponga en peligro la comunidad islámica”.

Tras un almuerzo sobre alfombras persas, fumando nargile, puse atención a un ex combatiente con diversas heridas de guerra, sus palabras eran ejemplo de su leitmotiv: “Nosotros no vamos a invadir otro país vecino ni lejano por ningún motivo, pero al primer ataque que recibamos por parte de Estados Unidos o Israel, tenemos mil misiles en posición y apuntando a Israel, más un acuerdo con Hamas para que avance por el sur e Hizbullah para que avance desde el norte y hacer desaparecer el Estado de Israel en pocas horas”. El musulmán, claramente, no pone la otra mejilla.

LO POLÍTICO

Aunque el Islam tiende a la unicidad, hilando lo político, lo religioso, lo económico y lo militar, se distingue de las fuerzas tradicionales de Occidente: izquierda y derecha. Se ubica sobre ellas, tomando parte de comunismo y de liberalismo, pero sin ser ninguno de las dos.

El profesor Azghadi lo explica: “Claramente sentimos una gran simpatía por los movimientos de liberación que reivindican los derechos humanos de las mayorías, por hombres como Chávez o Morales, pero creo que lo que ha existido es una acción de cooperación práctica, más que un apego a las concepciones filosóficas marxistas”.

En Irán convive lo privado y lo público. El máximo gobernante, es el Ayatolá Khameini, al que llaman Líder Supremo, y es elegido por un consejo espiritual. Luego viene el Presidente, quien es electo en votación popular, dura cuatro años en su cargo y sólo puede ser reelegido una vez. El actual es Mahmmud Ahmadinejad, próximo a cumplir su segundo período.

Irán tiene un parlamento con 290 integrantes, en el que está asegurada, por mandato constitucional, la representación de legisladores judíos y otras creencias minoritarias.

Un rol contralor importante lo cumple el Consejo de Guardianes de la Revolución, el que vigila, entre otros, el buen funcionamiento de la particular “teodemocracia iraní”, donde del Poder Judicial cuenta con tres tribunales a su haber.

Y si bien es cierto que existe una oposición minoritaria a Ahmedinejad, sobre todo en las clases más acomodadas y en algunos comerciantes, la gran mayoría del pueblo apoya el régimen de su presidente electo en votación popular.

Lo pude comprobar en sus calles mientras vivían el aniversario número 31 de la revolución. Tehrán, Qom, Esfahan y otras ciudades de Irán sumaron a más de 2 millones de personas manifestándose en favor del Gobierno.

A dos días de estas manifestaciones de multitudes, el opositor Mehdi Karroubi -quien fuese presidente de la Cámara de Diputados- lideró la contraria con casi 2 mil personas manifestantes. Un grupo se encontraba armado, hubo disparos y resultó muerto un Guardián de la Revolución y un joven estudiante en favor de Ahmadinejad.

El suceso no fue comunicado con rigor por los medios comerciales globales, que se limitaron a informar que murieron dos personas, sin identificar responsables y dando a entender como si los muertos fueran resultado de la acción de la policía iraní.

Posterior a ello, en el Congreso, varios parlamentarios a viva voz solicitaron la condena a muerte de los convocantes, Karroubi y Mi-Hossein Mousavi, quienes han señalado públicamente que no temen a la posición del Gobierno.

Por su parte, el líder supremo de Irán, la autoridad político religiosa, el Ayatolah Ali Khamenei, acusó a las potencias occidentales de pretender desestabilizar la revolución islámica por miedo a que ésta sirva de modelo para Medio Oriente.

LAS MUJERES

Más estrictas son las reglas de convivencia para la mujer en países como Arabia Saudita, amigo de Estados Unidos, al que no se pone en tela de juicio como a Irán, de origen persa y donde un porcentaje muy bajo de las mujeres ocupa burka -vestimenta que deja visibles sólo los ojos-.

En la zona de la meseta iraní, la tierra de los arios, sobre el 80% de las féminas ocupan magné, que es una tela que les cubre el pelo y los hombros, dejando visible sólo el rostro por completo, muy similar al atuendo de la Virgen María.

Varias son también las que llevan chador, un gran paño de color negro que puede cubrirlas de pies a cabeza, mientras las más jóvenes y también algunas ancianas, usan rosarí, un pañuelo de seda u otras telas multicolores que amarran bajo su mentón.

La justificación musulmana para la utilización del hijab, como se llama a la vestimenta islámica, tiene que ver con el celo del hombre y la protección de la mujer del contacto con otros que no sean familiares, ya que su belleza debe ser guardada para el placer mutuo que se brinden los esposos.

El Ayatolá Murtada Mutahhari distingue el celo de la envidia y nos dice: “Incluso aquellos que tienen una forma de vida comunista en relación a la propiedad, nunca lo han supuesto respecto a la mujer”, quedándose en una mirada materialista de la esposa.

Me encontré con mujeres doctoras, periodistas, incluso una ministra de Salud, y cerca del 60% de las matrículas universitarias son femeninas. Pude ver a la mujer iraní participando activamente en distintos ámbitos de la vida y profesiones. Irán es un país donde la mujer es un objeto de devoción y culto para los hombres, con un carácter de respeto muy especial hacia ellas, y que son ellas mismas quienes desean ser valoradas por su inteligencia más que por su belleza física, reservada para sus maridos.

En el Islam, la mujer tiene derechos que en Occidente sólo alcanzó en el último siglo, como son el manejo de sus bienes, y la capacidad de testar. Pero el blanco preferido de las críticas de la industria televisiva es la vestimenta que usan y mostrar un machismo exagerado por parte de sus parejas.

Para la estudiosa argentina, Romina Forti, del Observatorio de Conflictos, “Occidente no quiere percatarse de que la mayoría de los verdaderos problemas que afectan a la mujer musulmana derivan de las contradicciones a las que se ha sometido al mundo musulmán”, dice. “Sabemos que las identidades se construyen por oposición a otro, y nuestro otro era el musulmán-árabe hasta el final de la reconquista y el musulmán-turco en la construcción europea.”

Forti asevera que el gran desafío que espera a las sociedades musulmanas hoy en día es “una nueva lectura del Islam hecha por mujeres profundamente comprometidas con su fe, sus principios y su espiritualidad. Ellas deben reapropiarse este trabajo de memoria musulmana femenina y ocupar esta ‘ciudadela islámica’ que tanto tiempo fue acaparada por los hombres”.

En Irán, los problemas de pareja existen como en todas partes, pero en el país persa los feminicidios y la violencia intrafamiliar es menor que en países occidentales.

En la religión islámica, el sexo está en el centro de sus vidas para brindarse placeres, pero siempre en el ámbito de lo privado. Los condones son permitidos, los sacerdotes tienen hijos y esposa, algunos hasta cuatro como máximo, pero siempre con el consentimiento de la primera compañera y casi no existen las madres solteras.

Azghadi es claro: “Existe una gran diferencia entre los derechos humanos como slogan y como práctica. Los derechos humanos se han transformado en derechos del hombre blanco y capitalista para los países de Occidente”.

LAS CIENCIAS

Uno de los ámbitos en los que destaca la ciencia iraní es la biotecnología. Su principal centro de estudios de la materia es el Instituto Royan, que logró el nacimiento de un niño por fertilización in vitro en 1993. Luego, el ’95, mediante el método de inyección intra citoplasmática, y ya en 2004 mediante el método (PGD) de embrión forzado. Son muchas las parejas europeas y de otros lugares del mundo que prefieren la ciencia iraní para tratar sus problemas de fertilidad.

También hay avances con células madres en los que trabajan desde el 2004 para tratar enfermedades relativas a infartos al miocardio, para problemas de tipo óseo y para el tratamiento de la diabetes aún en estudios. Por ejemplo, el vitíligo ya es curable en Irán en un 70% de los tratamientos efectuados, según información proporcionada por el Instituto Royan.

Otro puntal de desarrollo desde la perspectiva de Irán, es la energía nuclear para fines científicos y de seguridad. Los reactores han sido cuestionados por Estados Unidos, pese a que son constantemente visitados por examinadores internacionales.

El programa atómico iraní es avanzado y de punta, pero ex combatientes me señalan que a diferencia de otros países “no han lanzado bombas como las de Hiroshima y Nagasaki, ni andan de cacería por el mundo buscando petróleo”. Massuma Assad, en ese sentido es categórica: “El gobierno estadounidense, entre otras cosas, presiona a Teherán para extraer concesiones y exige que Irán detenga su programa nuclear y desarticule al grupo Hizbullah, en el Líbano”.

Pero Irán sigue cercado de tropas estadounidenses, agentes e informantes, recibiendo en sus tierras inmigrantes que huyen de las guerras ocasionadas en países devastados como Irak, Afganistán y tal vez, prontamente, Pakistán. Todo por obra de un grupo extremadamente terrorista que sigue haciendo subir y bajar el precio del barril de petróleo, el detonador en la zona del real conflicto, por medio del arte de la guerra: El sionismo tomando para sí cualquier disfraz.

Este último habría sido el causante, según el presidente de Irán Ahmadinejad, de la muerte de uno de los grandes científicos del país. Los atacantes actuaron en 2010 en motocicletas poniendo bombas magnéticas a los vehículos y resultando muerto el profesor Mayid Shahriyarí y muy mal heridos otros dos cerebros del estudio atómico.

EL REGRESO

Ya era hora de partir y sabía que sería difícil escribir sobre todo lo visto en una sola entrega. Atrás quedaba el misterioso Irán y pensaba en qué no me había gustado del país, ante tanta maravilla arquitectónica y profundo sentido religioso y de respeto entre sus habitantes.

Claramente era la nube de contaminación suspendida sobre su capital Teherán, casi peor que en Santiago, tal cual la olla de smog, rodeada de blanca cordillera y con un saturado parque automotriz. Y las restricciones a derechos que considero inalienables, como el decidir qué hacer con mi cuerpo mientras no afecte a otra persona, dado que prohíben la masturbación y el consumo de cualquier sustancia espirituosa que altere tu estado de conciencia.

Me pregunté entonces, qué será lo que quiere el pueblo de Irán, más allá de estas restricciones y qué vendrá para esta nación estudiosa de sus sagradas escrituras. Y llegué a una conclusión:

Irán quiere justicia y una paz que sabe que vendrá duradera tras los grandes juicios. Y también sabe que mientras tanto deberá resistir diversos embates, como los de las grandes cadenas noticiosas occidentales, que lo seguirán pintando como parte del llamado Eje del Mal -donde Bush ubicó a naciones como Venezuela-, desdibujando todo proceso libertario que intente religiosa o políticamente hacer acto de soberanía sobre los recursos naturales nacionales para el bien de los pueblos.

Por Bruno Sommer Catalán
El Ciudadano Nº99, primera quincena abril 2011

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